Corderito. La lepra fue caperucita en Jujuy.
Corderito. La lepra fue caperucita en Jujuy.

La lepra volvió de su excursión a tierras jujeñas con las manos vacías y llena de preocupaciones.

Así lo vieron los medios:

Diario Olé:

¡Sí, se puede!
Con ayudita del árbitro, Gimnasia de Jujuy se levantó de dos goleadas y dejó el último lugar en las dos tablas.
La ayudita le vino bárbaro: Gimnasia de Jujuy se encontró con esa falta cobrada "al revés" por Alejandro Sabino y la aprovechó para salir del pozo. Carranza puso el botín para desviar la pelota y así el Lobo dejó el último lugar de las dos tablas, del Apertura y del descenso. Si con el triunfo también logró superar el mal inicio de este torneo (dos goleadas en contra, 0-4 ante Boca y 1-4 con Colón de local), entonces a Gimnasia le salió redondito. Justo en un día importante: el 23 de agosto se conmemora el Exodo jujeño, en 1812, del Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano. La fecha le dio el nombre a la Tacita de Plata y Gimnasia la honró en este caso…

Los nervios por la situación complicada con el promedio se sintieron en el partido. El primer tiempo, sin exagerar, fue de los peores del torneo. Demasiadas imprecisiones, problemas en la creación, casi nada de toque limpio. Apenas Carranza en Gimnasia, por su voluntad para intentar entre tan poco. O la sociedad que por momentos construyeron Vangioni y Ferreyra. Muy poco como para quebrar el cero, hasta que la equivocación de Sabino posibilitó el 1-0 que hizo festejar a los jujeños y sacó de quicio a Newell’s, pura protesta.

El golpe le provocó una reacción (Nereo Fernández tapó un buen tiro de Pablo Pérez), aunque se diluyó con el correr de los minutos. Gimnasia se cerró bien en defensa, agrupó las líneas en pocos metros y no sufrió tantos sofocones en la hora que tuvo que defender el resultado. Un tiro en el palo de Ferreyra, en el segundo tiempo, fue lo más peligroso de su rival. Newell’s no pudo meterlo en su arco, ni siquiera manejar la pelota como para imponer su ritmo. La falta de enganche, de alguien que se detuviera a pensar cómo lastimar con criterio, provocó que se tornaran previsibles los avances por las bandas: Vangioni generó algún centro por la izquierda, Machín directamente se repitió en choques por la derecha.

La parte final fue todo actitud: de Gimnasia para mantener el resultado, de Newell’s para intentar la remontada sin herramientas para lograrla. En ese contexto todo volvió a salir trabado, con pocas situaciones, con los locales cautelosos para el contragolpe para no dejar espacios en defensa. Le vino bien a Gimnasia y festejó el triunfo como si se tratara de una instancia final, pidiendo la hora, con desahogo. Una mejor perspectiva para todo lo que queda… 
DANIEL ECHAZU.

Diario La Capital:

Un pálido Newell’s cayó en Jujuy

Perdió el norte. Perdió la línea futbolística. También perdió los tres puntos. Pero anoche la derrota no fue lo más traumático. Lo más preocupante fue la muy pobre puesta en escena de un equipo que hacía bastante tiempo no se lo veía tan desorientado en la cancha. Newell’s sólo mantuvo la esperanza de empatar hasta el final por el coraje de sus jugadores, aunque evidentemente la voluntad sola no es remedio de nada. Como nunca quedó expuesto que el precio de la transición entre el viejo esquema conservador de Caruso Lombardi y el nuevo de Gamboa será demasiado costoso. El Negro deberá esforzarse al máximo para plasmar su idea de una formación que arriesgue y sea protagonista. Anoche se abrió un gran signo de interrogación cuya respuesta debe aparecer de inmediato.

El hipotético empate no hubiera maquillado para nada la impotencia de un Newell’s que quería y no podía. Que salía a apretar y pasaba de largo. Que achicaba y regalaba la espalda. Que tenía la pelota y la mayoría de las veces se la obsequiaba al rival.

Duele la derrota por el contenido pero mucho más por la forma. Jugador por jugador, Newell’s tiene más calidad que el rudimentario oponente de anoche, pero Carranza, a los 33 minutos, capitalizó al máximo un centro envenenado de Luna y decretó el jaque mate prematuro.

