Gerardo_Escobar_Macera_475x296_RR00
Foto: Andrés Macera.

“Llevo veinte años de periodismo policial y no recuerdo otro caso en que hayan matado a un chico en la puerta de una comisaría”. Silvina Tamous, periodista y jefa de la sección Policiales del diario El Ciudadano, sostiene que la violencia institucional crece, es sistemática y preocupante. Lo ve todos los días a la hora de informar qué pasa en Rosario. Hernán Lascano cumpliendo su mismo rol, pero editando Policiales de La Capital, comparte la premisa y asegura que en los últimos dos años el uso desproporcionado de la fuerza por parte de la policía se incrementó de manera notoria. Sergio Naymark, su compañero de sección en el Decano, es más cauto y no habla de un acrecentamiento de las estadísticas. Describe una ciudad excesivamente paranoica y no niega sus otras caras. “Los hechos no pueden ocultarse”, aclara: “hay violencia, el Estado está ausente y la policía local no tiene control ni conducción”. Los tres, consultados por el eslabón, opinan y analizan desde el conocimiento que da la experiencia de informar, todos los días y por más de veinte años, los hechos policiales que ocurren en Rosario.

Los trece casos de gatillo fácil que se contabilizaron en lo que va del año, según un informe preliminar del Servicio Público de la Defensa de Santa Fe, resuenan en distintos ámbitos de la ciudad, públicos y privados. Las redacciones no son una excepción. Y los periodistas que llevan años trabajando con la violencia dan cuenta de cómo ésta va mutando. “Este 2015 estamos teniendo una seguidilla de víctimas fatales en casos de arbitrariedad policial”, destaca Hernán Lascano. Todos los casos son distintos, explica. Y si de un parte policial al hecho se instala una duda –que termina marcando la diferencia– es porque la policía cuenta todos los casos de la misma manera: como enfrentamientos o reacciones de la fuerza frente al delito. “Se sabe que en la realidad, ningún hecho sucede igual”.

Los casos de violencia institucional, explicó por su parte Tamous, aumentan a la par que la Justicia no los sanciona. “Un caso paradigmático es el de David Moreira: un chico desarmado que matan a golpes en la vía pública. Sobre su asesinato no hay nadie detenido. Y se termina llegando al caso de Roberto Arrieta. En 20 años de periodismo policial no recuerdo que hayan matado a un chico en la puerta de una comisaría. En los últimos meses se ha visto una gran cantidad de casos de gatillo fácil, de muerte por mano propia, de balas por policía. Esos casos dejan en claro que no todas las vidas valen lo mismo. El Estado provincial reconoce la violencia sólo cuando genera un conflicto. Es decir, cuando sucede dentro de lo boulevares”.

Sergio Naymark no confirma que los niveles de violencia institucional hayan acrecentado. Su lectura parte de confirmar un aumento en la difusión de los casos y la resonancia que tienen en el marco de un supuesto cambio policial, de la llegada de expertos y la creación de nuevas policías. Naymark, además, destaca que es real que haya bajado la tasa de homicidios. “Así como son menos los muertos, son más las ocasiones oscuras y violentas en las que ocurren estas muertes: entraderas, legítima defensa o en manos de la policía, por ejemplo”. Y considera que gran parte del problema está en la paranoia colectiva. “La sociedad está exasperada y asustada. Especialmente la clase media. Y hay un nivel de estigmatización muy alto. En eso la culpa es de los medios de comunicación, que crearon a Rosario como ciudad narco y que poco y nada tiene que ver con la Medellín de los 80. Todo esto no quita lo que no puede ocultarse: hay violencia, el Estado está ausente y la policía no tiene ni control ni conducción. Los hechos no pueden ocultarse”.

Los factores que hacen a la ciudad más violenta son variados. Lascano señala algunos que considera fundamentales: “Hay más agresividad en los delincuentes, hay más armas que se usan tanto contra la policía como contra los civiles. Pero resulta que la policía no está desarmada”. Lascano menciona también la existencia de una especie de aval social bajo la idea de algunos ciudadanos de que hay que frenar la violencia como sea. Silvina Tamous destaca la llegada masiva de policías –con la creación de distintas fuerzas, como de Acción Táctica o de Intervención Barrial– de otras ciudades santafesinas. “Son pibes que no conocen Rosario, que están asustados y armados”, describe. Los tres periodistas coinciden: la inexperiencia y la falta de control de la fuerza de seguridad son un factor determinante.

Fuente: El Eslabón

Más notas relacionadas
Más por Laura Hintze
Más en Ciudad

Dejá un comentario

Sugerencia

¿Quién amenazó a Di María?

La Policía Federal detuvo a una pareja de jóvenes y a otro hombre como los autores materia