Yo no sé, no. La portada era lo más a mano que teníamos para el picado. Además, como no eran tan anchas, eran propicias para tirar paredes cortas. También se jugaba optimizando todos los recursos. Por ejemplo, las sombras de los árboles, para saber a qué distancia estaban los laterales, que eran ni más ni menos la zanja misma. Uno jugaba mirándola constantemente de reojo, hasta que un día, no sé si fue el Tarta o el Tururú, que siguió de largo en un cambio de frente y fue a parar a hacerle compañía a los renacuajos; no reparó en que esa temporada habían podado los árboles.
Pedro no veía la hora de cambiar de peluquero, hasta el último año de la primaria lo mandaban al de la calle Crespo, un tano que tenía un solo corte para todo el mundo. Y luego de salir de ahí venía la cargada: “¿Quién te podó?, ¿la municipalidad?”, le decían.
Por ese entonces había jugadores que se hacían famosos por mandarse unos cruces que te podaban, eran tiempos de los Aguirre Suárez y compañía. No sé en qué año los jugadores empezaron a durar menos de dos temporadas en un club. Cuando este tenía el equipo más o menos armadito, empezaban a vender a los mejores y era como una poda; una poda a destiempo.
A la primavera democrática a principios de los setenta, al poco tiempo se le impuso una poda, que no sólo era para parar el crecimiento, sino que se llevó del cono sur, de esta parte del mundo los mejores brotes, las más firmes ramas con desarrollo político, y las flores que nos hacían soñar que el futuro iba a ser diferente.
En algún momento, en el campo, les habrá parecido que a las ramas de los árboles no las necesitaban para sembrar transgénicos, así que empezaron podando y terminaron deforestando. Y cuando nos quisimos dar cuenta teníamos el agua hasta el cuello.
Cuando se filtró en el lenguaje económico la palabra “poda”, recuerdo que Pedro me dijo: “Para mi se viene un ajuste de temer. Porque lo que algunos no ven, es que no solo quieren ajustar el gasto público, sino también podar el poder adquisitivo de todos, o de casi todos, menos de aquellas minorías que siempre se ven beneficiadas cuando quedamos pelados”. Y agregó: “Porque todo empieza con una poda que termina esquilmando a medio mundo”.