Asombra leer las declaraciones del gobernador Binner en un matutino de tirada nacional, en las que, para denostar la actual gestión presidencial, reivindica la Argentina del Centenario. “Por entonces teníamos proyecto de Nación, hoy no lo tenemos”, señala el sedicente progresista, nostálgico de aquella Argentina gobernada por elites beneficiarias de un modelo primario exportador sostenido con el sudor –y en más de una ocasión con la sangre– de la inmensa mayoría de los hijos del país, y de muchos hombres y mujeres del mundo que eligieron habitar su suelo.
¿Olvida acaso nuestro gobernador las denuncias de Juan Bautista Justo, o aquel “Informe sobre la clase obrera argentina” redactado por Bialet Massé hacia 1904? Este último describía allí con precisión las penurias de los peones de campo y los obreros –hombres, mujeres y niños– de las grandes urbes, dando cuenta de condiciones de trabajo que rozaban la esclavitud, situación que se sostuvo sin alteraciones durante casi cuatro décadas más. Paradójicamente, el “granero del mundo” le negaba el pan a casi la mitad de sus habitantes: hacia 1910 el 40 % de la población en edad de realizar el servicio militar era considerada no apta por haber sufrido desnutrición infantil.
Como aquel poeta socialista –devenido en escriba del régimen– que supo celebrar ese orden de cosas en su “Oda a los ganados y las mieses”, Hermes Binner –salvando distancias y dotes literarias– ha mostrado en los últimos meses una proverbial vocación para rendir pleitesía a los poderes económicos más concentrados y a sus voceros ocasionales. Su elegía del Centenario se inscribe, pues, en este intento por dar muestras de compartir un horizonte cultural común con la oposición conservadora.
Eduardo Toniolli
DNI 25.728.997
