Marchas multitudinarias por las calles de Caracas. Multiplicación de spots publicitarios. Pintadas, folletos y carteles que se desparraman por las principales ciudades del país. Así se vive la semana previa a la votación del 15 de febrero en la cuál los venezolanos dirán SI o NO a la enmienda constitucional que posibilite la reelección indefinida de su Presidente.

Parece imposible abstraerse del clima preelectoral. Aún en los pequeños poblados costeros la actividad proselitista se sostiene sobre la base de militantes de los sectores en pugna. Las mesas familiares y las conversaciones en los bares terminan, de una u otra manera, conversando sobre el tema.

Es que, más allá del juicio que cualquiera pueda hacer sobre el proceso político vivido desde 1998, nadie puede dudar de que el gobierno de Hugo Chávez haya marcado a fondo la vida de Venezuela. Por más que la oposición se esmere por centrar las argumentaciones en el tema específico que se pone a consideración (con la idea de seducir a los sectores populares que acompañaron el NO del 2 de diciembre de 2007) el SÍ y el NO estarán dirigidos a la mismísima figura presidencial.

Chávez ha intentado en esta campaña que la población haga una evaluación de su década en el Palacio de Miraflores. Es quizás el juego que más le conviene. Y para tensar la cuerda, no duda en afirmar que la continuidad de la revolución depende de la posibilidad de que la enmienda resulte aprobada. Toda la maquinaria estatal está puesta al servicio de la campaña electoral y de los próximos comicios, lo que despierta la ira de un sector de la oposición, la cual se escandaliza por el uso de fondos públicos para estos fines cuando nada pareció denunciar en décadas de aprovechamiento del estado para fines privados.

La oposición mostró toda su fuerza el pasado sábado en una marcha que recorrió de este a oeste toda Caracas, partiendo del populoso Petare (la mayor de las barriadas pobres de la capital) para terminar en las proximidades de Plaza Venezuela, en el corazón de la ciudad. La concurrencia mostró mucha espontaneidad y convicción detrás del NO. Los universitarios y el Partido Primero Justicia pusieron la mayor parte de la “frescura” de la movilización. Los partidos tradicionales (COPEI y la Acción Democrática) movilizaron su aparato político pero terminaron fagocitados por la marea de ciudadanos de clase media que constituyeron la base principal de la convocatoria.

“No es NO”, dice la principal consigna opositora, que pelea con el “Sí, Va” de los seguidores de Chávez. Si algo no le falta a la campaña electoral es color: los azules, amarillos y verdes del NO confrontan con el rojo clásico del partido gobernante, casi en una expresión plena de lo que se vive en el campo político. La heterogeneidad de fuerzas de oposición han encontrado un punto común en su rechazo a la enmienda mientras que la homogeneidad oficialista parece muchas veces aislada en medio de tanto rechazo.

Los medios de comunicación hacen su juego. La prensa escrita se alinea casi completamente con el NO y no deja de demostrarlo en cada columna de opinión y en los titulares de notas y reportajes. El SÍ parece más presente en las radios, principalmente en las miles de FM que se desparraman por todo el territorio nacional.

No es casual que la fuerza de oposición a Chávez luzca más sólida en Caracas (distrito donde casi todos los alcaldes son opositores al presidente y donde más se siente la fuerza de universitarios y sectores medios) y el SI se vea casi imbatible en los cientos de pequeños poblados del interior, donde sólo se observan a sus carteles y sus militantes. El actual presidente venezolano tiene sus fortalezas en los sectores pobres y medios pobres, en el interior del país y en las barriadas de las grandes ciudades.

En las próximas horas, Chávez centrará todas sus fuerzas en aceitar el operativo de movilización electoral que luce entrenado pero menos vigoroso después de dos elecciones donde los resultados no dieron margen para demasiada algarabía. La oposición apuesta a la publicidad y a la organización de un ejército de “testigos electorales” que fiscalizarán los comicios.

Ambos se darán una estrategia con los indecisos abstencionistas que parecen, en una elección tan pareja, una fuerza desequilibrante. La oposición apuesta a la participación electoral con frases tales como “el que calla otorga” y “yo sí cuento, yo voto”. Los seguidores de Chávez quieren afianzar la fuerza propia tratando de que todo el que apoye el SI no deje de ir a votar. Y si el indeciso piensa votar el NO, el mensaje es muy claro: que el domingo se vaya a la playa más cercana y no vote, como dijo en una radio del interior un dirigente oficialista.

(Fuente: Fundación para la Integración Federal)

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