Más de 135 millones de brasileños están convocados este domingo a las urnas para escoger al sucesor del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, en unos comicios que parecen destinados, según las encuestas previas, a definirse en favor de la oficialista Dilma Rousseff, ex jefa del gabinete ministerial de Lula y ex ministra de Energía. Sólo resta dilucidar si la ventaja será suficiente para que la mujer obtenga la mayoría y sea electa o si habrá que esperar a una segunda vuelta en un balotaje previsto para el 31 de octubre. Lula se va con el 80 por ciento de popularidad. La mayoría de los sondeos, sin embargo, indican que solamente existirá un segundo turno si Rousseff pierde unos cuatro millones de votos en el corto plazo que resta hasta la clausura de las urnas, algo que parece poco probable.

Rouseff, de 62 años, encabeza todos los sondeos de intención de voto con una ventaja suficientemente cómoda como para convertirse en la primera mujer en presidir el gigante sudamericano. Para los analistas, la única duda que resta dilucidar es si la ventaja será suficiente como para que la ex guerrillera y economista designada por Lula para sucederlo, gane en primera vuelta el domingo, o si tendrá que disputar

“Estoy convencido de que la mayoría del pueblo quiere la continuidad del gobierno, porque este gobierno tiene una aprobación de 80 por ciento. Entonces, creo que la gente quiere que la política continúe y por eso pienso que Dilma (Rousseff) va a ganar”, dijo Lula el viernes pasado en un rápido contacto con la prensa.

El socialdemócrata José Serra, ex gobernador de Sao Paulo de 68 años, aparece en los sondeos con una desventaja de unos 20 puntos con respecto a Rousseff y se ha visto estancado en ese margen en las últimas cuatro semanas.

A su vez, la ex ministra de Medio Ambiente Marina Silva, de 52 años, que aparece tercera en las intenciones de voto, tiene remotísimas chances de pasar al segundo turno según los sondeos, pero un eventual crecimiento de su candidatura por el Partido Verde podría restarle votos a Rousseff en la recta final, advirtieron los expertos.

El nuevo presidente brasileño que surja de las urnas el domingo en la noche tendrá por delante la gigantesca tarea de sustituir en el Palacio de Planalto al carismático Lula, quien llega al fin de su gobierno con una popularidad superior a 80 por ciento tras dos mandatos consecutivos.
La popularidad de Lula es tal que logró que Rousseff, una ministra virtualmente desconocida en el país hasta hace cuatro meses, pasara a ser la favorita para ganar las elecciones.

“Estoy preparada para ser la primera presidente de Brasil. (…) Mi meta es hacer de Brasil un país desarrollado”, dijo Rousseff en la noche del jueves pasado, en el último de los cinco debates en TV entre los principales candidatos.

Después de dos meses de campaña partidaria, Rousseff dejó en evidencia que su programa de gobierno es básicamente una continuidad de los ocho años de gestión de Lula, con la intención de ampliar sus programas sociales pero sin alterar fundamentalmente las bases de su política económica.

En esta jornada electoral, los brasileños votarán también para escoger a los gobernadores de 26 estados más el Distrito Federal, renovar la totalidad de la Cámara nacional de Diputados y dos tercios del Senado, así como todos los congresos estaduales.
Para ocupar esos cargos se presentan más de 22.000 candidatos, de los cuales nueve aspiran a ocupar el sillón presidencial.

Como Brasil utiliza en todo el país un dispositivo electrónico de voto llamado urna electrónica, se prevé que el Tribunal Superior Electoral (TSE) tendrá condiciones de anunciar el resultado de las elecciones presidenciales ya en la noche de hoy.

PIE DE FOTO LARGO. Rousseff, promovida por Lula, aventajaba en la previa al socialdemócrata José Serra que no pudo levantar su débil piso durante la campaña.

 

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