Algunos lanzaron consignas racistas y homofóbicas. Otros descartaron la retórica y lanzaron ladrillos. La aprobación de la reforma del sistema de salud desató la violencia de la derecha estadounidense. “Que te enfermes de cáncer, que te desangres y mueras”, fue uno de los mensajes destinado a un legislador demócrata que apoyó la iniciativa. Pese a que Obama debió negociar y la reforma salió en versión light, aun así resultó indigesta para los grandes grupos concentrados y sus partiquinos.
“Kill the Bill” (“Matar la ley”) es una expresión que se utiliza mucho en los Estados Unidos desde que se instaló el debate por la reforma del sistema de salud, que apunta a dar cobertura a 32 millones de estadounidenses que no la tienen, y que enfurece a los grandes grupos económicos concentrados vinculados a las aseguradoras y los laboratorios. Estos sectores tenían hasta ahora el sistema en sus manos, y están muy lejos de aceptar soltarlo y resignar semejante negocio. Estos enormes conglomerados económicos vinculados a las finanzas habían mercantilizado el sistema de salud hasta convertirlo en una típica timba financiera, acorde a esta etapa del capitalismo.
El restrictivo, elitista y grotesco sistema de salud estadounidense se había convertido en la cara más atroz y despiadada del capitalismo, y en un motivo de vergüenza, incluso, para muchos estadounidenses convencidos de las bondades del libre mercado como modelo de sociedad.
La reforma del sistema de salud, siempre postergada, muchas veces intentada sin éxito por otras administraciones, fue una de las promesas fundamentales de la campaña de Obama. Y en lo que va de su gestión, que para muchos viene resultando decepcionante, significa su único, modesto logro. Una suerte de gol del honor en medio de la goleada de la derecha más conservadora. Pero los que no están acostumbrados a “perder”, ni siquiera a resignar una ínfima parte de sus obscenas ganancias, están poniendo el grito en el cielo y se manifiestan de forma violenta y poco democrática.
La aprobación de la reforma desató una ola de insultos, amenazas y ataques contra legisladores que apoyaron la iniciativa. En cientos de blogs y páginas web pertenecientes a la ultraderecha se llamó a producir “actos de vandalismo” en todo el país, rompiendo ventanas a ladrillazos. Y algunos de estos llamados a la violencia llegaron a mencionar la expresión “Noche de los cristales rotos” (Kristallnacht) en referencia a los ataques antisemitas perpetrados en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 en Alemania y Austria con un saldo de noventa personas asesinadas.
Mike Vanderboegh, ex líder de la agrupación de derecha denominada “Milicia Constitucional de Alabama”, realizó desde su blog un llamado a ejercer la violencia contra lo que denomina “La intolerable ley de Nancy Pelosi”. La expresión señala a la presidenta de la Cámara de Diputados, que cumplió un papel fundamental militando a favor de la reforma impulsada por Obama. Pelosi es uno de los blancos preferidos de los conservadores por ser la primera mujer en la historia de los Estados Unidos en ocupar ese cargo, por su origen hispano, y por sus posiciones progresistas.
“Podemos romper sus ventanas. Rompamos todas sus ventanas”, señaló Vanderboegh según se reproduce en el blog Hullabaloo. La respuesta a semejante convocatoria no se hizo esperar: se produjeron ataques en unas diez ciudades, y Vanderboegh los atribuyó orgulloso a su prédica, que incluye una mención al uso de “rifles” si los ladrillos no surten efecto.
"Hay vidrios por todas partes", señaló Lyndsay Stäuble, director ejecutivo del Partido Demócrata del Condado de Sedgwick, Wichita, al diario Kansas City Star, en medio de los restos del ataque. Stäuble agregó que el ladrillo, arrojado a través de una ventana que resultó completamente destrozada, contenía una nota con “retórica anti-Obama”.
Kansas City Star menciona además que “los vándalos” también destrozaron una puerta y una ventana en la oficina de la congresista Gabrielle Giffords, en Tucson, horas después de que la demócrata de Arizona votara a favor del paquete de reforma del sistema de salud.
"El extremismo en defensa de la libertad no es un vicio", decía la nota adosada al ladrillo que destrozó las puertas de cristal en la sede del Comité Democrático del Condado de Monroe en Rochester, Nueva York. La frase es una cita del discurso pronunciado por Barry Goldwater en 1964, cuando aceptó la candidatura republicana a la presidencia.
Más de cien congresistas demócratas se reunieron para expresar su “seria preocupación” por su seguridad, y algunos ya han recibido protección especial de la policía del Capitolio, según se señala en la nota firmada por Rupert Cornwell en la edición del viernes 26 de marzo del diario Página/12. La oficina de la congresista demócrata Louise Slaughte también fue atacada a ladrillazos. Y el demócrata conservador Bart Stupak, que negoció su voto con la Casa Blanca logrando que se recorten fondos destinados a abortos, no logró sin embargo calmar la furia de los más violentos antiabortistas. La nota de Cornwell menciona el envío de un fax titulado “Defecando sobre Stupak” que se acompañaba con la imagen de una horca y el mensaje: “Todos los asesinos de niños terminan en finales indecorosos. Ya sea por la mano del hombre o por la mano de Dios”. Los defensores de la vida de los niños por nacer están dispuestos a “matar la ley” a cualquier costo, incluso atacando a personas ya nacidas y creciditas.