Los españoles tomaron por asalto la fuente y la estatua de Eros.
Los españoles tomaron por asalto la fuente y la estatua de Eros.

Parecía Madrid. Todo rojo y amarillo. "Español, españooool, soy españooool", gritaban atronando cada rincón de Londres. La mayoría se reunió en Piccadilly Circus, pero la alegría se derramó por todas partes, y hacia la madrugada los restos de la fiesta hicieron que la ciudad quedara tapizada con latas de cerveza. Los holandeses se fueron con la cabeza gacha, acaso se tomaron el primer avión a Amsterdam para volver rápido a casa a fumarse un buen porro y olvidar la derrota.

Ya desde muy temprano en la tarde, Londres se preparó para la gran final. Aquí el partido comenzó a las 19.30 hora local y terminó cuando ya Londres bulle con su vida nocturna. Había banderas de España y Holanda por todas partes. Los bares ofrecían el partido en pantalla gigante. También se pudo ver la final en barcos que viajaban por el Támesis.Pero el río más caudaloso de la noche dominguera estuvo hecho de cerveza San Miguel, la marca española. Conforme avanzaban los minutos y el partido se ponía más emocionante, las calles se fueron vaciando y todo se concentraba en los pubs y los sitios públicos con pantallas.

Durante el tiempo suplementario, Londres literalmente se vació. Todo era silencio, hasta que vino el estallido del gol, el final y la consagración.

El carnaval rojo y amarillo duró hasta la madrugada, bajo la atenta vigilancia de la policía, que se concentró en varios lugares de reunión, y especialmente en Piccadilly Circus, donde los españoles tomaron por asalto la fuente y la estatua de Eros, que se hizo hincha de la selección campeona y exhibió una bandera atada a su arco.

Las chicas españolas, entre tanta cerveza y algarabía, se mostraban cachondas y dispuestas al festejo descontrolado. Todos los españoles que viven en Londres, más los muchos turistas que están aquí, en plenas vacaciones europeas, se volcaron este domingo a las calles, y le cambiaron la fisonomía, tal como había ocurrido cuando vencieron a Alemania.

Los ingleses parecían turistas. Miraban la jugada entre asombrados y sonrientes. Hostia, joder, cojonudo y otras expresiones típicas de España inundaron calles, colectivos, bares y subtes.

Por una noche la Gran Vía madrileña se mudó a Londres y la Puerta de Sol se instaló en Plaza Trafalgar.

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