La homologación del juicio abreviado de Los Monos se vio afectada políticamente por la difusión de un video de Guille Cantero, de escasa o nula validez legal. Las pruebas de un crimen por el que fue procesado como autor y escuchas posteriores a su detención son los principales escollos para validar el acuerdo judicial que lo beneficia.

El diálogo es, por cierto, impactante. Dos (presuntos) policías departen con el criminal aprehendido. Uno se confunde y le adjudica en su haber un asesinato que no le es propio. El otro, más dateado, corrige a su camarada de armas con lenguaje coloquial: “Él no le dio al Fantasma, boludo. Él le dio a Demarre”. El detenido, al que en un video difundido esta semana se lo ve esposado, es Ariel Máximo Cantero, que responde al menos a dos alias: Guille y Roberto. “A Demarre”, amonesta también Cantero. Los posibles policías pertenecían, en 2013 cuando se grabó el material en forma oculta, a la división Judiciales de la Policía de Rosario, la que llevó adelante la investigación que al juez de instrucción Juan Carlos Vienna le permitió procesar a 39 integrantes de la banda de Los Monos, entre ellos una quincena de policías santafesinos y personal de fuerzas de seguridad nacionales por asociación ilícita.

La difusión del video esta semana, cuando tres jueces de sentencia deben analizar el juicio abreviado acordado en abril entre los fiscales de la causa Los Monos y sus defensores para homologarlo, provocó un gran estruendo público y una incómoda comezón en Tribunales.

No es para menos. En ese juicio abreviado, en el que quedaron comprendidos 18 integrantes de la banda de Los Monos (cuatro de ellos requirieron el procedimiento de juicio a prueba, conocido como probation), se juzga no sólo la asociación ilícita por múltiples delitos que el juez Vienna les endilgó a Guille Cantero, su madre, su esposa y la ex de su hermano asesinado, Claudio Pájaro Cantero, entre otros, sino que también se incluyó el asesinato de Diego Tarta Demarre (32).

Por ese homicidio del 27 de mayo de 2013 –presunta venganza por el asesinato un día antes del Pájaro Cantero– la jueza de instrucción Alejandra Rodenas procesó como autor a Guille Cantero y como partícipes secundarios a Leandro Gordo Vilches y Jorge Ema Chamorro, dos subordinados a la jefatura de la organización. El monto de la pena en expectativa para Cantero, en caso de ser condenado, era de prisión perpetua.

De un modo difícil de comprender desde una perspectiva técnico-jurídica, los fiscales de grado y de Cámara que intervinieron en la negociación del juicio abreviado a Los Monos decidieron incluir ese expediente en el acuerdo por el que se condena a Guille Cantero a 9 años de prisión.
Para eso fue necesario quitarle el arma de la mano a Cantero para que dejara de ser el autor y se convirtiera en partícipe secundario de un crimen con tres personas en ese rol y ningún ejecutor.

Solo mediante ese pase de magia jurídica era admisible reducir la pena de uno de los jefes de Los Monos a 9 años de prisión. El fiscal de Cámaras Guillermo Camporini explicó entonces que era preferible arribar a una condena aunque fuese de una pena menor antes que arriesgarse a la impunidad de Guille Cantero, como había ocurrido en otro caso anterior en el que algunos de los integrantes de la banda resultaron absueltos en el juicio por el homicidio del pibe Walter Cáceres.

“Desprestigiar”

La aparición del video en el que el acusado admite de forma indirecta su presunta participación en el crimen del Tarta Demarre le cayó “como un balde de agua fría”, dijo Camporini. “Es para desprestigiar al juicio abreviado que está a la espera de la homologación”, agregó el funcionario judicial en una entrevista con Radio Dos.

La grabación, que le llegó al periodista y diputado provincial electo por el Frente Social y Popular, Carlos Del Frade, fue difundida el lunes 6 en la edición nocturna de Telefé Noticias de Canal 5.

Allí uno de los policías dice “lo de Demarre, que vos decís que le tiraste a tres metros o cuatro”, y Guille Cantero no lo niega, aunque tampoco lo acepta.
Luego, el jefe de “Los Monos” pregunta cómo hace la policía cuando secuestra un arma y uno de sus interlocutores explica que “se perita” y a partir de allí se puede establecer en qué crimen se utilizó pero “no se sabe quién fue el que tiró”. Cantero refuta esa afirmación con un ejemplo familiar, al señalar que “a mi papá la última vez que lo llevaron (detenido) no, la otra; les dio una pistola con la que había matado como a cuatro y nunca le saltó nada”.

