Las ciudades egipcias de El Cairo y Alejandría recuperaron el acceso a Internet después de cinco días de corte. El acceso fue bloqueado el 28 de enero, en lo que parecía ser un intento por frenar la revuelta contra Hosni Mubarak, enquistado en el poder con la ayuda de EE.UU. durante 30 años. Los dirigentes chinos, temerosos del efecto cascada, bloquearon el acceso a Internet. Si un chino coloca la palabra “Egipto” en un buscador recibe como resultado un amable mensaje de censura, una suerte de amable fuck you versión confusionista.
Egipto es el próximo Túnez ¿Qué país será el próximo Egipto? La pregunta recorre el mundo por estas horas. Las insurrecciones modernas se hacen con dos poderosas armas, parece: Twitter y Facebook, avatares ambas de la omnipresente Internet.
Las insurrecciones en Egipto y Túnez sin duda hacen reflexionar a muchos regímenes autoritarios del mundo, pero ninguno parece tan empeñado en controlar el mensaje como el de Pekín.
La búsqueda del término “Egipto” en las redes sociales trae este mensaje: “De acuerdo con las leyes, reglamentos y políticas pertinentes, no se muestran los resultados de la búsqueda”. Los censores también borraron los comentarios que comparan a China con el convulsionado país africano.
El vocero de la cancillería, Hong Lei, dio la respuesta de rutina en estos casos: “La Internet china está abierta”. Los diarios sólo publican las crónicas de la agencia oficial Xinhua, como suele suceder cuando se trata de sucesos que el gobierno considera delicados.
