Ricardo Kirschbaum, editor general del diario Clarín.
Ricardo Kirschbaum, editor general del diario Clarín.

El Señor I se pone en profesor y recomienda un trabajo práctico para que los interesados en cómo funciona el periodismo aprendan qué es una operación de prensa. Se trata de repasar lo instalado por Clarín para deslegitimar la decisión del gobierno nacional de abrir el juego en lo que a la labor del Indec se refiere. Siendo las tres de la tarde del martes 11 de agosto en clarín.com se dice que la nota más leída de ese sitio es la que se titula “La UBA en pleno rechaza asesorar a Economía para transparentar el Indec”. Ni el bolonqui del fútbol, ni alguna nota bizarra. Esta vez los lectores de clarín.com fueron en masa a leer sobre el Indec. Arranca ya desde aquí el tufillo a operación. Pero apenas arranca.

El Señor I engrosa la estadística con olor a trucha y hace el clic correspondiente en busca del pronunciamiento de la UBA en rechazo a la invitación oficial a pispear qué pasa en el Indec. Pero no, no hay pronunciamiento de la UBA. Resulta que la UBA no se negó un carajo a la invitación. Tras cliquear en el que asegura que “La UBA en pleno…”, el Señor I encuentra otro título: “Profesores de Sociales y Exactas de la UBA también rechazan apoyar a este INDEC”.

Sigamos con el texto de lo que en la jerga periodística se llama la bajada, que consiste en algunas líneas en las que se refuerza lo que afirma el título. Dice así: “(los profesores de Sociales y Exactas) Se sumaron a lo que ya habían expresado sus pares de Económicas. Mientras, el decano de Exactas ratificó su decisión de que esa Facultad asesore a Economía para transparentar el organismo”.

A ver, a ver. En apenas dos títulos y una bajada pasamos de que “La UBA en pleno rechaza…” a que “el decano de Exactas ratificó su decisión” de no rechazar para nada la invitación de la Casa Rosada. O sea que nada de UBA en pleno. Pero bué, el Señor I se pone en abogado del diablo y dice no es la UBA en pleno pero rechazo de docentes debe haber. Y entonces sigue buscando.
Vamos entonces a la “cabeza” de la nota, o sea el primer párrafo, donde los manuales recomiendan resumir los datos más importantes desarrollados en el resto del texto. Ahí se lee que “profesores de las facultades de Ciencias Sociales y Exactas de la UBA se sumaron hoy a la postura que ya habían manifestado algunos de sus pares de Económicas con respecto a la invitación del Gobierno para que esa universidad forme parte del consejo académico que asesorará al Ministerio de Economía para "transparentar" (estas comillas son de Clarín) al INDEC”.

El Señor I se pone loco con el redactor y quisiera tenerlo enfrente para hacerle releer lo que escribió y señalarle que en la “cabeza”, dicen los manuales, debería estar explicitada cuál es la fucking “postura” que se menciona. Porque el primer y segundo título hablaban de “rechazo”, y entonces en la cabeza debería aparecer el mismo verbo.

Aunque ya mareado por el olor a carne podrida, el Señor I sigue buceando y no encuentra en todo el texto conjugación alguna del verbo rechazar. O sea, no hubo rechazo ni de la UBA en pleno ni de los docentes de Ciencias Sociales y Exactas y ni siquiera de los docentes de Economía a los que supuestamente los otros se habían sumado. Incluso, sobre qué fue lo que dijeron los docentes de las primeras dos facultades no hay siquiera una línea en toda la nota.

Sí hay de los de Economía, donde hubo planteos en cuanto a la necesidad de establecer ciertas condiciones para que la UBA acepte el convite oficial. Pero de “rechazo”, ni una pizca.

El Señor I no quiere, lector, lectora, aburrirlo con transcripciones. Sí le ofrece, si tiene tiempo y ganas, acceder a los textos completos de la nota aquí comentada, publicada en la edición digital de este martes de la gran cloaca argentina, que sustancialmente reitera lo publicado en la edición impresa de la misma cloaca y de la misma fecha, con firma de Ismael Bermúdez.

Así verá, lector, lectora, que absolutamente nadie desde la Universidad de Buenos Aires “rechazó” la invitación del gobierno a integrarse a un comité académico que intervenga en las estadísticas oficiales.

Pero además, ni siquiera es novedad lo de las dudas expresadas por docentes de la facultad de Economía. Ya el sábado 8 de agosto Página 12, en el marco de una nota firmada por Tomás Lukin, dio cuenta de ellas. Aquí un párrafo de ese artículo: “La creación del Consejo (asesor del Indec) fue interpretada por algunos economistas y políticos como una forma de ganar tiempo sin tomar las decisiones necesarias. Gran parte de las críticas surgieron desde la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde además cuestionaron la falta de autonomía y transparencia en el instituto estadístico. Las autoridades de la institución advirtieron que a pesar de “los prejuicios existentes y las opiniones disidentes que existen en el seno de la universidad, no es posible negarse a priori y se debe actuar de la única manera que lo hace esta casa de estudios: con libertad académica, con rigor científico y con responsabilidad social”".

Que no haya habido rechazo sino algunos cuestionamientos, que lo de los cuestionamientos haya sido sólo de algunos docentes y no de la “UBA en pleno”, que esos cuestionamientos no sean novedad por cuanto ya llevan varios días de expresados, nada de esto le importó al editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum, a la hora de redondear la opereta de deslegitimación de los cambios que el gobierno está haciendo en el Indec. El Kirschbaum este le dio para adelante con una columna de opinión titulada “La incredibilidad del INDEC”.

Lo que es increíble es lo de Clarín.

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