Cuello, rodeado de familiares y compañeros tras su declaración. Foto: Laura Tasada.
Cuello, rodeado de familiares y compañeros tras su declaración. | Foto: Laura Tasada

Un ex preso político que estuvo secuestrado en el Servicio de Informaciones (SI) de la policía durante la dictadura, justo el mismo día que fue asesinado el joven Conrado Galdame, derribó la versión construida por los represores –publicada como cierta por La Capital de aquel entonces–, y que escondió el crimen bajo “un enfrentamiento”.

“Él nos dijo a nosotros que se llama Conrado Galdame”, explicó el testigo Luis Cuello a los magistrados del Tribunal Oral Federal N° 1 de Rosario, que lleva adelante el sexto juicio contra represores de la dictadura en Rosario, en el que se ventilan delitos de lesa humanidad cometidos por una parte de lo que queda de la patota que supo encabezar el ya fallecido comandante de gendarmería Agustín Feced.

El sobreviviente del SI y ex concejal, quien declaró este viernes luego de Lidia Curiese, fue presentado por el equipo jurídico de HIJOS –organización que fue aceptada como querellante por el caso Galdame–, por ser uno de los testigos del crimen y el posterior montaje –por parte de los represores– de un enfrentamiento fraguado con el cual se pretendió esconder el secuestro y asesinato de Conrado Galdame, mediante el que se produjeron otros homicidios: los de los hermanos Rory y María Antonieta Céspedes, dos estudiantes de nacionalidad peruana.

El juicio es un desprendimiento de la causa Díaz Bessone (ex Feced) caratulada “Nast, Lucio César s/ Privación ilegal de la libertad agravada en concurso real con los delitos de tormentos calificados y asociación ilícita” y acumuladas. Los acusados en el proceso son Lucio César Nast, Carlos Ulpiano Altamirano, José Rubén Lo Fiego, Ramón Telmo Álcides Ibarra, Julio Fermoselle, Ovidio Olazagoitía, Ernesto Vallejo, Eduardo Dugour y Pedro Travagliante.

El testimonio de Cuello

Cuello comenzó su declaración contando cómo el 15 de noviembre, cuando salía de su trabajo, un grupo que “se identificó como personal policial aunque estaban de civil” y armado, lo secuestró y lo llevó al SI.

“Me vendan y hacen subir más o menos volando las escaleras que daban a la guardia con patadas y empujones”, indicó el Cuello al inicio de su testimonio, y explicó que luego, mientras estaba atado con las manos en la espalda lo empiezan a golpear con patadas, trompadas y minutos u horas después –porque “allí uno pierde la noción del tiempo”–, fue desnudado y atado a una camilla metálica donde comenzó lo peor de la tortura, una sesión con picana eléctrica “en la que uno lo único que quiere es que termine”, graficó.

“Entre el paso y paso, baldazos de agua. Cuando empieza el interrogatorio me dicen vos sos el Negro Osvaldo, y ese era mi nombre en la organización Partido Socialista de los Trabajadores (PST)”, señaló Cuello.

El rol del poder judicial quedó manifiesto en un pasaje de la declaración del testigo. “Me trajeron a este tribunal para ser enjuiciado”, recordó el ex concejal, y mencionó que en la parodia de proceso estuvieron presentes “el juez Tschop, el fiscal Tiscornia y Cosidoy de defensora”.
Más adelante, en su testimono, Cuello describió cual era su actividad política en aquellos años:

“Era el responsable de un frente de trabajo político, el frente de artistas, yo hacía teatro. Ya habían detenido cerca de un mes antes a una cantidad de muchachitos vinculados a nuestro partido: Jorge Flores, (Fernando) Razzeti, (Roberto) Barandalla”.

“Quedamos detenidos en el Servicio de Informaciones, en el sótano, hasta que se levantó el a mediados del 79”, relató el testigo e ilustró lo que significó habitar ese infierno creado por los represores: “Vivir ahí era una tortura permanente. Uno convivía con los que te torturaban. Bajaba Archi (José Carlos Scortechini), Ronco (Julio César Nast) y Caramelo (Carlos Altamirano) y parecía que habían sido amigos de toda la vida. Lo Fiego no bajaba nunca, un tal Lucho, el Correntino, sí bajaban”.

“Nosotros éramos una especie de mano de obra precarizada, nos llamaban para que le calentáramos agua, para que le hagamos mate, limpiar los pisos”, comentó Cuello.

El caso de Conrado Galdame

En su extensa, y varias veces emocionante declaración, Cuello se detuvo especialmente para reconstruir los hechos que rodearon a la muerte de Conrado Gadame, una de las víctimas fatales por las cuales se desarrolla el juicio, y que lo tiene como testigo clave.

“El caso Galdame causa la salida a Guzmán Alfaro del Servicio de Informaciones”, indicó el sobreviviente, que planteó que junto a otros secuestrados como “Papalardo, Brigione, Actis” presenciaron “la desarticulación de ese espacio de tortura”. Cuello evaluó además que esa definición se produjo “creo que por la Comisión Americana de los Derechos Humanos y por lo de Galdame”.

En ese pasaje de su testimonio, el ex preso político rememoró con lujo de detalles lo que pudo ver y saber de lo que sucedió con Galdame.

Era sábado 16 de diciembre del 78. La guardia estaba tranquila. “Porque cuando querían agua para el mate bajaban y se la calentaban ellos, y porque no había un trato tan verdugo”, precisó Cuello. “Sube uno de nosotros, Barandalla y nos cuenta que hay una persona vendada”, rememoró.

