Martín colgó el pito en 2007. Foto: Manuel Costa
Martín colgó el pito en 2007. Foto: Manuel Costa

El ex árbitro internacional rosarino Claudio Martín analizó la dura sanción que la Fifa le aplicó de oficio al uruguayo Luis Suárez y recordó un caso similar que lo tuvo como protagonista en el año 2000.

“Creo que a Suárez lo condenan los antecedentes, porque el video no es lo suficientemente claro como para ver el mordiscon, salvo la marca que muestra el jugador”, arranca diciendo este hombre que hoy recorre las calles de Rosario a bordo de su taxi pero que supo transitar durante casi una década por la máxima categoría del referato argentino, y aclara: “Evidentemente su pasado le jugó en contra y aunque él ya pagó por los dos mordiscos anteriores, eso influyó en los encargados de tomar la decisión de actuar de oficio y sancionarlo tan duramente que se perderá lo que queda del Mundial”.

Desde su debut en 1996, impartiendo justicia en un encuentro del campeonato del Nacional B, hasta 2007 –año en que decidió colgar el silbato–, el rosarino cosechó halagos y puteadas por su desempeño en las canchas asumiendo el papel menos deseado entre los protagonistas de un partido de fútbol profesional. “El árbitro no tiene responsabilidad alguna porque el balón estaba en otro lado”, señala Martín ante la consulta sobre la actuación de su colega en el polémico choque entre Italia y Uruguay, y agrega: “Además, a este árbitro mexicano quedate tranquilo que no le tiembla el pulso y si tiene que echar a alguien no tiene problemas”.

Tras explicar que “reglamentariamente los resultados no se pueden modificar una vez que terminó un partido”, y que por eso “por ejemplo, no se anuló el gol de Diego a los ingleses pese a los videos que mostraban el manotazo”, este reconocido hincha de Central que admite conversar “el 90 por ciento de las veces de fútbol” con sus ocasionales pasajeros, fundamenta: “Este caso es distinto y ya hay un par de antecedentes en que se suspendió a un jugador que no había sido expulsado por el árbitro durante el juego. Acá el problema es el tipo de agresión porque esto que hizo está fuera de lo que es la esencia del fútbol. Un codazo, si se quiere, es más tolerante y hasta podríamos decir que es parte del juego. Si en vez de un mordisco hubiese sido un codazo yo creo que no hubiese pasado nada, porque para eso están los árbitros… y si no lo ven, pasa de largo”.

Un duro oficio
El viernes 17 de marzo de 2000, Racing recibió en el estadio Juan Domingo Perón a Instituto de Córdoba y a Martín lo designaron para dirigir ese encuentro. Cuando corrían 29 minutos de la etapa inicial, llovió un centro desde la derecha que tenía como destinatario la cabeza del delantero cordobés Daniel Jiménez. Pero lo que encontró en el aire el pobre Miliki fue el codo certero del defensor local Alejandro Simionato que literalmente le partió la cara. El árbitro no advirtió la jugada ya que de lo contrario tendría que haber expulsado al central de la Academia y cobrado penal para la visita. “En el momento no lo vimos ninguno de los tres jueces, pero cuando me encuentro con el jugador veo que tenía un corte como para que le den veinte puntos de sutura”, rememora Claudio que no le erró por mucho ya que al grandote le aplicaron esa noche seis puntos por afuera y cinco por adentro de su boca. Teniendo en cuenta la gravedad de la herida que observó, el juez rosarino señaló en su informe final que el futbolista “se había retirado con un profundo corte pero que ni yo ni mis asistentes habíamos podido ver lo ocurrido”, según recuerda el propio protagonista, quien añade: “En base a mi informe, el tribunal de disciplina revisó las imágenes y –aunque en el video tampoco se observa demasiado porque fue tomado por una cámara desde arriba–, suspendió a Simionato por cinco partidos. Yo, hasta el día de hoy, creo que el defensor pone el brazo para frenarlo y que el otro se lo come, porque en ningún momento se ve el típico movimiento del codazo que es tirar el brazo para atrás. Pero el corte era tremendo y justificó la sanción”.

Por último, cuando se le recuerda el último caso en que la entidad madre del fútbol argentino actuó de oficio y decidió retirarle la tarjeta roja al jugador de Tigre Martín Galmarini, que supuestamente había cometido mano para marcar un gol ante Gimnasia de La Plata en marzo de 2011, este ex árbitro que se dió el lujo de dirigir en el campeonato Mundial Sub 20 que se disputó en nuestro país en 2001, ironiza: “Mirá, si no hubiera habido un gran movimiento de la prensa quedate tranquilo que, por lo menos en Argentina, no pasaba nada”.

De Brasil al mundo
Martín, que arbitró partidos de eliminatorias sudamericanas y europeas, copas Libertadores y el Preolímpico Chile 2004, asegura que el desempeño de sus pares en el presente Mundial “en general está bien, aunque hubo algunas polémicas fueron muy pocas y después se acomodaron bien”, y cree que “ahora van a ir quedando los mejores y que se va a ver un buen nivel de referato”. Además, Claudio, que es de los que sienten que “recién en octavos de final empieza el Mundial en serio”, confiesa que a la selección la ve como candidata. “El equipo está muy bien de mitad de cancha para adelante, aunque no me gusta el 4-3-3 porque es como que le falta un jugador en el medio y quedan muy regalados los centrales”, analiza metido en su rol de periodista deportivo (fue columnista en radio y TV y hasta condujo un par de programas), y apunta: “Lo que veo flojo es el mediocampo, pero igual le tengo mucha fe a este equipo y creo que junto con Alemania y Holanda son los que más chances tienen de quedarse con la Copa”.

Árbitro no se nace, se hace
Además de su oficio de taxista, por estos días Martín está abocado a la docencia. “Estoy en la Cooperativa de Árbitros de Rosario donde doy los cursos y estoy de instructor”, cuenta, y acota entusiasmado: “El 21 de julio arranca un nuevo curso para aspirantes que dura 3 meses y tiene salida laboral inmediata. Cuando lo terminás podés entrar a dirigir a los más chicos y si tenés condiciones vas avanzando porque esto no es como en la Municipalidad, que ascendés por antigüedad, acá el que sirve progresa y el que no, no. Y árbitro no nace nadie: se hacen a través de los partidos”.

Al ser consultado por el motivo que los impulsó a conformar una cooperativa, el ex referí rosarino relata que “en los colegios de árbitros, cuando entraba algo de plata desaparecía el tesorero”, y tras aclarar que eso “sigue pasando”, concluye: “Formamos una cooperativa para que ningún mal intencionado desaparezca con la plata (risas). Nosotros ahora firmamos todos los papeles, estamos todos anotaditos y nadie se puede escapar”.

Entrevista publicada en el nro.149 del periódico el eslabón.

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