La difusión pública de la palabra de un presunto asesino es, sin duda, impactante. Si, además, se produce cuando tres jueces de sentencia (Edgardo Fertitta, Julio Kesuani y José Luis Mascali) deben decidir si homologan o no un acuerdo de partes que implicaría una notable reducción de penas al principal acusado de liderar una asociación ilícita destinada a cometer múltiples delitos y procesado por homicidio, el objetivo de incidir sobre esa resolución es inocultable.
“Es para desprestigiar al juicio abreviado que está a la espera de la homologación”, dirá el fiscal Camporini sobre la operación. También los abogados defensores de Cantero acusaron el impacto. Carlos Varela dijo que los policías “de la División Judiciales son unos delincuentes” y que mediante la publicación de las filmación “quisieron sacarle plata a Cantero”.

Sin embargo, la legalidad del video en cuanto a su forma de obtención, su posible edición y el momento en que aparece carecen de validez para la causa. En nada debería alterar la determinación de los jueces de sentencia desde el punto de vista jurídico. Sí, claro, “es un balde agua fría” desde una perspectiva política. Quién le pone el chope al juicio abreviado –emulando una expresión que aparece en las escuchas de la causa por el crimen de Demarre que sirvieron para procesar a Cantero– es la pregunta que deja flotando la difusión de las imágenes.

Dos escollos más importantes deben sortear los jueces para colocar su firma: las pruebas existentes contra Guille Cantero en la causa Demarre y las escuchas telefónicas obtenidas luego de la detención del líder de Los Monos de las que se infiere que pagaron a la ex pareja del Tarta para que modificara su declaración y permitiese un alivio procesal a Guille.

Las pruebas

Estiman que eran las 12.12 del 27 de mayo de 2013 cuando el Volkswagen Bora blanco se puso a la par de la Peugeot Partner gris que iba por bulevar Seguí, tras haber doblado unos segundos antes en U por Maipú. El conductor del utilitario contrajo su cuerpo y levantó las piernas como acto reflejo de defensa cuando estuvieron “ventanilla con ventanilla”. Fue inútil: no le sirvió para escapar de los seis disparos que le dieron en los brazos, en las piernas flexionadas y en el pecho, y que lo derribaron sobre el cuerpo de su mujer, ubicada en la butaca del acompañante.

La sexta bala de 9mm se la sacaron del cuello los médicos del Heca, donde murió. El auto de los atacantes trocó de blanco a negro en un taller de chapa y pintura a los pocos días. Y antes del mes estaba vendido en Córdoba. Las cámaras del hospital lo habían captado el día anterior, trasladando a su conductor a visitar a otro baleado, que también murió.

Esas son algunas conclusiones a las que arribó la jueza de instrucción Alejandra Rodenas al investigar el primero de los crímenes enumerados, que tuvo como víctima a Diego Demarre, el Tarta. Por ese homicidio procesó como autor a Ariel Máximo Cantero, alias Guille o Roberto, y a otros dos integrantes de la banda de Los Monos en calidad de cómplices secundarios: Vilches y Chamorro.

Demarre fue asesinado el lunes 27 de mayo de 2013 cuando llegaba a su casa en su Peugeot Partner junto a su esposa, Betiana Quintana. Unos minutos antes había salido de Tribunales, adonde había acudido por voluntad propia a intentar declarar ante el juez que investigaba otro crimen: el de Claudio Pájaro Cantero, asesinado de varios balazos unas horas antes a media cuadra del boliche Infinity Night de Villa Gobernador Gálvez, que había sido propiedad del Tarta.

El juez no lo recibió. Demarre regresó más tranquilo a su hogar: Oscar Aguirre, el Piqui, a quien había subalquilado el boliche siete meses antes, estaba en el tribunal para aclarar los tantos. Se reducían los riesgos, quedaba claro que Aguirre era quien regenteaba el boliche donde había sido asesinado uno de los jefes de Los Monos.

El Tarta no advirtió que tanto en los pasillos de Tribunales como en las inmediaciones lo estaban vigilando. Adentro estaba Jesús Daniel Gorosito, amigo del Pájaro, que lo acompañaba la noche de la balacera mortal.

