"España no logró ningún apoyo", dijo Lorenzino. Foto: Alejandro Belvedere/Télam

Luego de que la pretensión ibérica de instalar el tema YPF en la cumbre de ministros de Economía del G-20 y en la Asamblea del FMI y el Banco Mundial se evanesciera en el fracaso más rotundo, España amenaza con adoptar “más medidas contra Argentina”, aunque no aclaró cuáles.

De ambas reuniones, el gobierno español no obtuvo mucho más que una retorcida interpretación por parte de su ministro de Economía, Luis de Guindos, de la declaración final del G-20.

De Guindos leyó un respaldo al reclamo de su gobierno en la siguiente frase: «la protección de las inversiones resulta crucial para la recuperación global y, de acuerdo con el mandato dado por nuestros líderes en Cannes, reafirmamos nuestro compromiso de evitar el proteccionismo».

«La frase habla por sí misma», dijo el funcionario ibérico, convencido, o queriendo convencer, de que en esas palabras estaba el irrefutable acompañamiento del mundo a sus reclamos por YPF.

Su par argentino, Hernán Lorenzino, se encargó de desmoronarle las ínfulas: “Quedó muy claro en el transcurso de las reuniones que el G–20 no es un foro para tratar temas bilaterales y muchísimo menos para debatir temas de un Estado soberano con una empresa de ese mismo país, independientemente de dónde son esos capitales, extranjeros o no. Una interpretación distinta es muy rebuscada. La referencia a la que hizo mención el ministro español –de Guindos– es a un lenguaje que se viene repitiendo en cada uno de los comunicados del G-20, al menos desde 2008. Entonces, interpretar que ahora se dijo algo distinto suena bastante rebuscado. No hubo ningún apoyo a esta cuestión”, dijo Lorenzino en una entrevista concedida al diario Tiempo Argentino.

Tras el desaire sufrido en Washington, el gobierno español, a través de su ministro de Industria, José Manuel Soria, salió a blandir otra vez el puño amenazante. Soria advirtió en una entrevista publicada por el diario ABC, que «habrá más medidas contra Argentina» que se sumarán a la limitación de importación de biodiésel argentino anunciada el viernes.

Pero que en esta ocasión no anticipará cuáles serán sus alcances, sino que “las va a ir adoptando y las irá trasladando», dijo Soria, quien justificó las eventuales acciones a emprender contra Argentina al alegar que detrás de Repsol «no hay sólo una multinacional, sino muchos pequeños ahorradores españoles que ven peligrar sus ahorros por una decisión arbitraria y discriminatoria».

Quejosa, desairada o iracunda, el hecho es que la representación ibérica se despidió de la capital estadounidense con algunas tapas de diarios derechosos a su favor enrollados bajo el brazo, no mucho más.

Argentina, por su parte, y sin necesidad de elevar la voz, cosechó dos importantes logros durante el desarrollo de la Cumbre de Primavera: desarticuló la queja española por la toma del control estatal de YPF en foros multilaterales, ya que finalmente no alcanzó ni al Fondo ni al ámbito de los países del G-20, y además quedó expuesto que, pese a las diferencias, comenzó a cobrar forma un afianzamiento en la relación «técnica» y «madura» con el FMI.

El jueves pasado, apenas llegado de Buenos Aires, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, arrancó la mañana con una maratón de reuniones en donde a la Argentina «no le preguntaban otra cosa que YPF».

Es que el feroz lobby desplegado por España ante el Departamento de Estado de Estados Unidos y organismos multilaterales y foros, había colocado a la decisión tomada por el gobierno argentino sobre YPF como uno de los principales temas de discusión.

Incluso había logrado arrancarles frases de «preocupación» en el caso de la administración Obama; de «error» y «populismo» a un ya despreocupado titular saliente del Banco Mundial, Robert Zoellick; y de que «afecta el clima de inversiones», de parte del ortodoxo departamento de Investigaciones del Fondo.

A esto se sumó la posibilidad de tratar en el foro del G-20 esta cuestión, como deslizó en un principio el ministro de Economía de México, José Antonio Meade.

Todo, fogoneado por los principales diarios financieros del mundo, Financial Times, Wall Steet Journal, que dedicaron varias tapas en la semana, negativas para el país y emulando a diarios españoles, con producciones especiales y editoriales que también alcanzaron al Washington Post.

