La Selección no jugó bien y hasta por momentos la pasó mal ante Irán, pero en el último minuto apareció otra genialidad de Lionel Messi para darle el 1 a 0 a la Argentina y el pasaje a octavos.
El 10 apareció en todo su esplendor a los 45 minutos del segundo tiempo y clavó la pelota en el ángulo superior derecho del arquero Alireza Haghighi para desatar la locura de los 40 mil hinchas argentinos que le dieron un marco espectacular al estadio Mineirao, de Belo Horizonte, en un partido por la segunda fecha del Grupo F.
Con ese gol, el segundo en esta Copa del Mundo y el número 40 en el seleccionado nacional, la Pulga selló el pase a los octavos de final, que fue de mayor a menor y que volvió a quedar en deuda por el pobre nivel futbolístico exhibido.
El seleccionado nacional, con el esquema «madre», como lo definió Sabella en la conferencia de prensa del viernes, el 4-3-3, asumió el protagonismo desde el inicio, tuvo la tenencia de la pelota, marcó el ritmo del juego y generó situaciones, pero no las pudo convertir.
El equipo fue de mayor a menor, ya que con el transcurrir de los minutos se fue desdibujando ante la férrea marca del sólido bloque defensivo iraní.
Es que Messi no logró meterse en el partido y Ángel Di María, la otra usina futbolística, tuvo apariciones esporádicas. Entonces Gonzalo Higuaín y Sergio Agüero, los otros dos atacantes, entraron poco en juego, más allá de que tuvieron sus chances a los 13 y 21 minutos, respectivamente.
Inmediatamente, 120 segundos más tarde, Marcos Rojo casi anota con un cabezazo que se fue cerca del poste izquierdo.
Argentina, durante ese lapso, tuvo juego, generó espacios, pero no concretó las ocasiones que dispuso frente a un equipo iraní disciplinado, sólido y prolijo en defensa, pero muy limitado de mitad de cancha hacia adelante.
El entrenador portugués Carlos Queiroz no le puso marca personal a ningún jugador argentino y diagramó un planteo inteligente, que se fue consolidando conforme a cómo avanzó el partido.
Apenas un tiro libre de Messi y un cabezazo de Ezequiel Garay, a los 32 y 36 minutos, sucesivamente, fueron las últimas dos aproximaciones, más que llegadas de riesgo, que generó Argentina en el cuarto de hora final de la etapa inicial.
Irán, que se paró con un 5-4-1 inflexible, apostó como era lógico a una pelota parada, y a los 41 minutos llegó con un cabezazo del zaguero central Jalal Hosseini. Es que cada vez que quiso o intentó salir de contraataque la defensa albiceleste recuperó rápido la pelota.
Sin embargo, a los 7 minutos del segundo tiempo, tuvo la chance más clara con un cabezazo de Reza Ghoochannejhad, que contuvo Sergio Romero, a la postre la figura de la cancha.
Argentina recién generó una jugada de riesgo a los 14 minutos con un remate de Messi, que se fue cerca del palo derecho. Pero careció de una idea futbolística para quebrar la resistencia de un rival, en los papeles inferior, que hasta pudo ganarlo con un cabezazo de Ashkan Dejagah, a los 22 minutos.
Así se consumaba el partido, con cambios tardíos de un Sabella conservador y dubitativo, que esperó demasiado para torcer el rumbo de un encuentro que no le fue favorable en toda la segunda etapa.
De hecho, Irán que participa de su cuarta Copa del Mundo y nunca superó la ronda de grupos, tuvo el triunfo en los pies de Ghoochannejhad, un buen delantero, pero Chiquito Romero, a los 41 minutos, volvió a salvar a la Argentina.
Era empate, era tristeza, era un paso atrás. Pero apareció Messi, hizo magia y le dio un triunfo clave al equipo de Sabella, con un gol de otro partido en el epílogo del encuentro que dejó la ilusión en la gente que despidió a la albiceleste con el deseo de “que de la mano, de Lío Messi, todos la vuelta vamos a dar…”
Fuente: Télam.