Afuera, cerca del supermercado La Gallega de Moreno y Pellegrini lo esperaba el Ema Chamorro. Según le contó ese día al Gordo Vilches, unas horas más tarde del crimen, en un momento lo perdió de vista y pensó que estaba todo arruinado. Pero no fue así.

A las 13.09 vuelven a hablar. Chamorro le confirma a Vilches que el objetivo estaba cumplido. Y brinda detalles: “Siete detonaciones (…) siete en el blanco. Dos en chope, dos en zapán, dos en el brazo, uno en la pierna”. Más precisa, la autopsia encontró seis orificios de bala en el cuerpo de Demarre.
Otra conversación telefónica entre los lugartenientes de Los Monos ubica a Guille Cantero en el lugar del crimen, y lo señala como quien disparó contra Demarre, según la jueza Rodenas en venganza por el crimen del Pájaro.

Chamorro: “Quedamos re-bien, y encima piloteaba el… al que le chocaron el auto ustedes ¿viste?, piloteaba él (presuntamente el Gitano Fernández) y estaba de acompañante Roberto, y lo pone frente a frente, ventanilla o sea… ¿viste?, que manejaba el otro y el Roberto iba de acompañante, lo puso ventanilla con ventanilla”.

La investigación también contiene mensajes de texto del teléfono de Lorena Luna Schneider, mujer de Mariano Hernán Ruiz, procesado como presunto “lavador” del dinero ilícito de los Cantero. El 14 de agosto del año pasado escribió a una amiga en relación a Guille o Roberto Cantero: “Jamás me gustó la mirada d asesino que tiene”, “la cara lo vende. Ese t mata solo si le caes mal. Nomas no l importa nada ni nadie”.

También se queja por la persecución judicial que sufre junto a su pareja, que supuestamente achaca al crimen de Demarre, que habría podido esperar. “Si ya bastante estamos pasando esto x él. x q sj el esperaba para matar al diego y a los otros todo esto no hubiera pasado yo estaría en mi casa”, mensajeó Schneider.

No lo vi, pero no fue

Esos elementos de prueba permitieron a la jueza Rodenas procesar a Guille Cantero como autor del crimen de Demarre. Tanto en su declaración en la seccional 16ta como ante el juzgado, la pareja del Tarta, Betiana Mabel Quintana, que iba en el automóvil cuando fueron atacados, dijo que no pudo ver quién le disparó a su compañero. De esa lluvia de plomos ella resultó ilesa.

Sin embargo, en diciembre del año pasado Quintana se presentó nuevamente en el juzgado acompañada, llamativamente, de uno de los abogados de Guille Cantero, para ampliar su declaración. Dijo que sabía que el acusado no había sido quien roció de balas a su pareja. Como antes había declarado que no conocía a los Canteros, ahora explicó que había visto las fotografías de Ariel Máxima, alias Guille o Roberto, publicada en medios de comunicación, y que algo había visto aquel fatídico mediodía, y ese hombre no tenía los rasgos de asesino, según publicó el 1º de febrero pasado el periodista de la sección Policiales del diario La Capital, Hernán Lascano.

Escribió el periodista: “El día de ese acto estaban la jueza Rodenas, los abogados Carlos Varela, Adrián Martínez (ambos de Guille Cantero), Fausto Yrure y Jorge Bedouret. También la fiscal Cristina Herrera y un sumariante del tribunal. Tras ese trámite los defensores de Guille pidieron el reconocimiento en rueda que autorizó el juez Luis María Caterina. Como se suponía Guille no fue señalado”.

En la misma nota, Lascano da cuenta de la existencia de escuchas telefónicas obtenidas en agosto del año pasado –unos meses antes del cambio de declaración de Quintana– de un teléfono de la cárcel de Piñero, donde estaba alojado Guille Cantero.

“En un diálogo del 25 de agosto que alguien mantiene con Guille, éste le dice que la mujer (la llaman la Gorda Betiana) irá a Tribunales. Y agrega que «si ella declara como está acordado» luego de eso los abogados pedirán la libertad. En una llamada posterior captada del mismo celular, el 27 de agosto, un interlocutor le dice a otro que Betiana ya había declarado «que los tres que estaban presos no tenían nada que ver» con la matanza de su marido. Y que tal cosa, había afirmado Betiana, «les iba a salir caro»; en alusión presunta a un acuerdo económico para atenuar la situación penal de los acusados”.

Publicado este sábado en el semanario El Eslabón

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