Foto: Ramiro Gómez/Télam.
Foto: Ramiro Gómez/Télam.

La jugada está a la vista: fondos buitre extorsionan a la Argentina con el guiño de un sector de la Justicia de Estados Unidos y del gobierno del país del Norte, mientras bancos privados y sectores exportadores locales ejecutan maniobras especulativas alrededor del dólar para forzar una nueva devaluación con el fin de obtener cuantiosas ganancias, licuar salarios y debilitar a la gestión de CFK rumbo a las elecciones del próximo año. Esta situación se conjuga con problemas económicos internos, como la falta de dólares para la importación en áreas clave (restricción externa), una baja de las exportaciones a Brasil y una crisis en las principales potencias del mundo que perdura.

Según un juez municipal (Thomas Griesa), un país soberano (Argentina) está en desacato por no cumplir con un fallo que a todas luces favorece el reclamo usurero de los buitres. “El tribunal sostiene que la República Argentina está en desacato civil”, afirmó Griesa, y justificó su decisión en los “pasos ilegales propuestos” por el país con el objeto de eludir la sentencia que favorece a los fondos NML y Aurelius por 1.330 millones de dólares, a los que se deben sumar intereses. La resolución fue dictada poco después de dos cartas que el gobierno argentino envió al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y al propio Griesa, rechazando la posible declaración de desacato.

Fue otro mamarracho jurídico de Griesa, como la forzada interpretación que hizo de la cláusula de pari passu (tratamiento igualitario entre tenedores de títulos de deuda). La decisión del magistrado del distrito sur de Nueva York, con una injerencia que viola normas del derecho internacional, no tuvo en cuenta que Argentina no puede cumplir con su fallo porque se lo impide la cláusula Rufo, es decir su propia ley, que protege las reestructuraciones de deuda externa de 2005 y 2010 a las que ingresó el 93 por ciento de los acreedores.

Como dijo la presidenta Cristina Fernández en un claro y duro discurso que pronunció el martes pasado durante un acto en Casa Rosada, no fue casualidad que el dictado de Griesa se conociera un día antes de que la Argentina haga debutar la ley de Pago Soberano y cancelara unos 160 millones de dólares correspondientes a los intereses de los bonos Par en las cuentas de Nación Fideicomisos en Buenos Aires en reemplazo del Banco de Nueva York, donde Griesa mantiene bloqueado un depósito de 539 millones de dólares que efectuó Argentina para bonos reestructurados bajo legislación estadounidense.

Con su disparatada declaración, el objetivo del octogenario juez fue amedrentar a los bonistas para que no acepten cambiar la sede de pago. Fue una nueva cruzada pro buitre para frenar la política de desendeudamiento del kirchnerismo que, en resumen, permitió aliviar el peso de la deuda externa con relación al producto bruto interno nacional sin pagar costos sociales.

“Con respecto a las sanciones, el Tribunal se reserva su decisión para procedimientos posteriores”, dijo el magistrado neoyorquino, dejando en suspenso la segunda parte de la demanda de los buitres, que le pedían una multa diaria de 50 mil dólares hasta que Argentina dejase de “violar” sus órdenes. En tanto, al habilitar al Citibank y al JP Morgan a pagar bonos de la deuda emitidos bajo legislación nacional, Griesa emparcha sus propios equívocos.

La Justicia Federal estadounidense ya declaró en “desacato” a quince Estados soberanos. Para el capital financiero internacional más concentrado, la postura argentina de no pagarles a los buitres es un “desacato”. No pueden entender cómo un país de América del Sur no se arrodilla ante los fondos especulativos, Griesa y el Imperio. Más bien, todo lo contrario. La decisión de Griesa no implica ningún efecto concreto contrario al país. De todas maneras, el “desacato” será utilizado por buitres de acá y de allá para seguir zarandeando incertidumbre y preocupación en la sociedad argentina.

