En la todavía oscura mañana de este martes, el humor negro afloró orondo desde los fondos de una ciénaga radiofónica. El tema abordado por el movilero Marcelo Maricich motivó la sesuda intervención del conductor Marcelo Casal, un señor que día a día muestra la infinita elasticidad con que la derecha se mueve en el éter rosarino. A las 6.44, cuando el frío calaba los huesos de muertos y vivos, el notero del programa Amanece que no es poco, de LT3, lanzó al aire: “Ayer (por el lunes) en el Concejo, en la comisión de Planeamiento, se avanzó con el voto favorable –pero hay que ver si se juntan los dos tercios de los votos– para que se dé luz verde a un convenio entre el municipio y la fundación Madres de Plaza de Mayo. Esto está vinculado a la urbanización del asentamiento toba que está…”. En ese momento fue interrumpido por Casal, quien aprovechó para meter un inocente bocadillo: “¿Es ahí donde está Felisa (Miceli), la ex ministra de Economía de la Nación?”, preguntó. Y ahí arranca, o desbarranca, para mejor describir, la salida desde el móvil, porque Maricich responde que no, que el que está al frente del tema es otro: “…el que estuvo manejando esto es Schoklender…”, alega, dejando esos puntos suspendidos en el altavoz de cada receptor.

Casal no elude su responsabilidad como comunicador y en seguida arremete: “¿No habrá venido antes de ayer para el día del padre… no?”. Maricich, modestamente, susurra un “…no precisamente”, al tiempo que se escuchan unas risas. Casal insiste, y le pregunta a su interlocutor: “¿Humor negro el mío?”, a lo que el movilero, insuflado de algo de dignidad, acota un lacónico “Sí”.

El conductor, lejos de amilanarse, agrega: “Pero más negros son los Shoklender…”. Y el notero, que no está en la fría madrugada para andar peleándose con el dueño del circo sónico, responde, sin abandonar el laconismo de manual: “Seguro…”. Casal, presa de una poco encomiable misión articuladora, arriesga un puñado de fichas: “Ahora (Schoklender) está con las Madres… dale…”. Y Maricich entonces desarrolla la información, por así decir:

“Esta urbanización contempla la construcción de 500 viviendas… (en) la primera etapa serían 256, en Avenida de la Travesía y Juan José Paso, un lugar muy conflictivo porque muchos vecinos que viven en ese lugar se resisten a esta urbanización, que sería financiada por la fundación Madres de Plaza de Mayo. Algunos detalles más los dio la concejala Viviana Foresi, que es la presidenta de la comisión de Planeamiento”. E inmediatamente pasan una grabación con el testimonio de la edila socialista.

Maricich completa la info: “Esta urbanización comprende la construcción de una escuela, un centro de salud, un destacamento policial, un polideportivo y un salón de usos múltiples”.

Como colofón bizarro, Casal aporta lo suyo, en un reverberar de pulsiones tanáticas: “Éste es el dinero que el gobierno nacional le da a las Madres de Plaza de Mayo… a la constructora… lo triste es que tenés que tratar con Schoklender… dicen que todas las casas van a tener sótano… qué lindo es firmar un acuerdo con Schoklender… Mirá si te dice: «Venga a firmar a mi estudio, esta tardecita, cuando oscurezca…», no me digas que no te corre un frío por la espalda… Y el secretario es el hermano… pase, tome asiento que ya volvemos… qué cosa!!… los Schoklender… con Felisa Miceli… Decí que el Petiso Orejudo se murió…”. Cuac.

Puede que para Casal no tenga importancia alguna que Sergio Schoklender haya purgado condena por el delito que cometió, por tremendo que haya sido, una cualidad que muchos condenados más famosos no pueden exhibir en la Argentina y eso no despierta tanta indignación en el periodista motoquero. Puede, incluso, que el problema de Casal no sea de índole moral ante el parricidio, sino ideológico. Puede. Puede que todo pertenezca al orden de lo sobrenatural. Pero de ser así, amigo Casal, a usted no lo salva ni el Señor I, ni el propio Papa, ni los mendocinos dueños de la emisora donde se desempeña, quienes ya tienen reservado, desde hace mucho tiempo, un palco VIP en el Averno.

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