Una de las noticias más comentadas de esta semana fue la de un falso sacerdote que se presentó con un pibe en un hotel céntrico y pidió una habitación matrimonial, preservativos y una factura a nombre del Arzobispado de Rosario. Para algunos fue una ocurrencia muy graciosa y para otros indignante. La versión tan insólita como poco seria –estaba más cerca de un atentado surrealista o dadaísta o de un sketch de Capusotto, que de un hecho informativo– , se hizo noticia; el periodismo ansioso de escándalos, no puso reparos y la echó a rodar. Al final, y para colmo, se supo que se trataba de ¡una nueva cámara oculta de CQC! ¡Bingo! Los primeros indignados fueron los mismos que difundieron con frenesí la falsa noticia en portales, radios y canales de TV de Rosario.

El tema picó en la mañana del lunes en una ciudad aún conmovida por la denuncia de supuesto abuso de menores por parte de Reynaldo Narvaisal, párroco de la tradicional y católica Nuestra Señora de Pompeya.

Por la tarde, la noticia que los portales habían difundido sin ponerse colorados –la única excusa ética era que se trataba de una denuncia policial–, más tarde se develó como parte de “un informe” de CQC hecho con actores que apuntaba a “ver las reacciones de la gente ante estas situaciones extremas”. Todo por el bendito rating.

Lo insólito, además, fue que los mismos medios que difundieron la noticia como “un misterioso hecho”, luego de conocido que se trataba de una bromita de CQC, se rasgaban las vestiduras por el mal gusto de estos porteños. El que esté libre de amarillismo que tire la primera piedra.

Por otro lado, volvamos sobre el recurso de la cámara oculta que, a esta altura, ya es por su infame uso, sinónimo de falta de creatividad y de rigor periodístico a la vez que de mal gusto.

Pero claro, el objetivo del informe de CQC era superlativo: “Queríamos ver cuál era la reacción de las personas. La verdad es que este conserje tuvo la actitud correcta (denunciar el hecho a la Policía). Lo hicimos en diez hoteles de Buenos Aires y Rosario y dos solamente hicieron esto. Los demás dejaron que el supuesto cura y el chico se queden en la habitación", relató uno de los productores, según publicó el lunes La Capital.

Es decir, esto tipos de la agarraron con los laburantes de los hoteles que parece que si no actuaban de acuerdo a lo que ellos consideran actuar de forma honesta –esto es llamar a la Policía ante semejante situación increíble– son cómplices morales de la pedofilia. Y encima, los muy buenos y morales productores de CQC los tienen filmados ¿Si son tan jugados por qué no se van un ratito a joder con sus camaritas ocultas al Vaticano a ver qué les pasa?

Los productores de CQC tuvieron que presentarse ante la Policía local para explicar el suceso y pedir disculpas, a un juez también, que aún los tiene entre ojos. Claro, no se disculparon ante los pobres conserjes que además de aguantar rutina de las locuras cotidianas para parar la olla, ahora, gracias a sus cámaras, son “cómplices de la pedofilia”.

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