Caracas con sus muros repletos de pintadas oficialistas y opositoras.
Caracas con sus muros repletos de pintadas oficialistas y opositoras.

Las elecciones legislativas en Venezuela de este domingo son una prueba tanto para la oposición como para Chávez y serán un ensayo hacia las elecciones presidenciales de 2012.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, rendirá este domingo, sin ser candidato, otro examen ante la ciudadanía de su país, que debe elegir una nueva Asamblea Nacional, en comicios que de alguna manera representarán también una prueba para la oposición y servirán de ensayo hacia las elecciones presidenciales de 2012.

La compulsa es, formalmente, para designar a los 165 integrantes que tendrá el legislativo venezolano en el periodo 2011-2016, pero todos tienen en claro en Venezuela que buena parte del futuro del proyecto chavista se juega en las urnas, según analizó el enviado de la agencia Télam, Ariel Bargach.

La Asamblea que viene no sólo acompañará o cuestionará los últimos dos años de mandato del jefe del Estado bolivariano, sino que, además, lo que cante el escrutinio le dará o no el espaldarazo definitivo a Chávez para presentarse en el 2012, una pretensión que el mandatario ya dejó en claro que tiene, según el reporte desde Caracas.

Pero los comicios son también una prueba de peso para la oposición, que en el 2005 no se presentó con el argumento de que no estaba garantizada la transparencia del proceso, y ahora decidió ir por bancas, en una alianza borgeana en la que fuerzas de muy diversos orígenes están, más que unidas por el amor, atadas por el espanto que les provoca Chávez, recordó el enviado de Télam.

El presidente fue la cara visible de la campaña del oficialista Partido Socialista Unido (PSUV) y su aliado, el Partido Comunista, al punto que eclipsó a varios candidatos. Pero ocurre que el mandatario mantiene un alto nivel de popularidad y es el verdadero traccionador de votos.

Además de precalentar para el 2012, el llamado a apoyar a sus candidatos le sirve a Chávez para pugnar por otra Asamblea con dos tercios de legisladores propios, una aspiración que el PSUV vende como clave para profundizar la Revolución Socialista.

Chávez en los afiches, Chávez en las pancartas, Chávez en las caravanas y Chávez en los cortos televisivos dejan en claro que la pulseada de mañana es, en verdad, casi un plebiscito sobre su gestión y el futuro.

Enfrente, la oposición se amontonó en una Mesa de Unidad Democrática (MUD), que asimiló la experiencia de 2005, cuando boicoteó los comicios legislativos y dejó al chavismo todas las bancas de la Asamblea, aunque después algunos sectores se abrieron del oficialismo y quedaron como una pequeña minoría en el Parlamento.

De esos grupos escindidos, se presenta también como tercera opción Patria Para Todos, una fuerza filochavista que respalda el proceso de cambios, pero cuestiona algunos rasgos de la “impronta” oficialista. Sus chances, con todo, parecen escasas.

Para la oposición, según sus resultados, las elecciones pueden servir también de medida para ver si emerge un líder que sea capaz de aglutinar a sectores tan diferentes, por un lado, y de enfrentar a Chávez con alguna chance dentro de dos años, por el otro.

El escrutinio permitirá ver también como jugó el desgaste lógico de gestión de Chávez –que lleva 11 años y medio en el poder– y algunos problemas que el Ejecutivo debió enfrentar, como los altos índices de criminalidad, los problemas energéticos, una creciente inflación y cierto estancamiento de la economía.

Del otro lado, en la columna del haber, el oficialismo exhibe una fuerte política favorable a los sectores populares, la reformulación del rol del Estado y logros en materia de vivienda, educación y salud. Además, claro, del lugar de “encantador de serpientes” que mantiene Chávez.

 

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