A un país soberano no se lo puede hacer “repimporotear en el calabozo por «desacatao»”, como decía el comisario de la serie de dibujos animados Hijitus. La resolución de Griesa no modifica el cuadro de situación, es un capítulo más de la pelea con los fondos buitre. No obstante, la controversia con grupos especulativos con gran poder de lobby repercute de manera negativa en la marcha de la economía doméstica, sobre todo en las expectativas y en decisiones de consumo e inversión.

“Hay que enfocarnos en los problemas internos”, aseveró el economista y ex embajador en Francia, Aldo Ferrer, “que han surgido por una serie de factores complejos que hay que resolver, y esto depende de lo que hagamos nosotros, no de lo que determine un juez norteamericano”. Señaló que “los países endeudados, como los del sur de Europa, están soportando procesos de ajuste extremadamente graves” y recordó que “nosotros vivimos esos procesos en 2001, como consecuencia de habernos endeudado más de lo conveniente”.

“Esas ideas neoliberales siguen predominando en Europa y Estados Unidos, no en China, no en los países emergentes que han seguido políticas de fortalecimiento financiero, de soberanía frente a los mercados especulativos”, indicó el economista en declaraciones radiales. Y agregó: “Nosotros caímos en esa trampa y la pagamos muy caro, de ahí hemos salido, desendeudándonos, poniendo la deuda en niveles manejables con recursos propios, movilizando el ahorro interno, y debemos fortalecer eso”.

Devaluadores desacatados
Desde la devaluación de enero, en medio de una corrida cambiaria protagonizada por sectores del poder económico y financiero, los mismos grupos beneficiados agitan otra corrección del tipo de cambio. Desde entonces, traficantes de información económica aseguran que otra devaluación está a la vuelta de la esquina. Los que siguieron sus pronósticos fallidos perdieron dinero “a lo pavote”, como dijo la presidenta durante el discurso en el que apuntó a exportadores y bancos.

Con el ajuste del tipo de cambio de comienzos de año, los bancos, con activos dolarizados, ganaron en enero lo mismo que habían ganado durante todo 2013. Pero la devaluación trajo consecuencias nocivas para el conjunto de la población: hubo aumento de precios desmedidos y retracción del consumo, que el gobierno busca reactivar con más sorteos del Procrear, el programa Precios Cuidados, el Procreauto y Ahora 12, el plan para comprar con tarjetas de crédito en cuotas sin interés.

Sin pelos en la lengua, CFK dijo que el fallo de Griesa era “un disparate” y aseguró que hay una “maniobra de pinzas” de sectores concentrados para “voltear al gobierno con ayuda externa”. La presidenta acusó a estos grupos de estar “presionando con una devaluación para licuar aumentos salariales y licuar sus pérdidas” por haber retenido millones de toneladas de soja. La presidenta disparó no sólo contra compañías exportadoras y diversos sectores del empresariado, sino también contra bancos y sociedades de Bolsa por especular con el aumento del dólar. “Compran títulos en pesos, los sacan al exterior, los venden en dólares y los vuelven a ingresar y así hacen la bicicleta”, enfatizó, y afirmó que esos sectores “vienen por las conquistas sociales”.

Cristina sostuvo que “quieren volver a endeudar el país y hacer caer la reestructuración” de la deuda. Añadió que “es un problema de proyecto político de país más allá de los inconvenientes de la economía por impacto externo o por caída de los precios internacionales”. Dijo que los productores “han perdido dinero” al evitar vender casi la mitad de la soja cosechada especulando con una suba del precio, que en realidad bajó.

CFK vinculó maniobras especulativas de los bancos privados con funcionarios del Banco Central y al otro día renunció el titular de la autoridad monetaria, Juan Carlos Fábrega, que fue reemplazado por el ahora ex presidente de la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli. Fábrega mantenía una disputa con el ministro Axel Kicillof por el rumbo de la política económica.

