“¡Qué cornos es la bandera si no el Estado con los 40 millones de argentinos adentro!”, dijo la presidenta este lunes rosarino que ya ocupa un lugar en la historia por haber albergado los actos centrales del Bicentenario de la creación de la bandera. La frase presidencial, tal vez el momento culminante de un discurso pleno, emotivo, sonó como música maravillosa a los oídos de la inmensa mayoría de los asistentes al acto, que llegaron hasta la vera del Paraná para homenajear a la bandera, sí; para disfrutar una tarde que amagó calurosa y hasta con alerta meteorológico pero terminó agradable, sí; pero mucho más para no perderse la oportunidad de reencontrarse con Cristina y renovar la confianza en su liderazgo.

Y no se trató sólo de los miles y miles que llegaron organizados y embanderados como para confirmar que la vuelta de la política es una saludable realidad que perdura. También fueron miles los que aplaudieron a la presidenta desde más lejos del escenario, viéndola más claro por las pantallas gigantes que apuntando al escenario, tapado por las cientos de pancartas que enarbolaron los militantes de decenas de agrupaciones.

Es que Cristina marcó de entrada que el que le tocó encabezar no fue un acto más. “¡No nos han vencido!”, se enganchó la mandataria a la consigna de “la gloriosa Juventud Peronista” que entonaron los muchachos de las primeras líneas de la multitud agolpada frente al escenario de espaldas al río.

Fue el comienzo de un discurso que, un poco después –tras el recuerdo de Néstor, las menciones a Belgrano y la reivindicación de la causa Malvinas con homenaje a los ex combatientes incluido-, satisfizo ampliamente las expectativas previas sobre alguna mención a la reciente tragedia ferroviaria en la estación de Once.

“Yo sé lo que duele la muerte”, enmarcó la jefa de Estado, en su primera referencia pública al desastre ferroviario que provocó 51 muertes, al tiempo que relató situaciones particulares del dolor de los familiares de algunas de las víctimas, para arremeter luego contra quienes “usan una tragedia, no sin remarcar que va “a tomar todas las medidas que haya que tomar” luego que la Justicia se expida sobre las causas del accidente.

Los argentinos «necesitamos saber qué paso y quién es el responsable” de lo sucedido “en no más de 15 días”, pidió la presidenta a la Justicia.

«No le estoy poniendo plazo a nadie, es que los 40 millones de argentinos y los familiares de las víctimas deben saber qué paso y quiénes son los responsables», agregó.

«No esperen de mí ante el dolor y la muerte, ante esta tragedia, la especulación de una foto o un discurso fácil. Sé lo que es la muerte, sé lo que es el dolor, y no tolero a quienes quieren aprovechar tanta tragedia y tanto dolor», señaló después Cristina.

«Con la muerte no. Tengo el cuero duro, he aguantado ataques y agravios que ningún presidente o dirigente ha soportado. Me da mucha pena que se aprovechen de estas cosas. Comparaban a estos personajes con cuervos o buitres, pero no estoy de acuerdo, porque los cuervos y los buitres fueron creados por Dios para el equilibrio natural. No humillemos a los cuervos o a los buitres», reprochó luego, para cerrar con un nuevo reconocimiento de que «faltan cosas por hacer, luego de todo lo que hicimos».

«Claro que faltan cosas, Argentina debe volver a tener un sistema de ferrocarriles», redondeó Cristina, arrancando otra de las grandes ovaciones de la tarde, para avanzar después con que también «faltan cosas en sectores clave de la economía, como la energía”, y dejando claro que Repsol YPF sigue en la mira, porque el país «no maneja» el combustible.

“No nos han vencido”, Malvinas, lo de Once, lo de Repsol, más la reivindicación de lo hecho desde el 2003, más la identificación de bandera con Estado, una panzada para la multitud que fue al reencuentro de su presidenta y que a esa altura ya ni se acordaba que se tuvo que bancar que durante buena parte de la tarde el locutor del acto haya sido nada más ni nada menos que Alberto Lotuff, uno de los personajes públicos más antikirchneristas de la ciudad.

La jornada había comenzado con la llegada de “la bandera más larga del mundo”, el canto y la música de Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale y el discurso de la intendenta Mónica Fein, que fue antes de la aparición de un actor a caballo que hizo de Belgrano y se encargó de convocar a los presentes a renovar el juramento de fidelidad a la bandera.

Después fue el turno del gobernador Antonio Bonfati, que igual que Fein sólo recibió algunos silbidos aislados, evidente reflejo de la masiva presencia de fuerzas organizadas que claramente instaron a sus militancias a no ensañarse con los gobernantes socialistas de ciudad y provincia, quienes a su vez cultivaron un perfil bajo, sin reclamos altisonantes ni pavoneos, diferencia enorme con la controvertida jornada del 20 de Junio pasado, también encabezada por la presidenta, claro que cuando aún no había sido reelecta con el 54 por ciento de los votos.

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