Dentro de la historia universal de la injusticia, el caso Sacco y Vanzetti ocupa un lugar de importancia, porque tiene todos los ingredientes necesarios para desnudar cómo funciona el capitalismo estadounidense: xenofobia, racismo, y la brutalidad de un sistema dictatorial que con cinismo infinito se autodenomina “democracia”. La película basada en el caso, un clásico del cine de denuncia política dirigido por Giuliano Montaldo, se estrenó en 1971, y por estos días se consigue en DVD.
El filme es una adaptación del argumento minuciosamente documentado de Herbert Ehrmann, según el cual el robo y asesinato de un pagador en South Braintree, Massachussets, de los que se culpó a los anarquistas italianos, fue en realidad obra de una organización criminal conocida como la banda de Morelli.
Obviamente, así fue, los acusados nada tenía que ver, y medio siglo después, en 1977, Estados Unidos reconoció oficialmente el “error”. Sacco y Vanzetti fueron exonerados de manera simbólica el 23 de agosto de 1977 por el entonces gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, adhiriendo a una moda que impuso la Iglesia Católica: primero te mata, te roba, te quema vivo y después se toma 500 años para pedirte disculpas. Lo hicieron con Galileo, con los aborígenes americanos. Ante esto, lo de EE.UU. es apenas el gesto imitativo de un imperio menor.
La trama del film de Montaldo nos lleva a escenas de la lucha de clases en Boston. El contexto social era conflictivo: 1920, con la efervescencia de la cercana revolución rusa, un momento clave del capitalismo en el que había que liquidar a los que pretendieran cambiar algo. Hordas racistas pedían a gritos en las calles que liquiden a los peligrosos anarcos, y al mismo tiempo, en todo el mundo, multitudes todavía más enormes pedían justicia.
Frederick Katzmann, un fiscal al servicio de los poderes establecidos, educado en Harvard, firma la condena a dos inmigrantes italianos “subversivos”. La historia de Sacco y Vanzetti no fue solamente un caso de mero “error judicial”, sino todo lo contrario: fue un brutal “acierto” de un sistema que se defiende de los subversivos a favor de las minorías más ricas. Los dos anarquistas fueron ejecutados por ser militantes del cambio social, por ser inmigrantes y pobres, y por ser italianos, extranjeros, como advertencia para otros. La película está concentrada en el juicio, queda patente la falta de pruebas y la resolución injusta, sugiriéndose incluso un acuerdo entre el juez y el fiscal, algo que estuvo en cabeza de los que se opusieron. Fue filmada casi enteramente en Estados Unidos, pero utilizando actores italianos. Bartolomé Vanzetti es protagonizado por Gian Maria Volonté, uno de los actores más emblemáticos del “cine político”, Riccardo Cucciolla encarna a Nicolo Sacco. La música corrió a cargo del celebrado Ennio Morricone. Y quizás lo más recordado sea la banda sonora cantada por Joan Baez, con música del propio Morricone. Una balada épica, de protesta, a tono con la denuncia que sustenta el film, y que posee una acuciante actualidad, con sólo pensar en los juicios a los presuntos terroristas, con sólo ver las imágenes de la prisión de Guantánamo. Eso que sucedió en EE.UU. en la década del 20 sigue sucediendo allí hoy, está sucediendo en este preciso momento.
Dirección: Giuliano Montaldo.
Guión: Vicente Aranda; Fabrizio Onofri; Giuliano Montaldo; Mino Roli; Ottavio Jemma.
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Carlos Congote
Reparto: Gian Maria Volonté; Riccardo Cucciolla; Cyril Cusack; Rosanna Fratello; Geoffrey Keen; Milo O’Shea.
Año: 1971
Duración: 121 minutos.
