Los sucesos desestabilizadores en Bolivia tienden a pepetuar los intereses de las clases dominantes de ese país contra el proyecto de cambio iniciado con la Presidencia de Evo Morales. En este artículo de opinión Fabio Gentili da un panorama sobre la actualidad del vecino país y recuerda que la Argentina vivió una agresión semejante de Estados Unidos en los años 40.

Fabio Gentili *

 

Desde hace dos años y medio se inició una etapa totalmente novedosa en el Altiplano de la mano de la Presidencia de Evo Morales. Lo novedoso radica en que, por primera vez en los casi doscientos años de ese Estado Nacional, llega a la primera magistratura un proyecto que trata de sembrar justicia social en el despojado pueblo boliviano.
Es así como las medidas de gobierno se han orientado a la recuperación de los recursos estratégicos, es decir, su control, su explotación, su comercialización. Es así como el Estado ha adquirido una nueva dimensión, comenzó una renovación en esta nueva etapa.
El gobierno se transformó en árbitro y regente entre el poder económico, las patronales, los latifundistas y las postergadas aspiraciones de una mejor calidad de vida para el pueblo. Claro que buscar una mayor equidad entre los que históricamente lo han tenido todo y aquellos que siempre fueron excluidos puede no ser comprendido por algunos sectores de la población que buscan recuperar el poder perdido desde la llegada a la Presidencia de Evo Morales.
Estos sectores pretenden perpetuar la explotación, la sumisión de los trabajadores, del campesinado, de todos aquellos pertenecientes a primigenias naciones que viven desde hace siglos en el continente.
Sabemos que la lucha no es fácil. Desde la Causa Nacional y Popular, desde el Peronismo tenemos amplia experiencia en persecuciones, comandos civiles, asesinatos políticos, golpes de Estado, desaparecidos.
Por estas razones observamos con preocupación las abiertas intenciones golpistas y separatistas, también sabotajes y vandalismos llevados adelante por aquellos que nunca respetan los resultados demoledores que arrojaron las urnas.
Les gusta hablar de democracia pero siempre golpearon las puertas de los cuarteles, les gusta hablar de libertad pero han esclavizado a un Pueblo con las cadenas de la pobreza. Del mismo modo despertaron sospechas, que luego se transformaron en certezas, la designación de Philip Golberg a la cabeza de la embajada yanqui en La Paz. Personaje con reconocidos antecedentes ganados en Kosovo, lo signaban como un experto en sembrar separatismo.
Nuestra nación paso por esta situación. También tenemos esa experiencia, no podremos olvidarnos nunca de aquel embajador Spruille Braden de mediados de los 40 que encabezó a la oligarquía nativa disfrazada de libertad y democracia contra el Pueblo Argentino y su líder el entonces, Coronel Perón.
Muchos entendemos que la medida adoptada por el gobierno de Bolivia es lógica y pertinente. Del mismo modo repudiamos a todos aquellos que organizan un golpe cívico, atentan contra las instituciones, realizan sabotajes, asesinan trabajadores, buscan divisiones y siembran violencias. Esos son los auténticos terroristas organizados desde el capital trasnacional que quiere rapiñar los recursos naturales de un Pueblo.

 

* Ex concejal rosarino.
 

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