El Eslabon José Acevedo

“Bagre azul” o Mandisoví, es el nombre que lleva el poblado entrerriano que funda Manuel Belgrano en 1810, en su campaña al Paraguay. En el lugar, existía desde 1777, la estancia ganadera comunitaria (o tupambaé) de Nuestra Señora de la Concepción del Mandisoví, levantada por el mismísimo padre del Libertador, el gobernador teniente del despartamenteo de Yapeyú, Juan de San Martín.

El poblado es posta de los caminantes que llevaban la yerba, el algodón, tabaco, grasas y cueros. Pero, años después, con las guerras, que en parte él mismo propició, Justo José Cleto de Urquiza traslada el pueblo, el 20 de marzo de 1847 por ahí cerquita, pero con el nombre de Federación.

Es como para no sospechar que al Urquiza le molesta ese Mandisoví, por donde pasan esos próceres nombrados y, uno más y casi desconocido, no adecuado a los tiempos que deseaban hacer correr los señores que dominaban y que hoy aún imponen silencio sobre ciertas historias.

Es que en Mandisoví, en 1813, se produce una rebelión impulsada por el artiguista Domingo Manduré y el cura del lugar. Fray José Leonardo Acevedo se pone contra el alcalde de Mandisoví, el capitán Pablo Areguati y pronto se desata la revuelta.

La cosa llega para el lado de Yapeyú, La Cruz y toda la costa del Uruguay. Hasta allá mismo se trasladaba el conflicto entre los Pueblos Libres artiguistas y el gobierno porteño, que hacía poco había impedido que los diputados misioneros llevaran a la Asamblea del Año Trece la propuesta de independizarse de toda dominación extranjera y tomar forma de una república federal.

Pero, el 28 de agosto de 1813 es sitiado Mandisoví por Féliz Carrasco, al frente de las tropas enviadas por el teniente gobernador de las Misiones, Bernardo Pérez Planes. Pero a los ocho días dejaron el acoso al pueblo y se retiró.

Con los inicios de 1814, Artigas manda al comandante Fernando Otorgués a la zona de Mercedes para reclutar voluntarios y logra también que se vaya del pueblo Las Víboras. La suma de choques lleva a que el 20 de enero de 1814 Artigas deje el sitio de Montevideo, y con tres mil hombres se desplace para frenar la inminente intervención de las tropas del directorio porteño.

Ante la marea fluvial artiguista, el 11 de febrero, el director Gervasio Antonio de Posadas patea para el costado la tensión y declara al federal como “infame, traidor y enemigo de la patria” y ofrece seis mil pesos a quien lo entregue vivo o muerto”, por abandonar el frente de la lucha por la independencia. Ante ello, Artigas lanza la guerra al «directorio porteño».

En Villa del Rosario, Córdoba, el 5 de mayo de 1787, nace José Leonardo Acevedo. Se hace cura franciscano y a los 25 años es enviado a Mandisoví. Allá la tierra y los paisanos, más algunas lecturas, lo acercan al artiguismo. En 1815 se junta a la montonera de Andresito, haciendo las veces de capellán, secretario, consejero y compañero.

Juntos se instalan con la tropa en marzo de 1815 en Santo Tomé (Corrientes). A los meses recuperan los pueblos de Concepción de las manos paraguayas, que lo había tomado en 1814. Participan de las asambleas que rigen el destino de los pueblos guaraníes y criollos, también eligen a los representantes en el Congreso de Oriente o Arroyo de la China, convocado por Artigas para apurar la independencia.

Entonces Andresito es nombrado Comandante General, más adecuado al de Teniente Gobernador, para época de un pueblo en guerra. Esa diferencia es tomada por los copetudos y caté de Corrientes para decir que nunca los gobernó un guaraní, heridos en su orgullo prefieren falsificar la verdad.

Con un oído en la Fe y otro en las armas, lo llevó a comandar el asalto a Candelaria. Los documentos indican que “con doscientos cincuenta hombres entre infantería y caballería, al mando del capitán Manuel Miño, con su compañero el padre Fray José Acevedo, “para que éste le dirigiese en todo, y lo que él dispusiese se hiciera”.

“En respuesta al oficio que le habían enviado, el comandante de Candelaria solicitó parlamentar; el padre Acevedo accedió a ello, pero como Isasi pretendía repasar el Paraná “con todo su armamento”, ante esa exigencia y otras de carácter dilatorio, luego de formarse junta de guerra se determinó atacar. Tres horas de encarnizado fuego duró la batalla y luego de un nuevo parlamento fue aceptada la rendición de la guarnición que había estado defendida por 300 hombres, con todo su armamento y pertrechos de guerra”, se indica en “La herencia misionera” de Alfredo Poenitz, Esteban Snihur y Jorge Francisco Machón.

También se indica que “recuperada la antigua capital de Misiones, no solamente serán ocupados –ya sin contratiempos– los restantes pueblos de la margen oriental del Paraná: Santa Ana, Loreto, San Ignacio y Corpus, sino también el vasto espacio que se extendía hasta los límites con Corrientes, en el Santa Lucía, ocupado por los paraguayos desde 1811”.

Cuando el guaraní es apresado en 1819, también cae prisionero y es arrastrado a cárceles de Río de Janeiro. El cura es liberado en 1821 y regresa a Entre Ríos donde se radicó.

Fue propuesto por Urquiza para ocupar el cargo de obispo de Paraná. Falleció el 18 de febrero de 1858.

Nota publicada en la edición 164 del periódico el eslabón

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2 Lectores

  1. luis

    15/10/2014 en 12:18

    muy buena difusion de este personaje descollante del siglo XIX.
    Un par de detalles: Andres no comandaba una montonera, sino el ejercito Misionero. Misiones era un estado en ciernes dentro de la confederacion Artiguista.
    Coincido que la pequeña aristocracia correntina era enemiga del artiguismo, aunque difícilmente existió un cafe en ese pueblo.

    Responder

  2. Norma Rios

    16/10/2014 en 12:13

    caté, Luis, caté , un parásito de las clases altas…

    «cate» en glosario de jergas y modismos de Argentina:

    (pop.) Elegante, distinguido, lujoso.

    Responder

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