La monja María Jordán negó este jueves que estén llegando muchos chaqueños en los últimos meses, desmintiendo así, al menos en lo que a Rosario se refiere, al gobernador Hermes Binner, que hace unos días afirmó que la cantidad de gente que llega del Chaco “provoca un problema social no sustentable en la provincia de Santa Fe”.

“¿Siguen llegando ciudadanos del Chaco, hermana?”, preguntó Luis Novaresio con tono entre compungido y preocupado. “Mire, que nosotros sepamos no. Pueden ser que vengan familias pero a visitar a otros. Si se trata de los indígenas, se aproxima el verano y vienen a vender sus canastos, sus cosas, pero no hay una (llegada) continua como había en su momento. No, no, gente que va, que viene. Si son diez familias las que llegan son dos las que se quedan, los otros vuelven. En su índolo son un poco golondrinas”, describió Jordán, que luego dedicó un capítulo a las familias criollas –siempre hablando de chaqueños–, señalando que sí en esos casos llegan algunas familias que se establecen, “pero no una cosa masiva”, insistió.

En el reciente congreso de Economía organizado por Fundación Libertad realizado en Rosario, Binner había afirmado que "hoy se ve en las ciudades de Rosario y Santa Fe como están creciendo las villas miserias”, y que "es notable la cantidad de argentinos procedentes del Chaco que viene a Santa Fe, y esto indudablemente genera un problema social no sustentable en la provincia de Santa Fe”.

Desactivado lo de la “bomba social” chaqueña por el testimonio de la monja, la charla derivó a otros aspectos de la barriada bien pobre de la zona de Empalme Graneros en la que la religiosa actúa desde hace varios años, no siempre en buenas migas con otras organizaciones sociales y políticas que también se mueven en la zona.

Jordán relató que el grupo de Raúl Castells se instaló en el barrio y aseguró que la situación social en el lugar “cada vez se va un poquito para abajo” porque se “ha perdido la cultura del trabajo” y porque “hay mucha división entre los mismos indígenas”.

“El resto del mundo va adelante, especialmente los criollos que tienen toda otra cultura, tienen su vida, sus changuitas, sus trabajos”, continuó la monja, muchas veces criticada por integrantes de las otras agrupaciones y por los propios tobas por su particular visión de la cultura y las costumbres aborígenes, a las que suele asociar –si no con mala leche, con ligereza– a la pereza y la vagancia.

Jordán también consideró que “ha habido mucho manoseo político”. La charla derivó entonces en los “punteros” que sólo aparecen en tiempo de elecciones, incluyó un reclamo por un subsidio que el gobierno provincial dejó de otorgar y terminó con bromas sobre la buena relación que la monja supo tener con el extinto Nacho Suriani.

Ahora, parece que el “romance” sigue con Novaresio, que cerró la entrevista de este jueves enojado por lo de que “todavía hoy los punteros, antes de las elecciones, vayan a comprar votos al barrio de la hermana María Jordán”. ¿Se habrá comprado el barrio la monja?

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