“Ellos hacían una especie de ronda los martes y los jueves a la noche, salían a dar vueltas, escuchábamos las anécdotas que contaban y cómo se cagaban de risa de como apretaban a la gente”, contextualizó primero y luego amplió: “Esa noche, habían salido de ronda. Lo engancharon a este muchacho (Conrado Galdame) que andaba por la calle, eso nos lo cuenta Torres. Y lo dejan ahí, no tenía señales de haber sido torturado. Supimos que lo habían encontrado con poesías, y con unos bonos por Nicaragua, que habían sido publicados por el Partido donde yo militaba. Parece ser que esos bonos se lo dio una amiga de Curiese (la ex novia de Galdame que declaró también en eljuicio) y que esta se lo dio a Conrado”.

La narración de Cuello prosiguió: “Ahí nos fuimos turnando, lo vimos todos, Razzetti, Ruani, Zeballos, Flores, Barandalla, yo. Él estaba sobre la escalera. Lo vi el día sábado en el transcurso de la mañana. Le llevamos un mat, creo que Ruani. Yo no recuerdo haber hablado con él, seguro que algo le habré dicho pero no conversación. Sobre el cuaderno de poesías no recuerdo si nos enteramos ahí o después”.

El relato de Cuello se fue acercando despacio al momento crucial donde muere Galdame, como si fuera recogiendo por su memoria cada retazo, hasta el más ínfimo de sus recuerdos, para no dejar nada afuera. “El sábado al medio día se empiezan a ir los del Servicio, y queda la guardia”, afirmó el testigo y luego siguió: “A las 16, Ruani dijo: «que tarde tranquila». Y minutos después escuchamos un tiro y alguien que se caía en el techo del sótano. Segundos después, una sucesión de tiros”.

El testimonio continuó entregando datos fundamentales para la reconstrucción del hecho. “El Zorro baja y dice, por Tutolomondo: «este pendejo boludo se le escapo un tiro y mató a este tipo». Tutolomondo baja con una chomba manchada con sangre. Al rato lo hacen subir a Flores y Barandalla (que eran unos perejiles para ellos), para que suban a limpiar, y ven las manchas y salpicaduras de sangre”, informó Cuello, que además recordó que luego cuando llegó Lo Fiego “los putea por haber hecho subir a ellos a limpiar”.

El sobreviviente avanzó más con la narración de lo ocurrido esa fatídica jornada en el SI. “Minutos después empieza a haber un movimiento terrible. Comenzó a llegar la patota en pleno, alguno de ellos bajó, recuerdo a Scortechini bajando en un estado de excitación extrema, a los gritos, con una pistola en la mano, con un pañuelo tipo cowboys, y se escuchaban los gritos. Escuchamos cuando arrancaron los autos”, narró el sobreviviente, que también se acordó que “como a las nueve de la noche, baja Lo Fiego, al sótano, con Ramírez y el Zorro con un arma, y nos dicen «muchachos acá no ha pasado nada, saben a qué me refiero»”.

Pero el registro de Cuello, y el trágico episodio vivido por Galdame, no terminó ahí: “A la noche bajan a dos personas, a un muchacho de nacionalidad peruana que estaba costernado, era el novio de la chica que asesinaron en calle España (María Antonieta Céspedes Chung), que llega durante el procedimiento y por eso no lo pueden matar. Cuenta que era sobrino de un militar de la aviación peruana, y supimos después de que hubo un reclamo de la Cancillería de ese país. Y también vino una chica que nos enteramos que era la novia de Galdame (Lidia Curieses). Nosotros tuvimos que decidir si le decíamos o no que habían matado a Galdame, y decidimos que no”.

Cuello pintó a los jueces, con una anécdota ocurrida en el SI, cómo se enteró el grupo de detenidos del tiroteo fraguado. “Nos llega un recorte del diario La Capital donde consta que hubo un enfrentamiento con subversivos en España y Pellegrini”, contó Cuello y agregó: “Recuerdo que el Ciego (Lo Fiego) viendo el artículo del diario dijo «que boludos, siempre plantamos las mismas armas, un día se van a dar cuenta»”. También comentó el testigo que se escuchó por esas horas de agitación en el SI, que un día “caen tipos de inteligencia del Ejército y le plantean a Lo Fiego «ustedes no nos pueden meter este verso de que acá hubo un enfrentamiento. Nos enteramos que al Instituto de Médica Forense llegan dos cuerpos por un lado y uno por el otro».

Artículo publicado en la capital el 17 diciembre 1978. Foto: La Brújula cooperativa.
Artículo publicado en La Capital el 17 diciembre 1978. | Imagen: Cooperativa La Brújula

En su larga declaración, Cuello repasó los nombres de cada uno de sus compañeros de cautiverio, recordó anécdotas risueñas a pesar de lo terrible del contexto donde ocurrieron, e identificó a buena parte de los integrantes de la patota de Feced.

“Quiero hacer un homenaje muy sentido a Jorge Flores, que falleció hace un par de años y a Alicia Galdame, hermana de Conrado a quien conocí como militante y bregó siempre por un espacio de justicia”, dijo en uno de los momento más sentidos de su testimonio el sobreviviente, en el que también mencionó a “Delia Rodriguez Araya, la doctora Inés Cozzi y a la madre de mi hija, la doctora Lezcano”.

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