(Resumen del capítulo anterior: El Desubicado pasaba por una plaza cuando se topó con una pelota que le dijo que era un pase de Mancuello. Entonces la paró de pecho y la controló. Sin embargo no sabía qué hacer con el balón, que le dijo: “Devolvé la pared antes de que vengan los contrarios y me roben”. El Desubicado no podía ver a Mancu –la plaza estaba muy concurrida– pero la pelota le dijo que él siempre pica a la espalda de la última línea, así que El Desubicado le pegó un voleo con la esperanza de que Mancuello la baje, le pegue de zurda y haga el gol. Sin embargo, no supo del destino de la pelota a la que vio perderse –¿para siempre?– en medio de una bandada de palomas. En eso estaba cuando su viejo amigo Filoso Fofó, payaso y analista político de este circo devenido en consultor de marketing electoral, lo chistó desde un arenero y le contó que estaba diseñando las campañas de todos los candidatos, tanto a favor como en contra).
–Me tengo que ir al laboratorio. Mi proyecto revolucionará el marketing electoral…
–Nunca sé si habla en serio o me está tomando para la joda, Fofó…
–Jejeje, a mis clientes les pasa lo mismo. Se me quedan mirando con cara de Binner…
–¿Y cuál es su proyecto?
–Estoy diseñando un ultracandidato imbatible cuyo inexorable destino será ganar.
–¿También inventa candidatos?
–La invención de candidatos es el abecé del marketing electoral. Ya lo dice el dicho: ningún pibe nace candidato.
–¿Altamira tampoco?
–Jorgito… Ni siquiera nació Altamira… pero su vocación por el candidaturismo le hizo redefinir su identidad. Hay muchachos a quienes a esta altura ni les importa ganar siquiera una elección en una vecinal pero no pueden dejar de ser candidatos… Si pudieran ser candidatos eternamente lo harían.
Y aceptarían morir a cambio de una candidatura como epitafio…
–¿Por qué, Filoso?
–Porque quieren salir en la tele. Los más jóvenes por ahí flashean más con verse gigantes en los afiches y después apuestan todo al Face. Pero los más viejos quieren salir en la tele. Es lógico, ¿quién mira la tele? Los de más de 40 ó 50, el resto ya se pasó a Youtube y Netflix. Pero los viejos salen en la tele y los miran sus amigos y familiares mayores… Eso los pone felices. Los candidatos son muy sensibles y vulnerables, imagínese tener que sonreír y repetir lo mismo 22 horas por día. Llega un momento en que comienza a preguntarse si no es parte de una farsa… En ese momento border en el que admite que los votos se cuentan de a uno garpa mucho el llamado de una tía lejana que lo vio en canal 6…
–¿Pero usted no hace campañas televisivas?
–Sí, yo hago de todo. La tele es lo más fácil: el candidato memoriza un par de frases y Fantino y Majul le tiran siempre los mismos centros. Los clientes cabecean en la línea, meten un gol y se van contentos sin saber siquiera cuánto les costó el segundo. Pero el público que tienen en la tele irá muriendo con ellos y con la propia tele… Por eso yo ya pienso en otra cosa –. Filoso Fofó se acerca y baja la voz buscando complicidad. –A mí me conviene la superpoblación de candidatos porque así son más clientes. Pero la mayoría no puede ganar, ellos y yo lo sabemos. Entonces mi talento se terminará diluyendo y lo único que obtendré de todo esto es plata fácil. Por eso estoy trabajando en una herramienta que revolucionará el mercado electoral –. Fofó se acerca más al Desubicado y le susurra: –El Miguel de dos cabezas.
–¿?
–Será el primer candidato capaz de competir contra sí mismo en una contienda electoral. Y, por supuesto, aunque pierda va a ganar –asegura Fofó ceremonioso. El Desubicado lo sigue mirando incrédulo.
