Foto: Javier García Alfaro
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Proveedores de Internet impidieron el acceso al sitio web que publica enlaces a archivos BitTorrent, The Pirate Bay (TPB), a partir de una causa iniciada por Capif por presunta violación de la propiedad intelectual. Este bloqueo se inscribe en el marco de una serie de iniciativas que, como sucede en otras partes del mundo, intentan –prácticamente sin éxito– frenar las distintas formas de intercambio de bienes culturales que desde fines del siglo pasado la tecnología digital hace posible.

Mediante un documento enviado a diversos proveedores de Internet, la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) hizo lugar a una orden del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 64, en el marco de una causa iniciada por la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas (Capif) contra el popular sitio sueco.

La misiva solicitó a los proveedores “bloquear el acceso de usuarios desde la República Argentina respecto de las direcciones IP que opera el sitio The Pirate Bay y fue recibida por Speedy, Movistar, Fibertel, Prima, Telecentro, Iplan, Arnet, Personal, Metrotel, Sion y Claro.

TPB es un motor de búsqueda de archivos BitTorrent (un protocolo que permite el intercambio P2P) desde el que es posible encontrar películas, series, música y todo tipo de material multimedia. Gran parte de estos contenidos, aunque no exclusivamente, son productos de la industria del entretenimiento sujetos a leyes de copyright. También hay enlaces a obras con licencias abiertas o y otras tantas que forman parte del dominio público.

P2P, qué grande sos

Peer to peer (P2P) opera sin clientes ni servidores fijos, sino a través de una serie de nodos que actúan simultáneamente como clientes y servidores respecto a los demás nodos que la integran. Las redes P2P aprovechan, administran y optimizan el uso del ancho de banda de los demás usuarios de la red por medio de la conectividad entre los mismos, y obtienen así más rendimiento en las conexiones y transferencias que con los métodos centralizados convencionales.

Además del intercambio de archivos, las redes P2P tienen múltiples aplicaciones, tales como los sistemas de telefonía por Internet (como Skype) o el procesamiento de enormes bases de datos para cálculos científicos, entre otros.

Desde su lanzamiento en 2003, TPB ha enfrentado cuestionamientos legales por parte de gestores de derechos de autor y copyright, quienes acusan al portal nórdico de facilitar la “piratería”.

Tras el bloqueo de TPB el sitio web de Capif sufrió un ciberataque y durante varias horas www.capif.org.ar redirigió a los visitantes a la mismísima bahía pirata. Inmediatamente, a través de blogs y redes sociales, se difundieron los múltiples enlaces que permiten sortear la medida dispuesta por la CNC, como proxybay.info, una lista de sitios surgida a partir de los bloqueos efectuados en Europa que mediante diferentes links conduce a la famosa bahía pirata. Otra conexión con TPB, de clara inspiración maradoniana, es www.chupalacapif.com.

Diego Rottman, director de periodismo.com, señala que el bloqueo solicitado por los gestores de derechos de autor puede considerarse “absurdo” por varios motivos, entre los que se destacan que TPB es fácilmente clonable, ya que es una recopilación de enlaces y no aloja sino que clasifica y facilita el acceso a contenidos. La medida además puede volverse en contra tanto de Capif, como de la CNC –que quedan como los malos de la película– a la vez que permite al público masivo conocer algo que hasta entonces ignoraba, entonces la bahía pirata y sus miles de réplicas desparramadas por la web reciben cada vez más navegantes.

Rottman destaca además que “la medida no afecta a nadie”, ya que en Argentina pocas personas poseen “los conocimientos y la paciencia necesaria para encontrar y bajar torrents” y quienes saben conocen también cómo sortear el bloqueo. En nuestro país el acceso a bienes “pirateados” se da principalmente a través de la venta callejera y la descarga directa.

El periodista sostiene que “bajarse el torrent, después buscar el subtítulo en otro lado y renombrarlo, en poco tiempo quedará en el olvido”, ya que existen aplicaciones como Popcorn Time o Cuevana Storm que lo hacen automáticamente.

Para Capif –continúa Rottman– TPB “es un facilitador de la violación de los derechos de propiedad intelectual” porque pone a disposición de los usuarios “la catalogación de los contenidos disponibles y los enlaces y elementos necesarios para que puedan descargar los contenidos” aunque reconoce que facilita el acceso a millones de personas en todo el mundo”. El mismo criterio con el que se bloquea TPB, un directorio de links a contenido “pirata”, sería aplicable a Google, donde se pueden hallar enlaces a ese mismo tipo de contenido.

Somos los piratas

Una veintena de países, a partir de las presiones de la industria del entretenimiento, ha bloqueado e intentado prohibir el acceso a TPB en su territorio con escaso éxito. En Suecia, sus cuatro fundadores fueron sentenciados originalmente a un año de prisión y a una multa de 3,5 millones de euros por “asistir la distribución de material protegido por copyright”.

La persecución desplegada sobre los piratas digitales nórdicos, que incluyó redadas y exilios, lejos de disuadirlos, inspiró un movimiento político que excede el ciberespacio y que en 2006 dio origen al Partido Pirata (Piratpartiet), una organización que milita por la reforma de las leyes de copyright, la abolición del sistema de patentes industriales –en especial las patentes farmacéuticas– y la defensa del derecho a la privacidad. El Partido Pirata se ha extendido a varios países del viejo mundo y obtuvo bancas en el Parlamento Europeo.

“El problema es que gente vieja es la que dirige las compañías. Saben cómo se hacía dinero antes y no quieren cambiar. Son como los Amish. No quieren electricidad. Saben cómo hacerlo sin electricidad”. Esto dijo Peter Sunde –cofundador de TPB y candidato a eurodiputado por el Partido Pirata de Finlandia– en el documental The Pirate Bay lejos del teclado que acompaña a los piratas de la bahía en sus visitas a los tribunales Estocolmo y se puede ver en YouTube.

Es probable que la época del arte envasado –en discos, films o el soporte que sea– esté llegando a su fin, o quizás esté cambiando nuevamente el tipo de envase. Algo de esto sucedió cuando la industria del cine libró una feroz batalla contra el VHS en la década del 70, Disney y Universal demandaron a Sony por inventar videograbadoras que podían copiar obras protegidas por copyright.

El bloqueo argentino a TPB, junto a otras iniciativas que apuntan criminalizar el intercambio en tiempos convulsionados de replicabilidad digital nos obliga a buscar nuevas formas de recuperar inversiones y alentar esfuerzos creativos, porque como dice el comandante del software libre, Richard Stallman, “la piratería es asaltar barcos en alta mar”.

Nota publicada en la edición 150 del periódico el eslabón

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