Por Daniela Moscariello. Las vacaciones de los chicos plantean la necesidad de buscar actividades alternativas. La lectura es siempre una buena opción, pero ¿cómo elegir dentro de un mercado editorial gigantesco en el que abundan engañosos espejitos de colores?
 

A la hora de elegir literatura infantil el mercado nos ofrece un enorme y variado abanico de posibilidades. Pero esta hipertrofia editorial plantea más de un interrogante a la hora de elegir contenidos específicos, y muchas veces nos cuesta pensar en lo más apropiado para los niños.

Los espejitos de colores abundan en un mercado cada vez más concentrado y globalizado. Las ediciones para niños y adolescentes son cada vez más atractivas en lo exterior, con ilustraciones, encuadernaciones y demás vestiduras que nada dicen del contenido.

Ahora bien: ¿Cuál es el tipo de literatura capaz de lograr la atención sostenida de un chico en estos tiempos vertiginosos?

Verdaderamente elegir, decantar, y tomar un libro con un contenido específico, apto para un niño determinado, es una ardua tarea que implica sacar del medio tanto artificio y adorno.

Porque como bien dicen, no todo lo que reluce es oro, y el libro infantil no está exento de esto. La experiencia directa en el campo, es decir en el terreno concreto de los talleres literarios infantiles, indica claramente que los niños de seis a diez años se sienten muy a gusto durante la lectura de relatos con los que puedan sentirse identificados, sobre todo a partir de la narración de experiencias con anclaje en lo cotidiano. Y obviamente, también los cuentos de terror siguen estando entre sus predilectos.

Es que acaso haya que reformular el concepto de “lo fantástico” hoy. Tal vez los objetos que antes cobraban vida para lograr ese efecto deban ser reemplazados por nuevas cosas, por otros elementos acordes a los nuevos imaginarios infantiles. Por ejemplo, en tiempos de ciberespacio, de dinosaurios en vez de patitos feos, ofrecer contenidos muy dinámicos y más aggiornados resulta un desafío necesario para que, junto a nuestros hijos, se logre alcanzar el preciado objetivo: reconstruir el hábito por la lectura.
 

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