Tiembla Dan Brown, el autor de El Código Da Vinci, y todos los que trapichean el lucrativo kiosco de hacer literatura con materiales “sagrados”. O a lo mejor no, y ya se les ocurrió otro negocio. Lo cierto es que el Vaticano advirtió sobre los peligros de las “interpretaciones arbitrarias” de ciertos textos sagrados. Aseguran que estas lecturas “caprichosas” dan lugar a afirmaciones “más sensacionalistas que científicas” y pueden confundir a los fieles.

La interpretación de los textos ha sido siempre un asunto conflictivo para la Iglesia Católica. De hecho, una de las cuestiones que dio origen a la Reforma y el Protestantismo tiene que ver con una divergencia esencial en la manera de leer las Sagradas Escrituras. Hay una manera más literal, más pegada a lo que explícitamente dicen los textos, si es que eso fuese posible con libros tan enigmáticos y ambiguos. Y otra, menos literal, que demanda la intervención de un intérprete, de un intermediario que fija un sentido válido y rechaza los otros sentidos posibles. Y este martes quedó claro, una vez más, que este problema, lejos de resolverse, está en la base de las religiones. En el marco de un Sínodo que se celebra en el Vaticano, el cardenal de Budapest, Peter Erdo, advirtió sobre los riesgos de una interpretación arbitraria de la Palabra de Dios y acusó a algunas publicaciones "más sensacionalistas que científicas" de confundir a los fieles, que ya no saben qué valor dar a un escrito apócrifo, como por ejemplo el Evangelio de Judas".
Erdo hizo estas manifestaciones en la segunda jornada de debates de la XII Asamblea del Sínodo de Obispos, que se celebra en el Vaticano, donde dijo que la "justa" interpretación de la Palabra de Dios hecha por la Iglesia resulta absolutamente necesaria en el mundo actual.
"Los riesgos de una interpretación arbitraria son grandes en un ambiente cultural como el nuestro, donde las categorías elementales de la investigación de la verdad histórica misma parecen desaparecer. Las publicaciones más sensacionalistas que científicas pueden crear una notable confusión también en el pensamiento de los fieles y a veces incluso de los sacerdotes", dijo Erdo.
El purpurado añadió que el "riesgo más grande" no es que algunos no sepan qué valor otorgar a un escrito apócrifo, como por ejemplo el Evangelio de Judas", sino que muchos no saben cómo distinguir fuentes creíbles de no creíbles de la historia de Jesucristo.
"Es más, parece precisamente que muchos no consideran importante buscar la verdadera historia, porque razonan de modo subjetivo y subjetivista incluso sobre la historia", precisó.
En los últimos meses salió a la venta un libro llamado "El Evangelio de Judas por Benjamín Iscariote", en la que su supuesto hijo, Benjamín, afirma que el apóstol no fue un traidor que vendió a Cristo por treinta monedas, sino que cumplió una misión muy concreta, pedida por el mismo Jesús, la de traicionarle para que fuera sacrificado "y su esencia divina escapara de la prisión del cuerpo y se elevara al espacio celestial".
El conocido como "Evangelio de Judas" es un conjunto de papiros encontrado en Egipto en 1978, cuyo contenido y edad se desconocían y, según la asociación estadounidense National Geographic, fue escrito en torno al siglo III, obra de la secta gnóstica de los cainitas.
El manuscrito contiene, en una traducción al copto del original griego, la única copia conocida del supuesto "Evangelio de Judas" del que hizo referencia en el año 180 el obispo Ireneo de Lyon en el año 180 en su tratado "Contra los herejes".
 

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