A sólo dos días de haberse presentado el duro ajuste exigido por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), los mercados recrudecieron este jueves su presión sobre España.

El drástico ajuste fondomonetarista de 27.300 millones de euros contenido en el presupuesto presentado por Rajoy el martes ante el Parlamento no convence a los defensores de la ortodoxia económica porque España prevé igualmente que su deuda pública alcanzará el 79,85 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) durante este año, frente al 68,5 por ciento de 2011.

Por otro lado, el riesgo país o la prima de riesgo medido a partir del diferencial entre la rentabilidad del bono español a diez años y el alemán de referencia al mismo plazo, hizo saltar las alarmas al superar la barrera de los 400 puntos básicos por primera vez en 2012.

La escalada de la prima de riesgo está motivada en la desconfianza de los inversores sobre la capacidad de España para rebajar su déficit del 8,5 al 5,3 por ciento en 2012, meta impuesta por UE con la condición de no comprometer la recuperación del país.

Sin embargo, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, aseguró este mismo jueves que la reacción de los mercados no debe interpretarse como un síntoma de «fragilidad», sino más bien expectante de nuevas reformas. “Están pidiendo a los gobiernos que cumplan, en términos de consolidación fiscal y reformas estructurales», explicó.

En este contexto, España volvió a cruzar la peligrosa línea roja que para la Comisión Europa (CE) y el FMI determina el umbral que amenaza las perspectivas de crecimiento.

En agosto de 2011, el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero enfrentó por primera vez una presión de este tipo en medio de la incertidumbre por la falta de concreción del segundo rescate para Grecia y los evidentes problemas económicos y de desempleo que seguía teniendo España un año después de un drástico ajuste. Pero el rescate para evitar la quiebra no llegó.

Por lo tanto, los españoles acudieron a las elecciones generales con la sensación de estar más cerca que nunca del auxilio económico y en consecuencia dieron la mayoría absoluta al Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, partidario de los planes neoliberales más ortodoxos que promueve el FMI.

Tras llegar al poder a finales de diciembre, hace poco más de 100 días, el líder derechista aprobó un primer ajuste de 16.000 millones de euros y anunció una reforma financiera y del mercado laboral, calcando las recetas del FMI.

La agenda ortodoxa del gobierno del PP relajó la presión sobre la deuda soberana española durante los primeros meses del año. Pero la incertidumbre se volvió a disparar ahora ante la recesión prevista por el Ejecutivo (1,7 por ciento), los problemas estructurales y la escalada del conflicto social derivada de los recortes y de una reforma laboral regresiva que fue rechazada el 29 de marzo con una huelga general cuya adhesión fue masiva.

Finalmente, la reforma laboral que abarata y facilita el despido, así como también abre la puerta a bajadas masivas de salarios de forma unilateral no consiguió aún revertir la tendencia al alza de la tasa de desocupación, que llega al 23 por ciento de la población activa, equivalente a 5,3 millones de españoles.

Fuente: Télam

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