En sus 310 días al frente del BCRA, los números no lo acompañaron: se perdieron 3.627 millones de dólares de reservas (de 31.541 millones a 27.914 millones), el denominado dólar blue creció casi 57 por ciento (de 9,93 a 15,57 pesos) y el tipo de cambio oficial pasó de 6,06 a 8,47 pesos por dólar, con una devaluación de casi 40 por ciento.

Pese a contar con la reforma de la Carta Orgánica para disciplinar a los bancos, durante la gestión de Fábrega el Central dejó que la banca privada suba tasas de interés para los créditos productivos y el consumo y pague intereses de plazo fijo por debajo de la inflación, con lo cual empuja a pequeños ahorristas a volcarse al dólar. La ida de Fábrega ratifica que para el kirchnerismo, el BCRA no puede ser neutral en la política económica y menos jugar a favor de los que atentan contra los intereses de las mayorías.

Miradas al Norte

La relación entre Argentina y Estados Unidos es tensa, distante. Lo fue durante la gestión de Néstor Kirchner con el republicano George Bush (no al Alca) y lo es entre Cristina Kirchner y el demócrata Barack Obama, pese a que la relación entre ambos mandatarios tuvo momentos de acercamiento y de buena sintonía. CFK siempre repudió la política bélica del premio Nobel de la paz, y a Obama, presionado por sectores conservadores de la derecha más rancia estadounidense (Tea Party), nunca le cayeron bien los gobiernos de corte popular de América latina. El vínculo entre ambas naciones tuvo su punto de inflexión en el conflicto con los fondos buitre a partir de gestos políticos de la Casa Blanca en contra de la Argentina.

El gobierno nacional esperó un respaldo de parte de Estados Unidos en el litigio con los buitres que nunca llegó, pese a que el propio gobierno de Obama sufre los desbarajustes financieros de Wall Street y el capital financiero más salvaje. Estados Unidos “dejó hacer” a Griesa. Se negó a resolver el pleito en el tribunal de La Haya, votó en contra en Naciones Unidas de los mecanismos para regular las futuras reestructuraciones de deuda soberana, un proyecto ingresado por el G-77 más China a pedido de la Argentina.

Días atrás, Cancillería repudió los dichos del encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, Kevin Sullivan, quien en declaraciones al diario Clarín le sugirió al país que “salga del default” para “retornar a la senda de crecimiento económico sustentable y atraer inversiones”. El jefe de Gabinete Jorge Capitanich le salió al cruce enseguida: “Argentina ha depositado los fondos que pertenecen a los bonistas y el responsable de que no cobren los acreedores es un juez de la jurisdicción de Nueva York”, recordó.

En medio de los roces diplomáticos con Estados Unidos, el funcionario sostuvo que la Argentina mantendrá relaciones bilaterales con todos los países de forma “normal” pero limitando la injerencia en los asuntos internos. El jefe de ministros defendió los dardos que lanzó la presidenta Cristina Fernández contra el país del Norte por el conflicto con los fondos buitre, al hablar de una “conspiración” de parte de ese país contra su gestión. El mismo día del discurso de la presidenta, la embajada de Estados Unidos advirtió a sus ciudadanos y potenciales turistas por la inseguridad en nuestro país, al advertir sobre un “aumento de delitos”. Cristina lo consideró una “provocación”.

Hay dirigentes opositores preocupados por los “ataques” de la presidenta a los Estados Unidos. Algunos parecen extrañar las “relaciones carnales”. Para indignación del precandidato a presidente por el FAU, el socialista Hermes Binner, que pidió “más respeto” a los Estados Unidos, la presidenta se refirió a la “novela” sobre las supuestas amenazas contra su vida de parte de terroristas fundamentalistas del Estado Islámico y aclaró: “Si me pasa algo no miren hacia a Oriente, miren al Norte”.

Artículo publicado en la edición de este sábado del semanario El Eslabón.

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