La Lepra sintió el impacto y fue a buscar la igualdad con el corazón en la mano, pero la cabeza en llamas. No pensó. Se apuró. Falló los caminos y logró que un rival que en los dos partidos anteriores se había comido ocho goles terminara con la valla invicta.

Es cierto que mereció ser gol el disparo cruzado a quemarropa de Pablo Pérez, que a los 39’ tapó Nereo Fernández. También la Lepra arañó la igualdad cuando a los 17’ del complemento el Tanque Ferreyra sacudió el poste izquierdo con el arquero vencido y pidiendo clemencia. Y la otra clara, enseguida, fue el misil de Vangioni que rozó el ángulo.

Estas chances bien pudieron terminar en gol, pero en esta ocasión la fortuna le dio la espalda a los de Gamboa. Igual no logra matizar la carencia de volumen de juego ante un adversario que sólo se defendió a los ponchazos y fue un poco más compacto que la visita.

La actuación del árbitro Alejandro Sabino no incidió en el resultado final, pero evidentemente sus pasos le pusieron los pelos de punta a los jugadores de Newell’s que se sintieron perjudicados por su desempeño. La TV demostró que en la primera etapa fue bien anulado el gol del Tanque Ferreyra por posición adelantada. La mayor crítica estuvo en la falta inexistente que le cobró a Pablo Pérez sobre Pablo Calandria, que originó el centro frontal donde el Lobo facturó el único gol.

Será una semana de mucho trabajo. Jugar asumiendo riesgos puede traer buenos dividendos, pero también existe el peligro de quedar expuestos si se carece de precisión para manejar la pelota. Este ciclo arrancó casi con el torneo empezado y el aprendizaje será sobre la marcha. Gamboa no claudicará en su idea y los jugadores deben asimilarla con carácter de urgencia.  Lucas Vitantonio.

Diario El Ciudadano y la Región:

Cerca del aplazo

La lepra perdió en Jujuy en una lógica consecuencia de sus actos: jugó mal y el Lobo, con poco, festejó.

José Odisio, desde Jujuy / El Hincha

En el fútbol, los resultados son consecuencias de las acciones. Y ayer Newell’s refrendó este concepto: jugó mal y perdió. En una tarde-noche para el olvido, el equipo de Fernando Gamboa tuvo una producción cercana al aplazo y se quedó con las manos vacías ante un rival de escasos pergaminos futbolísticos, que sólo justificó la victoria porque jugó con un poco más de inteligencia. Sólo un poco, pero le bastó.

El partido se dio tal como lo había imaginado Gamboa. Llevado por la necesidad, el local salió con una actitud más ofensiva. Salió a copar la parada más a los empujones que con fútbol, con un Carranza movedizo que complicó a toda la zaga leprosa y con un mediocampo que jugaba la pelota al pie.

El partido se hizo desprolijo y Newell’s no supo cómo acomodarse ante tanto barullo. Los delanteros no aguantaban una pelota, los volantes corrían sin ideas y hasta la defensa, el punto más confiable, se mostraba insegura.

El gol llegó por decantación. De tanto merodear el arco de Caffa, el Lobo alguna chance iba a tener. Primero se acercó con un cabezazo de Loeschbor que salió apenas desviado. Y unos minutos más tarde, con un tiro libre frontal, que Luna ejecutó con potencia y Carranza desvió en el camino para descolocar al uno leproso y abrir el marcador.

Newell’s sintió el golpe, aunque le costó reaccionar. No faltó corazón, ni tampoco enjundia, pero careció de ideas. Nadie, en los noventa minutos, hizo una pausa. Todo fue ir para adelante, a la buena de Dios. Tuvo una chance clara en un remate de Pablo Pérez que contuvo a medias Nereo Fernández. En el rebote, Vangioni le sacó chispas al travesaño.

En la segunda parte poco cambió. Pudo haber empatado Newell’s, es cierto. Con Gimnasia cada vez más atrás, la Lepra se acercó al arco local a fuerza de pelotazos o por algún desborde solitario de Vangioni o Machín. Y el empate estuvo en los pies de Ferreyra, quien desde una posición inmejorable, y con el arquero desparramado, volvió a fallar. Fue palo, debió ser gol.
La noche venía mal barajada. El desconcierto le ganó a la razón y el fútbol nunca apareció. Por ahora es sólo un tropiezo. Una señal de que no es fácil asumir nuevas ideas. A veces es bueno pegarse un buen porrazo a tiempo. Siempre que se lo capitalice.

 

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