Ernestino TNmbaum, periodista.
Ernestino TNmbaum, periodista.

En el medio de un clima pesado, y no sólo por el calor de marzo, el Señor I hace un repaso sobre algunos progres que la van de desilusionados del gobierno y que en realidad son más peligrosos que los fachos más rancios, ya que hacen el trabajo fino de los gorilas más abyectos.

El Señor I prefiere la asquerosa sinceridad de los fachos y golpistas más recalcitrantes que dicen “esa yegua”, “montonera loca” y otros insultos más procaces, que los analisis de los progres “desilusionados”, infinitamente más útiles a la derecha.

Esa derecha argentina que quiere voltear tanto la ley de medios como los juicios a los represores y borrar del mapa sindicatos, aumentos de salarios por paritarias, jubilaciones a los que no tienen aportes, y que sueña, además, privatizar hasta el aire, militarizar la protesta social y pretende que comamos soja y que la carne cueste 100 pesos el kilo. ¿El Señor I exagera o se queda corto?

Ernesto TNembaum en el prólogo de su nuevo libro “¿Qué les pasó?” (a los Kirchner, cómo si ya se hubiera consumado el golpe blanco), dice: “Tuve una módica esperanza, dudé, me entristecí, y odié en todos estos años.”

Sietecase, en un reportaje publicado el domingo en la revista Sociedad, sentencia: “Decepción es la palabra más adecuada que describe lo que siento de este gobierno”.

Por su lado, Eduardo Van der Kooy –ya no se sabe si opina o amenaza– desde su columna dominguera escribe: “Un gobierno jaqueado como nunca”, y compara al gobierno, en el medio de la puja legislativa, ¡con Fujimori cuando cerró el Congreso en Perú!

Hasta Alejandro Borensztein, el hijo de Tato Bores, que en un reportaje decía que los K no eran “ni tan buenos ni tan malos”, desde su columna de “humor” en Clarín, dispara cosas como que (el día del faltazo de Méndez) el gobierno había pactado con el riojano y que Aníbal Fernández “compra” a los legisladores.

Pero lo que a los progres, cuya lista de referentes mediáticos ya no importa tanto como los que lo son por idiota vocación, les preocupa es el nivel de confrontación de los Kirchner. No se desilusionan del “periodismo independiente” de Clarín que inventa que Kirchner cobra dos sueldos, que da por verdadera una ridícula carta del Loco Bielsa desde Chile por el terremoto, entra tantos papelones periodísticos. En definitiva, no les conmueve que un monopolio de comunicación masiva tenga como objetivo extorsionar al gobierno, como lo hizo desde la vuelta a la Democracia con todos los presidentes.

Tampoco se desilusionan de los jueces que traban la aplicación de la nueva ley de medios, que uno de ellos tenga antecedentes records de haber actuado durante los gobiernos militares de Onganía, Levingston, Lanusse y Videla, y que sea el mismo que intentó suspender la exhibición de la película La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese. Y menos que la otra magistrada que interpuso la cautelar sea la misma que había dejado sin efecto la señal gratuita de la televisión pública en Mendoza porque un socio en Supercanal del grupo Vila-Manzano había presentado un recurso de amparo porque la señal pública “interfiere la de los canales que transmite el cable”. Pero nuestros progres hablan de “una puja de poderes”.

No los indigna la postura de intransigencia de la oposición en el Congreso a la hora de consensuar las comisiones. Como no se sorprendieron por la coincidencia de los personajes más nefastos de la política argentina, como el señor de los Anillacos, entre otros con Carrió, Solanas y Giustiniani.

Claro, se desilusionan con los K, que, dicen, pintaban para otra cosa.

Que el gobierno no supo torcer y que hasta promovió esta nueva Unión Democrática puede ser cierto, y, aún reconociendo innumerables errores en sus decisiones, hay que decir, una vez más, que mirando la vereda de enfrente, el Señor I se queda de este lado a pesar de los pronósticos de terremoto, en este momento, cuando estos republicanos de medio pelo aparecen siempre más allá del bien y del mal.

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