“Si soy amigo de alguien del que dicen que es una basura y yo por algo le tengo algún afecto, bueno tengo afecto y punto, no puedo juzgarlo” contestó el domingo 15 de marzo la jueza Federal Laura Inés Cosidoy al periodista José Maggi, quien le había preguntado a la magistrada si no creía que el dictador Leopoldo Galtieri “fuera capaz de ordenar la muerte de alguien”. Por estos días, la magistrada –ungida heroína del combate contra el narcotráfico por “San Novaresio”– , volvió a ser noticia porque el Secretario de derechos humanos de la CGT Julio Piumato, recordó que sus compañeros de detención durante la dictadura, venidos de la región del Segundo Cuerpo de Ejército, le contaron que cuando tuvieron a Cosidoy como defensora, ésta les solicitaba “que se quiebren”, así ella intercedía “ante su amigo Galtieri”. Luego de las declaraciones de Piumato, la jueza salió a desmentirlo y en el intento se desmintió a sí misma.

El cruce de declaraciones comenzó luego de que en el marco de una charla en Rosario, el secretario de Derechos Humanos de la CGT, Julio Piumato, contara que la jueza federal Laura Inés Cosidoy “le pedía a los detenidos por la dictadura militar que se quiebren”.

Las palabras de Piumato fueron vertidas ante una auditorio que participó de la jornada de apertura del ciclo denominado Vigilia de Cine (cine Argentino y derechos humanos) que se desarrolló este lunes en el Centro Cultural La Nave, cuyo panel de apertura contó con la presencia de Eduardo Toniolli, en calidad de querellante en causas de derechos humanos; Liliana Mazure, presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa); Juan Nucci, secretario ejecutivo de la Asociación Tribunales de Empleados del Poder Judicial de Santas Fe; y Piumato, secretario de Derechos Humanos de la Confederación General del Trabajo (CGT) y secretario general de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación. Después de la charla se proyectó la película “1973 un grito de corazón”.

La jueza Laura Inés Cosidoy salió a cruzar los dichos de Piumato, y se tomó de un detalle minúsculo de un extracto de los dichos del sindicalista reproducidos por distintos medios, para intentar desmentir las palabras del líder sindical y ex preso político de la dictadura. Éste extracto, reproducido sólo por algunos medios, decía: “le pedía a los detenidos por la dictadura militar que estaban en Coronda que se quiebren”.

Así, la respuesta de la jueza Cosidoy se basó en aclarar que lo de Piumato era "una falsedad” ya que “él (Piumato) dice que los detenidos de Coronda iban a Buenos Aires y que ahí entró en contacto, pero eso es falso. Cuando me designan defensora, armo los expedientes para que mis detenidos lo conocieran y jamás hubo un procesado de la ley 2.840 en Coronda" (palabras textuales de la Jueza Cosidoy dichas en Radio 2 y reproducidas en el portal rosario3.com).

Vale la pena aclarar, que los dichos textuales de Piumato —que pueden leerse en la nota alusiva al tema de redaccionrosario.com—, fueron que Cosidoy “le pedía a los detenidos por la dictadura militar venidos de Coronda, de Rosario, y esa región, que se quiebren”. Lo que deja claro que el sentido de la frase apunta a referirse a sus compañeros de detención venidos de esta región, del Segundo Cuerpo de Ejercito, y por tanto que podían tenerla a ella como defensora oficial, cargo que Cosidoy ejerció durante esos años de dictadura.

En sus incursiones mediáticas, la jueza Cosidoy elucubró una teoría respecto a que los cuestionamientos a su rol de defensora oficial en la última dictadura "no están desvinculadas de sus denuncias a la gestión del ex ministro de Justicia de la Nación, Aníbal Fernández”. Días previos a los dichos de Piumato –quien por otra parte no había hecho esas declaraciones a la prensa sino en el marco de una charla–, Cosidoy había realizado denuncias a la prensa sobre el narcotráfico en nuestra provincia.

Cebada en su intentona de refutar al referente gremial, la jueza llegó incluso a desmentir sus propios dichos que realizara a Rosario12, cuando reconoció una relación amistosa con el dictador Galtieri. Consultada este miércoles 29 de julio por Radio 10 de santa Fe sobre su relación con Galtieri, Cosidoy sostuvo que “una vez dije que en su momento me salvó la vida y que yo no iba a tener la deslealtad de desconocer esa circunstancia y no puedo juzgar sus actitudes. Sé que me salvó la vida y eso es verdad, pero nada que ver con reuniones y cenas de las que habla Piumato, no tengo la menor idea de donde sacó esa versión”.

Basta recordar las declaraciones de Cosidoy al periodista José Maggi del domingo 15 de marzo de este año, para ver la contradicción de su defensa frente a la denuncia de Piumato. En aquella entrevista, Maggi le preguntó ala jueza: “Una de las interpretaciones que se hicieron cuando Bielsa reconoció su ayuda, es que si alguien podía salvar la vida de otro en una dictadura era porque del otro lado había alguien que escuchaba a esa persona. ¿Quién escuchaba sus pedidos del otro lado?

—Galtieri. Les guste o no les guste –respondió Cosidoy.

La entrevista publicada en Rosario continuó de la siguiente manera:

—¿Usted tenía diálogo con el general Leopoldo Fortunato Galtieri? –replicó Maggi.

—Sí, creo además que le debo la vida a Galtieri, porque para el resto de los que eran las fuerzas de operaciones que integraban militares y policías, mi cabeza no valía dos pesos. Se han inventado muchísimas historias en relación a Galtieri y a mí, pero también se inventaron con jefes de policía y con ministros. Realmente no me importa, porque sé el respeto que yo tuve y la conducta mía, así que en ese sentido estoy absolutamente tranquila, y no tengo ningún derecho a negar que era escuchada al punto de que me salvó la vida.

—¿Cuándo le salvó la vida Galtieri?

—Cuando hubo un episodio raro, de movimiento de personas, que se llegó a saber, porque yo sabía cosas que mis defendidos me habían contado. Mi cabeza no valía nada.

—¿La quisieron matar?

—Sí, me quisieron matar. Fue antes el Mundial’78. En ese momento no supe, recién ahora estoy poniéndole cara a los relatos. Entonces eran apodos: El Chino, el Potro, el Burro.

—Fue el propio Galteri quien se lo comunicó?

—Sí, me llamó por teléfono una tarde para que fuera al Comando que quedaba en Córdoba y Moreno, y me estaba esperando en el escritorio. Por lo general nos sentábamos en los sillones, y creo que en ese momento él suponía que yo estaba más alertada del tema, que conocía algo, e intentó darme tranquilidad, pero finalmente me tuvo que contar lo que pasaba porque lo ignoraba totalmente.

En otro pasaje de la nota, José Maggi preguntó:

—¿Usted no creía que Galtieri era capaz de ordenar la muerte de alguien?

—No creía, así como lo estoy mirando a usted, se lo digo —respondió Cosidoy.

—¿Qué le llevaba a pensar eso?

—(Se le llenan los ojos de lágrimas). El no tener nada para pensar que era capaz de hacer una cosa así. No lo sé, es una de las cosas que es difícil de explicar, tan difícil como explicarle a la gente porqué no puedo juzgar a alguien que quiero. Si soy amigo de alguien del que dicen que es una basura y yo por algo le tengo algún afecto, bueno tengo afecto y punto, no puedo juzgarlo.

Como suelen decir los abogados, fiscales y tantas personas a las que le viene bien la frase en muchas oportunidades como esta: “A confesión de parte, relevo de prueba”.

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