–Entiendo que me mire así –acepta Fofó –pero deme tiempo, estoy haciendo los últimos ajustes… Ahora lo dejo, tengo que ir a laburar. Hacer campañas es muy fácil pero revolucionar requiere un poco más de laburo… Uno de estos días véngase con Güis Kelly al laboratorio y le muestro mis proyectos…
El Desubicado se despide de Filoso Fofó y sigue caminando por la plaza. Se detiene frente a un bebedero y se inclina con la boca abierta en busca de un chorrito que le aplaque la sed. En eso está cuando algo lo interrumpe:
–Ey you madafaca, rise your hands up –lo sorprende una voz metálica que proviene de las alturas.
–¿Guat? –responde contrariado en precario inglés.
–Rise your hands up or I’ll kill you bloody madafaca –insiste la voz amenazante.
–Pero…¿quién es? Ju ariu? Güerar iu? –pregunta El Desubicado dónde está su interlocutor mientras alza obediente los brazos.
–I’m here bloody piece of shit –vocifera la voz. El Desubicado mira hacia arriba y ve un pequeño robotito circular que se mantiene dando vueltas flotando a unos cinco metros medio camuflado en la copa de un árbol.
–Cuchiu plis spik inspanish? Ui ar in an aryentain mágasin and the pipol ju rid dis don tanderstén
–pide El Desubicado al robotito si puede hablar en castellano para que los lectores lo puedan entender.
–Ok madafaca, excuse me –se excusa el robotito. Y comienza a hablar en un castellano bastante rudimentario aunque mucho más gentil. –Perdouname, soy new y olvidou cambiar el chip del languaji. Io soy Wood, Dronnie Wood. Made in los estados unidos. Numberro de seria 0303456 la lalá lala lalá.
–Ah, encantando. Yo soy El Desubicado, héroe y hazmerreír de esta columna. ¿Podría bajar los brazos?, me estoy acalambrando…
–Oh, clarou, perdóun.
–Gracias –El Desubicado baja los brazos. –¿Y qué te trae por acá?
–Soy un dron y me han contratodo para velar por la sigouridad del poueblo sudamericasto…
–¿Contra todo? –pregunta desorientado El Desubicado.
–Yes, firrmé oun countrarou.
–Ah… –comprende El Desubicado –. ¿Y quién te contrató, Dronnie?
–Es confidénshal. Nonca pregunta io. Solo vuela, io va a donde mi digan. A cuidar de gentou, la pípol.
–Pero recién casi me disparás mientras trataba de tomar agua de un bebedero…
–Vocé parrecía sospechosa. Además me parezcou que está se desgastandou mi batorría. Wait a momento, please –. Dronnie comienza a bajar y aterriza suavamente sobre un banco de la plaza. –Uuff, my friend… qué calourr que tienen aquí you soudamericastos.
–Vio, nos quedamos sin estaciones. Justo ahora que vuelve a pasar el tren… ¿Y cuál es su trabajo, Dronnie?
–Estoy programadou para volar, mirrarr, disporrar y toumbar objetivous. También got a software para hacer tomas cenitales de tevé y verr si la pelota picó adentra o afuero de las canchas de más de 25 deportes en los estados unidos.
–¿Tantos deportes hay en USA, Dronnie?
–Too much. Pero a veces creou que me usan only con fines publicitarios. In fact, desde que estoy aquí sólo he amenazadou a gente como tú parrua nou aburrirrme. Pero no es moi claro para qué nos contrrua… contrruo… cont… –la voz del dron empieza a sonar apagada.
–Contrataron. ¿Quiere decir que no sabe bien para qué lo contrataron, Dronnie? –pregunta gentil El Desubicado intentando ayudar al pequeño y tildado dron.
–Contrrui… contrrul… conchu… Crreo que me quedou sin battrríaprakdafs –parece dormise el dron. Y se apaga.
El Desubicado mira para todos lados. Se inclina para tomar un poco de agua en el bebedero y abandona silenciosamente de la plaza.