En una charla mano a mano con El Eslabón, Leo García anticipó la salida de su próximo disco –bajo la tutela de Litto Nebbia– y habló de la música popular y de su admiración por Gilda.

Durante la breve pero intensa charla que se mantuvo tras bambalinas, minutos antes de subir al escenario del Vinilo Café, en el CEC, en el marco de la Semana del Arte, Leo García buceó en las profundidades del underground y sacó sus canciones a flote. Después presentó un set de temas propios y ajenos, en los que se lució como intérprete.

A orillas del Paraná, García desembarcó con un show “afilado” que viene, según contó, “tocando y tocando” con su guitarra y su computadora, y con la compañía del bandoneonista Manu Cáreter. Entre la pequeña prueba de sonido, y antes de degustar unas tartas en el camarín, García dialogó con este periódico.

“Tengo algo muy bueno bajo el brazo, para el año que viene”, anticipó el músico con entusiasmo. La referencia es a su nuevo trabajo discográfico, producido ni más ni menos que por Litto Nebbia.

—¿Cómo se dio esto de trabajar con Litto Nebbia, que es algo así como un prócer del rock en castellano?
—Es un prócer, definitivamente. Nebbia es la cultura pura, es lo más. El encuentro con él me dio muchas ganas de seguir en carrera. Pensar que a mí me había producido Cerati y ante la desaparición de Gustavo puedo contar con otro grande como Nebbia. El hecho de que me haya propuesto producir mi disco me hizo sentir como que el mundo no se había terminado. Y fue una cosa que surgió de él; tanto la idea y el concepto, como las cosas que quería sacar de mí en este trabajo.

—¿Qué caudal de composiciones tenías hasta ese momento?¿La propuesta de Nebbia cambió tus planes?
—Yo estaba todavía promocionando Algo Real (2013), cuando Litto me propuso hacer el disco. Creo que estaba haciendo el video de Rompe Paga pero no quise ni ahí postergar esto. Era una gran oportunidad. Por eso fuimos a Melopea, su sello. Pero antes yo fui a su casa y con su piano me puse a componer algunas cosas. Litto tenía canciones hechas especialmente para mí, para que yo las cantara; y otras las compusimos junto al periodista Pablo Schanton, principalmente las letras. Es un disco que tiene toques de jazz, de música lounge, de folclore y de tango. Y también hay blues. Cosas que en otros discos míos no hubo.

—¿Además de tu voz, metiste guitarra y computadora?
—Metí guitarra y máquinas, aunque muy poco: un bombo programado y un palito, una cosa tic tic tic, a pedido de Nebbia, nada más. Él quería que sea todo orgánico. Hubo algunas programaciones también, de todas maneras suena super moderno el disco. Además, Manu Cáreter tocó el bandoneón; estuvo Juan Ingaramo y Javier Pedernera, de Eruca Sativa, en la batería. Y participaron los chicos de los Reyes del Falsete y músicos clásicos que metieron cuerdas.

—¿En qué etapa está el disco?
—Ya está terminado. Solo le falta la tapa. La idea es editarlo en vinilo, ese es mi sueño. Y voy metiendo en mis shows dos de las canciones del disco: Flores en el invierno, de mi autoría, y La vida temprana, que Nebbia compuso para mí. Estoy alucinado.

—Este año te entregaron un premio Konex como representante de la música popular, ¿qué sentiste?
—Nunca me había pasado cosa tan grande, el reconocimiento desde la música popular y el de la prensa. Uno a veces con todo lo que toca, se ceba, y yo no me doy cuenta que estoy haciendo unas cuantas cosas y que se ven. Por ahí tengo un sueño más grande…

—¿Que és la música popular para vos?
—Es la que pueda unir a la gente. Si vos con una canción pudiste hacer que todos se sientan igual, o casi por igual, eso es popular. Lo popular tiene el destino de que la gente se sienta unida, que pueda compartir lo mismo por un momento. El fútbol es popular, los deportes son populares, y creo que la música popular es esa que une generaciones. Horacio Guaraní es un artista popular porque me une con mi viejo. Lo fui a ver en vivo a un teatro, hace poco, porque necesitaba conectarme con esa parte, con algo que le gustaba a mi papá, y que se escucha en casa. Esas cosas me encantan de la música popular, que no tiene una postura.

