Exponente santafesino del reggae, Sig Ragga “no para” desde 1997; sin embargo, se tomaron su tiempo para editar Aquelarre, su segundo disco que presentan este viernes en Plataforma Lavardén.

El tecladista y letrista Gustavo Cortés es uno de los creadores de Sig Ragga, junto con su hermano, el baterista e ilustrador Ricardo Cortés, y el guitarrista Nicolás González, quienes formaron la banda mientras compartían horas en la escuela secundaria en Santa Fe.

El músico dialogó con Redacción Rosario, y recordó esos primeros años, cuando se la “volaban” con la música jamaiquina, entre un crisol de influencias artísticas que curtían: “En esa época el reggae no se escuchaba en la radio, ni sonaba en la calle como ahora. Nosotros escuchábamos Marley, pero también toda la primera ola de música de Jamaica con bandas como Skatalites; y la ola del ska en Inglaterra, con sus letras sobre las luchas obreras y de emancipación”.

Por esos días, una banda rosarina los cautivaba: “Nos gustaba mucho Scraps, éramos fanáticos”, asegura Cortés. “Recuerdo que a los Scraps los escuchábamos en un casete que era un compilado de bandas argentinas (Skamania 1997 –Kuraka Discos). Luego tuvimos la oportunidad de tocar con ellos”.

Tiempo después, muchos rosarinos conocieron a Sig Ragga por una versión de un tema que Cortés escribió a los 16 años: Eclipse, que Rosario Smowing no se cansó de tocar en vivo, y que grabó en el disco Si siempre estoy llegando, del 2007. Diego Casanova, ahora capitán de “La Smowing”, ya los junaba de la época que él era manager de Scraps.

Luego de salir al ruedo, tocar y sacar algunos “simples”, recién en 2005 graban su primer disco (Sig Ragga), con la producción y la ingeniería en sonido de Diego Blanco de Los Pericos. Casi una década después volvieron a los estudios con Aquelarre (2013-Pop Art).

“Aquelarre es un disco que se hizo rápido”, cuenta Cortés. “En el primero no teníamos los medios, se nos hizo más difícil”, y continúa: “No somos las mismas personas que la del primer disco. Naturalmente con el tiempo se empezaron abrir las fronteras, inventamos y mezclamos cosas, para nosotros los géneros conversan”, dijo el santafesino.

En la charla, el músico promete que en Rosario repasaran todos sus temas “con versiones de hoy”.

El destino de Sig Ragga parece marcado por la cadencia de sus temas, y sus caminos plagados de niebla, donde las cosas no son muy claras. Los teclados de Gustavo Cortés sirven como colchones sonoros que remiten a la música progresiva, a estructuras variadas que nunca parecen alejarse mucho del reggae.

“En realidad hacemos lo que se no da la gana. Tal vez tenga que ver que hemos escuchamos rock, música clásica, Beatles, música popular y jazz”, aclara Cortes que se define como un “melómano” de la música.

La banda, que además de Gustavo Cortés integran Juanjo Casals en bajo, Nicolás González en guitarra y Ricardo Cortés en batería, tiene una pretensión poética, tanto en sus vestuarios como en la artística de sus discos, con ilustraciones que realiza el baterista Ricardo Cortés, hermano de Gustavo, que también fue parte de Butumbaba, parte de la movida reggae santafesina. “Mi mamá es artista plástica, siempre nos gustó el cine, y siempre fue una excusa la música para la puesta en escena teatral”, dice Gustavo, que tiene el monopolio de las líricas en las que sobrevuela, en algunos pasajes, el espíritu del Flaco Spinetta: “A mí me gusta escribir, no es inquietud de los otros. También me gusta hacer las partes vocales. La letras suelen aparecer después de la música que siempre dialoga”.

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