En el marco de una intensa jornada de audiencias, en las que declararon cinco testigos, la sobreviviente del centro clandestino de detenciones que funcionó en el Servicio de Informaciones de la policía local (SI), Stella Hernández, en su testimonio de este martes ante el Tribunal Oral Federal N°2 de Rosario (TOF2), pidió que «se declare la violación como delito de lesa humanidad». Tras un relato estremecedor de lo ocurrido durante su cautiverio, que culminó con un estruendoso aplauso de amigos y compañeros que hicieron explotar la sala, la testigo expresó: «Quiero que todos los que están acá se vayan con esta imagen del genocidio atroz, pero también que sepan que pudimos sobrevivir en base a la solidaridad y la alegría.

La testigo declaró que «para entender lo que fue el SI hay que saber que no sólo se buscaba obtener información precisa sobre algo, sino que se buscaba hacer el mal: era la banalidad del mal». Hernández, secretaria gremial del Sindicato de Prensa Rosario y dirigente de la CTA, declaró esta tarde ante el Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) de Rosario en el marco de la causa Díaz Bessone, que juzga delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura.

En el juicio están imputados el ex comandante del Segundo Cuerpo del Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone, los ex policías rosarinos José Rubén Lo Fiego, Mario Alfredo Marcote, Ramón Rito Vergara y José Carlos Scortechini, y el civil acusado por complicidad con la represión, Ricardo Miguel Chomicky.

Hernández brindó un testimonio pormenorizado y contundente sobre sus días de cautiverio entre el 11 de enero y el 23 de junio de 1977, su paso por el SI, las torturas recibidas y la violación a la que fue sometida por el imputado Marcote y su posterior estadía en la Alcaidía de Mujeres de la policía local, hasta su liberación.

Dijo que el 11 de enero de aquel año fue secuestrada en su casa familiar, en la zona sur de Rosario, mientras se llevaban a su novio y al resto de la familia de una vivienda cercana.

«Me sacan de los pelos, a los golpes, hombres de civil con armas y algunos uniformados, estaba al mando del operativo (el ex policía Carlos Ulpiano) Altamirano, yo lo conocía del barrio, de mi infancia», testimonió la dirigente.

«Junto con él estaban Kuriaky, el sargento Vergara (otro de los imputados), de quien después supe el nombre, estaba Managua y la Pirincha César Peralta», agregó Hernández ante el TOF 2.

Contó que fue trasladada al Servicio de Informaciones, en la céntrica esquina de Dorrego y San Lorenzo, donde «subo unas escaleras que no eran muy altas y uno que bajaba me pega la primera trompada en el vientre».

«Yo les decía `no peguen, no peguen`, y me daban trompadas, golpes, siempre había gritos. Ese no fue el descenso, fue el ascenso al infierno», relató la testigo, que al momento de ser secuestrada tenía 19 años y militaba en la Juventud Peronista (JP).

Añadió que luego la llevan «a un lugar que le llamaban `el bulevar perdiste`, que era la antesala de la tortura: me golpeaban, me gatillaban en la cabeza».

También relató que aquél primer día en el centro clandestino vio «a un hombre Gago y otro que le decían el Rafa, muy torturado, que pedía agua».

«Yo le dije: `Rafa, pedí ir al baño y tomá agua del inodoro`, porque era como hacíamos para poder tomar agua. Era Daniel Rocha, y está desaparecido», detalló.

A diferencia de otros testimonios de mujeres víctimas de la represión, Hernández decidió relatar ante los jueces un vejamen al que fue sometida y que no se juzga como delito por la prescripción de la pena.

«Esa noche me viene a buscar Carlitos (un represor), junto con el Cura Marcote, pensé que me iban a interrogar pero me llevan a una oficina donde el Cura me obliga a desnudarme y me viola. Yo sólo lloraba», contó.

«Después me tiran en el pasillo otra vez. Se me acercan el Cady Chomicky y Nilda Folch (pareja de Chomicky, también acusada como cómplice de la dictadura y actualmente prófuga) y me preguntan si quería denunciar con el jefe (el subcomisario Raúl) Guzmán Alfaro», dijo.

«Cuando llega Guzmán Alfaro me llevan a hablar con él y me pregunta qué había pasado y se lo relato. Lo llama al Ciego (Lo Fiego), me lo hace relatar de nuevo y Guzmán Alfaro le dice `andá a buscar al Cura`», siguió Hernández.

«Entonces Guzmán Alfaro me dice que esas cosas no pasan en el SI, que era algo excepcional y que lo iban a sancionar. Todo una gran parodia», contó la dirigente gremial.

En ese sentido, agregó que en el SI «todos supimos que el Cura Marcote era un violador serial, que cumplía con un rol».

Dijo que otro represor «me pregunta si había menstruado porque podía estar embarazada. Una gran perversión. Estuve todo mi cautiverio sin menstruar pensando que podía estar embarazada de ese tipo. Por suerte no fue así».

Dirigiéndose a los integrantes del tribunal, Hernández les dijo: «Di todo este testimonio que fue muy duro para mi pero quiero que declaren la violación como un delito de lesa humanidad, porque fue algo sistemático, no eran hechos aislados».

«Por mi y por todas las compañeras que no lo pueden denunciar -continuó- porque esto no es sencillo, tiene un costo altísimo poder contarlo».

Por último, y mientras los presentes no podían contener sus lágrimas, cerró su testimonio: «Quiero que todos los que están acá se vayan con esta imagen del genocidio atroz, pero también que sepan que pudimos sobrevivir en base a la solidaridad y la alegría. Pese a todo lo que han hecho, no pudieron vencer. La vida es más fuerte que la muerte, la vida es una experiencia maravillosa».

Al cierre de la jornada de audiencias, declaró el que fuera compañero de Stella, Carlos “Pucho” Arroyo. El testigo, que narró como todos los testigos el increíble calvario al que fue sometido en el SI, ratificó los dichos de Hernández.

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