La cobertura periodística de la operación de Néstor Kirchner abruma al Señor I que, de todos modos, invita a apreciar una perlita, de las fieritas la perlita. Se trata de la conclusión a la que llega Nelson Castro en un artículo publicado en Clarín: lo que tiene Kirchner es “enfermedad de poder”, afirmó por escrito y con rúbrica al pie el doctor Nelson, a poquitas horas de la intervención quirúrgica y con poco dato cierto a mano sobre la dolencia del Néstor.
Atenti que el Señor I no pierde de vista que don Nelson ha escrito un libro al que llamó “Enfermos de poder” y refiere al tema de las enfermedades de presidentes y personalidades políticas.
El Señor I confiesa que sigue en la lucha pero que hay sufrimientos a los que ya no se somete por la causa, como por ejemplo leerse un libro como este de Nelson Castro.
O sea, el Señor I no leyó el libro, pero no se morfa que ni en ese texto castriano ni en cualquier volumen que exista sobre la faz de la tierra hay argumentos que permitan sostener desde alguna base creíble que Kirchner o quien sea sufre “enfermedad de poder”.
Por lo pronto, donde no hay argumentos suficientes es en la nota completa publicada en Clarín este lunes de post-operatorio que el Señor I invita a leer. Pero por si al lector también le cae indigesto el devenir redactivo castriano, se le adelanta desde aquí que el bueno de Nelson hizo todo un olvidable desarrollo de la cuestión de cuánto y cómo se debe informar sobre la salud de presidentes y dirigentes políticos de peso y, de repente, saltó a ponerse el delantal, agarrar el estetoscopio y diagnosticar qué catzo es lo que realmente tiene Kirchner, ya que no una mera cuestión en la carótida.
Vale repasar el párrafo completo en el que el doctor Castro diagnostica y a la vez, como buen galeno de los de antes, aconseja al Néstor parar un poco la moto:
“Este episodio debería ser un hito en la vida del Dr. Néstor Kirchner que le permitiera reflexionar y apreciar la verdadera dimensión de lo que produce sobre la salud de una persona la enfermedad de poder”.
Impresionante lo del doctor Castro. Un periodismo entre científico e intuitivo, sería.
El Señor I se consuela con que el Néstor no se tomará ni un minuto para “reflexionar y apreciar la verdadera dimensión” de la locura que tiene, según afirma, así porque sí nomás, el Nelson este que no parece almirante pero sí al menos capitanejo de la flota mediática opositora al gobierno nacional.
¿Cómo encuadrar lo de Nelson Castro en los debates sobre la ética periodística? ¿Qué decir del compromiso con la verdad, de la búsqueda de fuentes? ¿Qué enfermedad será la que tiene don Nelson? Al Señor I le duele un poco la cabeza y no sabe si acudir al hospital más cercano o a un programa de TN.
Eso sí, de los dólares que compró y sacó del país, el doctor no dijo ni mu.
(Foto: Crítica digital)