El viernes el malestar fogoneado por España y sus aliados comenzó a ceder y dio paso a un espacio de mayor racionalidad, en el que el tema comenzó a ser tratado como una «cuestión bilateral» y a la medida argentina se la comenzó a llamar «decisión soberana».

Un anticipo de esto fueron las palabras del titular del Banco Central mexicano, quien antes de ingresar a la cena de trabajo del G20 del jueves, moderaba y decía que no estaba en contra de la nacionalización, pero cuestionaba «las formas». También las del economista jefe del Banco Mundial para América Latina, Augusto de la Torre, al sostener que el organismo no tenía preferencia por ningún modelo de nacionalización.

Pero la contundencia de las afirmaciones llegó el viernes, cuando el FMI tomó distancia del asunto. El funcionario de mayor rango del Departamento Occidental, Nicolás Eyzaguirre, afirmó que la toma del control estatal del 51 por ciento de acciones de YPF era «decisión de un país soberano» y que, al considerarlo «un asunto bilateral», el Fondo se mantenía al margen, al ser «una organización multilateral».

Son signos de que hay nuevos vientos y nuevas relaciones de poder en las negociaciones del país ante estos foros. En otros tiempos, y bajo los paraguas de los préstamos con el Fondo, que incluían condicionalidades de políticas, una «decisión soberana» del estilo hubiese sido caldo de cultivo para fomentar un mal humor y presión de países del ex G7, los desarrollados, que ahora son los que tienen los problemas económicos.

Además del fin de una era de préstamos, los nuevos vientos tienen que ver con la prolongación de la crisis internacional. El consenso en todos los foros es que la crisis se prolongará más de lo esperado, y que la situación sigue siendo «frágil» para los países desarrollados, en especial Europa.

En cambio, la Argentina, por más rebelde que parezca a los ojos ortodoxos en Washington, llega a esta cumbre exhibiendo años ininterrumpidos de crecimiento y aun tomando las modestas proyecciones del Fondo (4,2 por ciento de suba del PBI este año), se ubica entre los países que más crecen.

Lorenzino, que fue enfático al pedir medidas fiscales expansivas que generen empleo para acelerar la rueda del crecimiento, en contra de las medidas de ajuste -término que eufemísticamente aquí se llaman «medidas de consolidación»- defendió durante la cena del G20 la posición argentina por YPF, y evitó que el tema quede reflejado en el comunicado del foro, desarticulando los intentos de España.

El ministro consideró «improcedente» la iniciativa del titular de la cartera económica española, Luis De Guindos, con quien se cruzó en la cena con apenas dos frases, directas y elocuentes de parte de dos países que devinieron en adversarios, aunque sin perder las formas diplomática y la compostura.

En tanto, con el Fondo, la urgencia por exigencias de «calidad» en la cifras del indicador de precios del INDEC, parecen haberse apaciguado.

Las menciones al pie del cuadro de estadísticas del reporte semestral (WEO) quedaron suavizadas, como también lo fueron las palabras de Eyzaguirre en torno de del tema, que sólo habló de «avances» y los «contactos al más alto nivel» para avanzar en el nuevo indicador de precios nacional.

«Yo hablo habitualmente con Lorenzino», dijo distendido el economista chileno, dando cuenta de un diálogo fluido del gobierno argentino con el organismo.

Lorenzino tuvo además una agenda bilateral intensa con funcionarios de los Emiratos Árabes Unidos, México, Indonesia, Colombia y Bolivia, donde trató temas que van desde combustibles e YPF, hasta exploración de nuevos mercados de comercio.

En el comunicado del G-24 -foro del que participan solo los países emergentes- el ministro sumó otro punto a favor del país, con la incorporación en la agenda la cuestión referida a la necesidad de explorar nuevos mecanismos para la resolución de los problemas de deuda soberana.

En tanto, en el G20, junto a otros países como Indonesia y Brasil, la Argentina contribuyó a instalar con más fuerza la importancia de política de generación de empleo, y la inversión en infraestructura para apuntalar el crecimiento.

Este último punto es algo que «quizá por cuestiones de tiempo no llegue a aparecer en la agenda presidencial de Los Cabos», encuentro que se llevará a cabo entre el 16 y 18 de junio próximo en México, pero que será tema de debate para el próximo encuentro de ministros de Economía del foro, previsto para octubre, en la Asamblea Anual del FMI y Banco Mundial, que sesionará en Japón.

Fuentes: Télam, ABC, Tiempo Argentino, Página 12

 

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