“Sencillamente mete miedo recorrer estos días la ciudad de Miami”, dice una crónica interesante sobre cómo se vive hoy la crisis financiera del imperio en esa especie de segunda capital de los argentinos “ganadores” y de muchos latinoamericanos pro yanquis, además de nido central de los cubanos anticastristas.

La crónica la escribe Guillermo Kohan para El Cronista Comercial y dice que “la ciudad está semivacía, no hay esperas de tránsito ni en las cajas de los tradicionales negocios”. “Las tiendas gigantes de las marcas de gran aceptación entre argentinos están casi desiertas, apenas visitadas por contados compatriotas y brasileños que se excitan por la baratura de los precios en dólares, en todos los rubros”, agrega.

 

Así sigue: Es una realidad impresionante y se observa en forma violenta la recesión y el pánico de los norteamericanos a consumir, ya sea porque ya perdieron el trabajo o temen perderlo la semana próxima, o porque el banco les cortó de lleno todo crédito disponible. El infierno tan temido, después del cielo increíble de hiper consumo y crédito regalado de los últimos 7 años.

 

El relato más espeluznante, como siempre, lo confiesan los deprimidos mayordomos y encargados de los edificios más lujosos Bal Harbour o la popular entre argentinos Avenida de los Millonarios, el boulevard de Collins Ave entre las calles 45 y 65 de Miami Beach. “Esto aquí era una maravilla”, se lamenta el dormán del lujoso resort The Alexander.

 

"Trabajábamos 45 horas y ganábamos hasta 600 dólares a la semana. Ahora, ya se reduce a 35 o 30 horas, no llegamos a 300 dólares, y los alquileres subieron de 700 a 1200 dólares al mes, con la gasolina que sigue a 4,30 el galón. Y eso que ya bajo el petróleo a 93", explica con precisa información. "Y esto está vacío. Aquí no viene nadie. Y es la crisis, señor. La gente tiene pánico", dice a la despedida.

Si hay un testimonio respaldado en pergaminos, no hay duda del equilibrio y la visión de futuro que se reconoce a la cooperativa de camareros que atienden el tradicional restaurante cubano Puerto Sagua, en Collins y Calle 8 del South Beach hace 50 años.

Uno de los ya veteranos, llegado a Estados Unidos hace 28 años entre los “marielitos” que liberó Fidel Castro (no todos siguieron la suerte de Tony Montana, el recordado personaje que inmortalizó Al Pacino en Scarface), afirmaba que la actual situación en Estados Unidos es la peor que le tocó vivir en el país desde su llegada de Cuba hace casi 30 años.

Los eternos e indestructibles turistas argentinos en todo el mundo, ya curtidos en las crisis financieras, se fascinan en Miami por las ofertas que se potencian cuando se las compara con los precios de Buenos Aires. Y deambulan por las tiendas, los mega malls de los suburbios, los centros de entretenimientos, restaurantes, golf y vida nocturna, casi como reyes, No hay nadie en ningún lado. Sorprende la facilidad para encontrar estacionamiento.

Los parques de Disney están al 40% o menos de ingresos por taquillas. Desde luego, el único problema que la recesión no ha resuelto es encontrar lugar en los aviones en la Argentina. Mejores o peores salen y llegan a Ezeiza atestados, y con gente parada si lo permitieran las leyes aeronáuticas. Otra experiencia nueva, no solo para el turismo sino también para los norteamericanos, es que suele ser más habitual que reboten las tarjetas de crédito en las cajas.

En todo el mundo, sea de donde sea la tarjeta, los bancos están más rigurosos. Se siente un reconfortante alivio, más que antes, cuando el pago con tarjeta es aceptado. Y se los ve a los consumidores locales hablar del tema en las cajas de los supermercados, por ejemplo.

Que el mundo ya está en recesión y que debe preocupar en serio lo que viene al menos para el corto plazo aparece como una inexorable conclusión para quien transite hoy por las ciudades más emblemáticas de los Estados Unidos. “El plan de Bush no se sabe ni siquiera si va a salvar a Wall Street. Pero quién va a salvar a los Estados Unidos. Vamos a creer que la solución es seguir imprimiendo dólares”, se pregunta por la TV el filoso periodista Glenn Beck, por la CNN.

También cuesta creer, a 30 días de la elección presidencial, que el candidato republicano, John McCain, pueda levantar el muerto económico que inexorablemente la sociedad norteamericana le endosa a la administración Bush.

Es en general lo que se escribe en los diarios, lo que se escucha en la radio y lo que se observa por televisión. Los republicanos estarían perdiendo en estados bastiones como la propia Florida, y la propia imagen pública de los dos candidatos lo muestra a Barack Obama con clara actitud de ganador en la contienda.

Las encuestas, en general, lo dan vencedor al demócrata por 48% contra 43%. Y lo más preocupante es que se sabe poco sobre los planes de Obama; si en cambio mucha retórica a favor de las regulaciones en la economía y subir impuestos a los ricos para bajarlos a la clase media.

La tira semanal que se rodó durante 10 días en el Capitolio por el salvataje a Wall Street ( “Capitol Hill” se llamó un éxito de Warner TV), mostró que ni siquiera los republicanos respaldan a su candidato, y que la era Bush termina con una total falta de liderazgo que difícilmente pueda retomar McCain. Nada distinto, ni siquiera más prolijo, al trámite de las diversas leyes de emergencia económica que tantas veces trató el parlamento argentino, cuando la realidad coloca a la política entre la espada y la pared.

Pero la crisis ya está en calle. Para la economía real, lo de Wall Street ya fue. Y cuidado que podrían todavía tambalear grandes bancos si no se sosiega la crisis de confianza. Como quiera que sea, todo vale menos. Las propiedades standard sobre el mar, en Miami Beach, pasaron de 5000-6000 dólares por metro cuadrado a 3500-4500.

Y todo indica que los valores seguirán cayendo, porque se acabó el crédito para comprar. Y los especialistas estiman que serán los bancos finalmente los que se queden con cantidad de propiedades que deberán venderlas a precios aún menores, porque todos los que reservaron unidades nuevas no van a concretar las operaciones. Y no alcanza la vista para concebir todo lo que se construyó.

Costará mucho recuperar la confianza, y no serán las próximas semanas de campaña electoral en EEUU las más apropiadas para sacar conclusiones definitivas.

 

Fuente: El Cronista.com

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