Liberty City, en Miami, papá.
Liberty City, en Miami, papá.

Plantaciones de marihuana en sótanos de casas abandonadas, saqueadas con furia por sus propios habitantes desalojados. Okupas inspirados en los Sin Tierra de Brasil y policías que patrullan a hurtadillas, temerosos de un levantamiento popular. Bienvenidos al estado de Florida estragado por la burbuja financiera que estalló como bomba de neutrones.

Quienes todavía piensan que el estado de Florida es sólo palmeras, sol, playas, hoteles, cubanos ultra capitalistas, casas Art decó, shoppings y apacibles jubilados estadounidenses están cortos de información. El estallido de la denominada “burbuja financiera”, una de las manifestaciones del descalabro de Wall Street de fines de 2008, produjo 1.700.000 embargos judiciales de bienes inmuebles hipotecados en los Estados Unidos, y el estado de Florida fue gravemente afectado. Los bancos habían otorgado créditos hipotecarios a personas que después no pudieron pagarlos, y sobrevino el desastre inmobiliario, y social. El típico paisaje de casitas apacibles de clase media, con bien cuidados jardines adelante, se vio violentamente alterado cuando sus habitantes no pudieron cancelar las deudas y debieron abandonar sus hogares. Muchos de ellos, enfurecidos por el fracaso, desencajados ante un sueño americano que devino pesadilla, destrozaron las propiedades antes de abandonarlas. En esas casas derruidas algunos instalaron invernaderos clandestinos para cultivar marihuana, para consumo personal y también para la venta. Otros, más organizados, ocuparon las casas, las reacondicionaron y las convirtieron en refugios para las miles de personas que se quedaron sin hogar.

Estos actos “ilegales”, perpetrados en el mismo corazón del imperio capitalista adorador de la propiedad privada, consiguieron sin embargo cierta legitimidad, dado el contexto de pobreza y desocupación que afecta al estado de Florida, que en dos años casi cuadruplicó su tasa de desempleo: de 3,5 por ciento en 2007 a 12 por ciento de 2009. Por eso es que las autoridades se ven obligadas a hacer la vista gorda y dejar pasar estos actos considerados más propios del Tercer Mundo que de la dorada Florida, al menos de acuerdo a un imaginario ya desactualizado que pide una urgente revisión.

Porque es obvio que muchas cosas han cambiado: en Florida, 1.800.000 personas, es decir un habitante de cada diez, recibieron ayuda alimentaria en el marco del Programa de Asistencia Federal denominado Suplementación Nutricional. La cifra representa un aumento del 54 por ciento con relación a 2007.

Así fue como en medio de este paisaje de devastación social, entre los subsidios estatales y los intentos individuales de salvación, surgió algo distinto en el barrio más pobre de Miami, el denominado Liberty City, mayoritariamente habitado por afroamericanos: la organización Recuperemos la Tierra (en inglés “Take back the land”), que se dedica a recuperar casas abandonadas para luego reacondicionarlas y utilizarlas para dar refugio a las familias sin techo, inspirados en el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil y en las aldeas Ashanti de Sudáfrica.

Según se indica en el sitio de la organización, todo comenzó el 23 de octubre de 2006, cuando activistas y personas sin hogar tomaron un terreno en Miami, ubicado en la intersección de la calle 62 y la avenida 17, que era propiedad del estado y del condado. Allí colocaron la bandera del movimiento, plantaron carpas y fueron construyendo lo que terminó siendo una comunidad autogestionada y autosostenida que cobijó a 50 personas. La llamaron Umoja Village (“Umoja” significa “unidad” en la lengua africana swahili). Se construyeron casas de madera, huertas, y servicios sanitarios, y todas las decisiones de esa pequeña comunidad, tierra liberada en medio de Miami, se tomaban a través del voto de sus habitantes. Pero la experiencia sólo duró seis meses. El 26 de abril de 2007, “en sospechosas circunstancias” según se indica en el sitio oficial de la organización, un incendio arrasó con todo. Pocas horas después las motoniveladoras del estado hicieron el resto y borraron esa experiencia comunitaria de la faz de la tierra. Nunca se realizó una investigación seria sobre lo sucedido.

En la página de la organización se explica que Recuperemos la Tierra se basa en los siguientes supuestos teóricos: 1) El movimiento es fundamentalmente sobre el problema de la tierra. Los afroamericanos tienen derecho al control de las tierras de sus propias comunidades y tienen derecho a utilizarlas para el bien público. 2) El gobierno es parte del problema y no podemos depender de sus soluciones. 3) El desarrollo no es cuestión de edificios, ni pavimentación de calles, ni tecnología. El verdadero desarrollo es potenciar la vida de las personas reales.

A partir de octubre de 2007, la organización que comenzó luchando contra la especulación financiera que expulsaba a los afroamericanos de sus propios barrios, se dedica a identificar terrenos fiscales vacantes y casas embargadas deshabitadas para convertirlos en refugios para gente sin hogar. “La campaña Recuperemos las Casas continúa en marcha hasta la fecha”, se señala en el sitio del grupo como cierre del capítulo que describe la historia del movimiento, que viene luchando no sólo contra las autoridades y los incendios misteriosos, sino también contra las opiniones adversas de muchos habitantes de Florida que rechazan el accionar de Take back the land, como puede comprobarse con sólo acceder a los comentarios de algunos lectores en el blog del movimiento. Y más allá de las distancias físicas, políticas y culturales, muchos de esos argumentos resultarán muy familiares por estos pagos, porque se parecen a los expresados aquí mismo, en Rosario, por ciertos oyentes de clase media de las radios locales que despotrican, bufan y resoplan cerriles contra toda forma de organización social y militancia colectiva, como si todos escucharan la misma emisora.

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