Sigue en cartel en el complejo Monumental (ver descuentos especiales) una película que retoma el género del policial negro para regocijo de sus seguidores (ver trailer). Y si algún joven piensa ser policía y todavía no ha tomado la decisión de inscribirse en la escuela de cadetes, con este film no le quedará entusiasmo ni para postularse a la GUM.

Un barrio afroamericano de Brooklyn en donde el hacinamiento, la pobreza y la delincuencia son la regla, el típico caso del viejo policía que está a punto de retirarse, los capos mafias del bajo fondo que se pasean en lujosos autos, más violencia, disparos, y sangre. El género es justamente la reiteración de lugares comunes. Y el policial negro es un género. No pidan originalidades, pidan suspenso, adrenalina y desilusión y asco por la moderna humanidad y sí, lo obtendrán. Denlo por hecho, de eso va Los Mejores de Brooklyn. No será una obra maestra, quizá no se convierta en un clásico del género, pero durante dos horas el viaje al submundo valdrá la pena.

Un cana vale más muerto que vivo.Los policías de Nueva York, en este caso de Brooklyn, en una historia de estricta actualidad, son tan corruptos como los delincuentes y sus vacilantes vidas parecen carecer de todo sentido. Sus salarios son tan bajos que, para sus familias, valen más muertos que vivos, lo confiesa uno de los propios ratis de Brooklyn: la única posibilidad de mejorar económicamente es que su esposa cobre la pensión por su muerte.

El bien y el mal definen por penal. La ley es algo abstracto en esa miseria cotidiana de terror, racismo y gatillo fácil. La ley es un soporte para que los policías crean que están haciendo algo más que beneficiando a los de arriba. La ley es algo que sirve para esclavizar al hombre y ellos son esclavos de la ley de los hombres y también de la ley de Dios, a pesar de que la propia ley los asquee. Lo mismo les sucede a los delincuentes. De un lado o del otro, el infierno es el mismo, sólo cambia la máscara del demonio, y esa es una regla clave del policial negro.

No hay lugar para los viejos yutas. Al personaje de Gere, Eddie, un policía que luce avejentado y hastiado, le quedan sólo 7 días de servicio antes de la jubilación. Sabe que sin su pistola y su chapa de yuta no será nadie. Pero ahora, a días del retiro, comienza a darse cuenta que siempre fue nadie.

De muy mala gana, acepta la orden de salir de patrulla con jóvenes recién ingresantes. “Estoy contento; ser policía, desde chico, fue mi sueño”, le dice mientras van en un móvil el joven canita al viejo que lo mira con el desprecio y el hastío del que conoce por experiencia propia, el verdadero vacío que mueve a alguien decir semejante idiotez.

Narco traiciones. Del otro lado, en una dimensión paralela, transcurre la vida de un populoso barrio pobre y negro de Brooklyn, en donde uno de los mafiosos, Tango (Don Cheadle), oficia de doble agente. Un negro traidor. Pero que no puede ser todo lo negro traidor que la ley necesita con su amigo traficante Caz (Wesley Snipes), porque la ley es la mejor traidora de los traidores, y de los negros. Se lo harán saber.

Policia católico no usa anticoncepivos. En otra vía, camina Sal, el personaje de Ethan Hawke, uno de los que más se luce. Encarna a un policía ultra católico que está punto de romper la culpa de quedarse con algo de los botines de los narcos –casi siempre son bandas de cuarta integrada por jóvenes negros– , tan solo para pagar una de las cuotas de una nueva casa y dejar así la pocilga en donde vive hacinada su familia numerosa, y en donde la humedad de la pieza ha hecho mella en la salud de su mujer embarazada, ahora, de mellizos.

La herencia de Giuliani. Uno de los mafiosos se quejará: “En esta ciudad la limpieza no la hizo (el alcalde Rudolph) Giuliani (quien impuso en los 90 la Tolerancia Cero), la hizo la play (juegos hogareños Playstation) e Internet. En las calles ya no hay nadie”.

Cambalache. Las historias van paralelas –un estilo de narración muy de moda pero que se remonta a un género surgido en los años 20– y parecen rozarse pero nunca mezclarse, aunque la palabra Cambalache sea definitoria para unirlas. El director es el afroamericano Antoine Fuqua, el mismo de Training Day (Día de entrenamiento), film por el que Denzel Washington ganó el Oscar al Mejor Actor.

Y como en la mayoría de los finales de los policiales negros, lo que sucede en el The End de Los Mejores de Brooklyn no calma. El espectador medio, no terminará de digerirlo, hay algo de obvia desilusión. El mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 2010, y en Nueva York también.

 

Horarios: 17,00 y 22:15. Trasnoche viernes y sábado 01:45

 

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