Un relato que en democracia resulta anacrónico y escalofriante: tres agentes policiales fueron condenados este martes en Entre Ríos por “secuestro coactivo” en 2002 a un muchacho de 19 años, al que consideraban “molesto”.
Elías Gorosito estaba por cumplir 20 años cuando desapareció -o mejor dicho fue desaparecido- el 13 de febrero de 2002 en el barrio Mosconi de la entrerriana ciudad de Paraná. Desde entonces no se ha sabido nada de él, y se presume -diez años después- que fue asesinado.
Los acusados de su secuestro, Diego Javier Salvador, Lisandro Luis Rodríguez y Jesús Salvador López, luego de una primera absolución en abril de 2004, fueron finalmente condenados este martes a 12 años de prisión por la Sala II de la Cámara del Crimen, en lo que el subsecretario de Derechos Humanos provincial, Julián Froidevaux, rotuló como “una estocada contra la impunidad”. No obstante, permanecerán libres hasta que la sentencia quede firme.
Tres testigos presenciaron el siniestro: Ariel Zárate, Jesús González y Nora Barrios.
Ariel, amigo de Elías, lo acompañó en un remise hasta el barrio Humito desde donde caminaron hasta Mosconi. Allí, aparecieron dos policías de la comisaría quinta que se bajaron de un móvil, el número 97. Golpearon a Elías con una Itaka y lo subieron al patrullero. En el primer juicio, Zárate aseguró que no podía reconocer a los tres policías ahora condenados; pero en esta segunda instancia, reveló que antes había callado “por miedo” pero que ahora reconocía perfectamente a los tres imputados.
Jesús, de 14 años en aquel entonces, confesó haber visto cómo los agentes subían al muchacho al vehículo en la esquina de la escuela Esparza; mientras que Nora, corroboró los dichos de Zárate y González, y admitió que lo que había observado no se correspondía con un “procedimiento normal”.
El fiscal Leandro Ríos alegó que se el episodio fue un hecho que “en miniatura” tenía “la misma estructura que los delitos de lesa humanidad” ocurridos durante la dictadura militar, por cuanto Gorosito se identificaba con la figura del “subversivo” al ser considerado “molesto” por la policía. En tanto el querellante, Rubén Pagliotto, coincidió en que el caso podría encuadrarse en el artículo 142 del Código Penal, sobre “desaparición forzada de personas”.
Una de las hermanas de Elías, Cristina Gorosito, corroboró esta hipótesis al contar cómo a su hermano “se lo tomaba como una molestia en el barrio y por eso los policías decidieron secuestrarlo y desaparecerlo”.
“Lo levantaban por cualquier cosa, porque no transaba con la policía. Los que transan la pasan bien, pero a mi hermano lo llevaban detenido dos por tres, para «educarlo»”, agregó Cristina.
Ahora la provincia de Entre Ríos deberá pagar a los padres de la víctima, Rudecindo Gorosito y María Silaur, cien mil pesos por “daño moral”. Pero para la familia Gorosito no hay reparación monetaria suficiente; para ello el caso “no se cierra acá”, quieren investigar “más, más arriba” en la jerarquía policial.
Y es que el apellido familiar lleva un largo tiempo emparentado trágicamente con la fuerza pública: otro de los hijos del matrimonio de Rudecindo y María –Lionel- falleció en 1996, cuando era custodiado por la policía en el Hospital San Martín. Según la versión policial, fue un suicidio, pero la familia siempre creyó que se trató de un crimen policial. En 2002 desapareció Elías y el año pasado, otro de los hermanos, Jonathan, apareció muerto en una comisaría de Las Heras, en Santa Cruz. También se habló de suicidio, pero quedó demostrado que lo asesinaron. Lo habían apresado por “estado de ebriedad”.
