Lo único que hago es garpar cheques, cheques, cheques...
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La habitualmente soterrada interna del Partido Socialista salió a la luz. El gobernador hizo pública su preferencia por un hombre de su gabinete para sucederlo el año próximo en la Casa Gris –en obvia alusión al ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti– y el intendente respondió el gesto al instante, al asegurar que ni Nación ni provincia aportan a la construcción de viviendas en Rosario. Los palos de Lifschitz a la Nación son un clásico, las críticas a la provincia una rareza que se permite por primera vez en tres años de gestión de Binner, quien un día después volvió a insistir con Bonfatti como candidato y, además, le envió a Lifschitz un anticipo financiero para la construcción de 50 viviendas sociales. Si lo hubiese hecho Cristina Fernández se estaría hablando del “disciplinamiento de la chequera”. Acá sólo se trata de una legítima disputa entre facciones internas de un partido democrático.

Lo que habitualmente se esconde, se hizo público esta semana: la interna del Partido Socialista que, como cualquier fuerza política, cobija en su seno diferentes líneas de pensamiento.

El que la hizo visible fue el gobernador Hermes Binner, quien en la última semana fue tironeado por el diputado nacional Ricardo Alfonsín, primero, y por el vicepresidente Julio Cobos, después, para que integre una fórmula presidencial junto a la UCR o, al menos, acepte sellar la suerte electoral del PS a la del partido creado por Leandro Nicéforo Alem, quien más tarde se suicidó.

Binner tiene futuro nacional, si se toman en cuenta los agasajos que le rinde el radicalismo, pero el binnerismo se estaba quedando sin proyecto provincial, cuando aún posee un largo año y medio de gestión por delante.

Esa es una de las hipótesis para explicar por qué Binner dijo el jueves pasado que prefería a un hombre de su gabinete para sucederlo a él en la Casa Gris, deseo que ratificó al día siguiente con metáfora escolar incluida (“después de cuarto grado es mejor pasar a quinto, y no volver a primero”, graficó, palabras más, palabras menos).

De lo contrario, el gobierno quedaría en medio de la disputa entre el radicalismo, que quiere poner el candidato a gobernador en 2011, y el resto de la interna socialista, con el intendente Miguel Lifschitz y el senador Rubén Giustianini anotados en la nómina previa.

Lifschitz fue el primero en acusar recibo tras la divulgación pública de las preferencia de Binner para su sucesión. Durante un acto de lanzamiento de construcción de 120 viviendas del programa Rosario Hábitat, recordó que el municipio es el único que aporta para levantar soluciones habitacionales con fines sociales, mientras que Nación y provincia se hacen los sotas.

Un día después, el viernes pasado, Binner le zampó 50 viviendas por la cabeza a Lifschitz, en una demostración de que no sólo tiene preferencias políticas sino también reflejos de gestión. En un acto realizado en la sede local de Gobernación le dio al intendente local un adelanto financiero para construir 50 viviendas que permitan relocalizar a familias que cuyas casas están ubicadas en la traza de la nueva avenida de la Travesía.

Esa demostración de fuerza (económica), no habría sido leída de otra manera que como un disciplinamiento por medio de la chequera si la protagonista hubiese sido la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Binner todavía goza de lecturas más complacientes por parte de la prensa local.

El senador Giustiniani, más moderado, sólo atinó a decir que los candidatos hay que elegirlos el año que viene. Mientras tanto, sigue recorriendo la provincia como si estuviese en campaña: este fin de semana estuvo en San Justo y el lunes se presenta en San Lorenzo. Pechito enfrenta a mediados de mes la interna por la conducción del socialismo a nivel nacional, en la que enfrenta al sector de ese partido que acompaña las políticas transformadoras del gobierno nacional. Con eso está entretenido.

La otra respuesta que suscitó Binner fue la del radicalismo, que no distó mucho de la que viene exponiendo desde fines del año pasado. El candidato a gobernador de la UCR, el intendente de Santa Fe, Mario Barletta, también repitió su aburrido latiguillo de que para las elecciones falta mucho.

Un poco más osado fue el diputado provincial y titular del comité provincial del partido, Hugo Marucchi, quien manifestó su preferencia por un frente que emule al Frente Amplio Uruguayo o a la Concertación chilena, donde los partidos se alternan a la hora de colocar los candidatos a cargos ejecutivos. El radicalismo sigue sin obtener respuesta oficial a su prédica constante.
 

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