Por una confusión o por pura mala leche, estos días comenzó a circular un video editado de una cadena nacional del 30 de noviembre de 1973 a través de la cual el entonces presidente Juan Perón denuesta los usos que la autodenominada Revolución Libertadora –un gobierno de facto– realizó con los fondos previsionales, destinados a otros fines. Con los mala leche no vamos a tener suerte, pero a los confundidos les contamos que el peronismo creó en 1954, a través de la ley 14.370, lo que hoy se conoce como sistema público de reparto para las jubilaciones, que consagra la solidaridad intergeneracional, justamente lo opuesto al sistema de cuentas particulares de las AFJP.

Contrariamente al sentido que le dieron sus principales difusores –entre ellos el diario Crítica del kirchnerismo, que dirige Jorge Lanata– el mensaje por cadena nacional en el que Perón critica el uso de los fondos previsionales por parte del Estado durante la dictadura de Aramburu, Rojas y Cía, tenía como eje central la defensa del sistema solidario intergeneracional de jubilaciones, que había creado él mismo en 1954.

Los antecedentes de la ley 14.370 son la creación, en 1945 cuando todavía era Secretario de Previsión Social, de la Caja de Empleados de Comercio y un año después la Caja de Trabajadores de la Industria.

Se trataba de entidades de derecho público no estatal, cuyos recursos estaban destinados al pago de jubilaciones.

Lo que rompió la ley 14.370 fue, justamente, lo que en 1994 Carlos Menem restauró bajo el sistema de capitalización, es decir cuentas personales en las que cada aportante suma recursos a modo de seguro de retiro.

El sistema previsional del peronismo terminó con el de las viejas mutuales y cajas de jubilaciones existentes hasta entonces, cuyo sistema era similar al de las AFJP. Es decir, cada trabajador depositaba su dinero en una suerte de caja de ahorro, de donde provendrían sus haberes cuando llegara a la edad jubilatoria.

Perón instauró un sistema solidario e intergeneracional, por el cual los trabajadores de ese momento no aportaban para asegurarse su futuro personal, sino para pagarle los haberes a los jubilados de ese momento. Por eso se llama solidario e intergeneracional.

El sistema público de reparto al cual el gobierno de Cristina Fernández pretende transferir los recursos, aportantes y jubilados de las AFJP tiene el mismo sentido, por lo cual mal podría utilizarse el ejemplo de Perón para contradecirla.

Aunque no se diga explícitamente, lo que les duele a los críticos del sistema de reparto es tener que soportar un sistema “solidario”, cuando sus intereses son justamente los contrarios, los del individualismo y el sálvese quien pueda.

Como en el conflicto con el campo, los ricos y sus admiradores –buena parte de la clase media pacata de las grandes ciudades– pelean por no compartir ni un centavo de su riqueza acumulada a costilla de la pobreza de los demás.

Y, como corolario, hay que señalar que las jubilaciones de Perón se pagan al ciento por ciento del salario del trabajador activo, y que el 82 por ciento móvil fue instaurado en 1958 durante la dictadura.

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