Por Juan Pablo de la Vega. Vicentico y compañía hicieron escala el sábado en Córdoba como parte del Satánico Pop Tour, que los devolvió a los escenarios luego de su alejamiento en 2002. Casi 20 mil fanáticos en el Chateau.

La línea E1 montó un circuito de coches, con epicentro en la plaza San Martín, en la capital mediterránea, que transportaba miles de deseosos que aguardaban por la vuelta de los ex Cadillacs 57.

La geometría cubista del Chateau Carreras asomaba entre el hormigueo humano que formaban los que iban llegando. Las dos pantallas que flanqueaban el escenario amenizaron la espera. Allí una cámara picada (con ángulo desde arriba) mostraba una consola de vinilos donde las “manos mágicas” de un DJ picaba discos y jugaba con simbología propia de la música que se iba ejecutando, entre ocurrencias varias, Manal, The Clash, rockstedy y cadencias reggaes.

A las 21.30 la banda salió a comerse al público con Manuel Santillán, El León. Los vientos musicales no eran leves y se generaban desde el oeste del escenario hacía el sur donde se encontraba la muchedumbre –20 mil personas dicen los cálculos–. Sonaban intensos y enérgicos. Sergio Rotman era el animador y director de orquesta con su saxofón como batuta. Daniel Lozano, ahora rapado y con una chivita de maestro zen oriental, trompeteaba a lo loco. Hugo Lobo, líder de Dancing Mood, cesionista en LFC, completaba una tríada precisa y aceitadísima que ornamentó con gran madurez la mayoría de los temas.

El breve corte de electricidad en el escenario no dejó terminar el tema inicial pero no bajo los decibeles del Chateau Carreras. Después de un sobreactuado llamado de calma por parte de un Vicentico pícaro, continuaron con Mi novia se cayó en un pozo ciego (Yo te avisé, 1987) y las piernas comenzaron a despegarse del piso. El genio del dub, psicodélico, se “mixeó" con Radio Kriminal, versión que aparece en La Luz del Ritmo, el disco que los trajo de vuelta.

Una noche estrellada en Córdoba hacía juego con la luna que asomaba desde las pantallas. La cálida y desgarrada voz de Fernández Capello cantaría Y esto es verdad para mí. Sonaba Siguiendo la luna y el tiempo del reggae. Calaveras y diablitos fue predecesor del homenaje al Toto Rotblat, percusionista fallecido este año. Teatralizado, el homenaje incluyo una base de percusión hipnótica, seguramente grabada por el músico, imágenes en las pantallas y un rito en el escenario con incienso y un geométrico corazón lleno de luces que sostuvo Vicentico hasta el silencio.

La temperatura subió nuevamente con Gitana y Vasos vacíos. Donde estaba la extinta Celia Cruz, en aquella versión del disco Ritmo Mundial, estaba ahora Midnerely Acevedo, la preciosa cantante de Mimí Maura. Su impronta le dio una sensualidad deliciosa, mientras su esposo, Sergio Rotman, retaba a sus compañeros –en un juego interno– sobre las miradas filosas que le dedicaban con la dama.

Pero la lista de temas seguiría con un hit indiscutible: Carnaval toda la vida. Movió el campo como un samba, Mal bicho como una coctelera, y Matador se pareció al Ji Ji Ji ricotero, el tema más pogueado. Carmela, del sabroso Rey Azúcar, siguió exprimiendo los cuerpos. Estoy harto de verte con otros y más reggae con Muy, Muy temprano, donde Vicentico le dio a la armónica. También se despacharon con Gallo Rojo.

La base, con los golpes precisos de Ricciardi en la batería, la energía de Flavio en el bajo, con atuendo y estética ska. Los vientos como violines. Y el “gentleman” Mario Siperman en los teclados y de traje gris impecable es la versión LFC 2008. Vicentico que completa el sexteto titular, es la voz cantante, rey de circo, con gran humor, no necesitó hablar mucho para conectarse con su público. Había dicho sobre Córdoba: “La última vez que toqué acá me gritaron «Gordo, escupí el fitito»”. De esa se escucharon varias con la tonada clásica cordobesa.

La lista siguió con Padre Nuestro, otra reversión de su último disco. El invitado fue Pablo Lescano, de Damas Gratis, ovación del público y arengue propio del género desde el escenario. El poderoso y lisérgico teclado de Lescano le puso más cumbia a la capital de Córdoba. Se prendió La Luz del Ritmo. Después de un parate la banda metamorfoseó. Vicentico y Flavio enrocaron puestos y el hijo del último tomó la batería. Allí hicieron dos covers de Los Clash y uno de Ian Dury. El cierre fue con No me sentaría en tu mesa.

Los Fabulosos Cadillacs volvieron. Se muestran felices, maduros y creativos. Dicen no sólo volver a disfrutar de los conciertos sino también de volver a componer y grabar. Parece una vuelta más sincera que otras. “Si la magia se baja nos vamos a casa”, cantan. El próximo viernes y sábado se presentan en el estadio de River.

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