—En una entrevista sostuviste que para que el rock nacional siga vivo hay que escuchar bandas nuevas, ¿cuáles te gustan?
—De las que más suenan en la radio me gusta Indios. Me encanta que ellos logren eso, me gusta su música y cómo son, como personas. Y me gusta que hagan que su música trascienda. Yo admiro mucho a los artistas que trabajan por lograr un sueño y me gustan mucho las bandas que están emergiendo. Creo que hay un potencial muy lindo. Yo siento que si en el rock nacional se difundieran bandas de rock que hoy no suenan, sería mucho más feliz el país. Musicalmente tendríamos un panorama mucho más luminoso, en lugar de todo eso mismo de siempre. Creo que sería una decisión ambiciosa. Es todo tan comercial y pasa tanto por los arreglos comerciales que por ahí a los artistas más nuevos les cuesta la difusión, estar en la radio y sonar. Es tan simple: si muchas de las bandas como Viva Elástico, Indios o cualquiera de las que se hacen de abajo tuvieran la posibilidad de sonar, sería mucho mejor el rock nacional.

—¿Componés en los viajes, como en éste que te trajo a Rosario?
—Necesito clases de meditación, no he podido componer nada últimamente que me parezca algo bárbaro, por eso hago covers. Y me parece buenísimo ser un gran intérprete, igual creo que de todos modos voy a componer algo que me guste en el futuro. Está abierta la puerta. Pero como te dije antes, tengo un discazo con Nebbia. Tengo mucho material previo grabado y tampoco soy un tipo que está componiendo todo el tiempo. No es fácil componer: hay que saber decir algo y ese mensaje a veces se puede decir en una entrevista; se puede decir con una actitud, o se puede decir cantando una canción que hizo otro. A mí me parece vital decir algo importante y contar las cosas que me pasan en la vida, y eso ya lo hice. No es tan importante mi vida para el mundo, entonces tengo que decir algo bueno. Ojalá un día tenga una iluminación de poder escribir una canción como Imagine, o como supo hacer Charly García con No llores por mí Argentina o La grasa de las capitales. Esos tipos dijeron cosas que realmente movilizaron y eso sería un gran sueño para mí.

—A propósito de la Semana del Arte, ¿qué es para vos el arte, la música?
—El arte es la salvación de la cultura, no hay cultura si no hay arte, ahí comienza todo. La cultura y el arte van de la mano, entonces cuando alguien tiene la libertad de sentirse artista está manifestando su libertad, y todos queremos imitar la libertad del otro. Creo que el arte nos puede salvar.

Leo en voz alta

En el marco de la décima Semana del Arte de Rosario, la presencia de Leo García se hizo sentir en derredor del Centro de Expresiones Contemporáneas. Y aunque desde la organización anunciaron su show como un tributo a Gilda, el músico sólo cantó dos temas de la mujer ícono de la música tropical: Corazón Valiente y No me arrepiento de este amor. Con su estilo guitarrero y acompañado del bandoneón, logró encender al público que colmó el espacio del Café Vinilo, y a los que se quedaron en otro sector del CEC escuchando de fondo. En una Semana del Arte dedicada en esta edición al Agua, García le dió curso a Isla, sólo acompañado por su guitarra; y Cuarto Creciente; le siguieron Nunca Quise, de Pity Alvarez, y Tomate el palo, de Miss Bolivia; y sus nuevos dos comodines: Flores en el invierno y La vida temprana. Mientras sonaban bases rítmicas sintéticas de su computadora, interpretó temas como Reirme Más, Morrisey, y hubo tiempo para Lago en el Cielo, de Cerati, uno de sus satélites en el mundo de la música.

“Gilda es como si fuera Gardel”

Leo García sostiene que la música es una sola, más allá de los géneros. Siempre demostró su admiración y fue uno de los primeros dentro del mundo del rock y el pop argentino que reconoció la obra de Gilda, como Corazón Salvaje, disco de oro luego de su lanzamiento en 1995, y que García considera uno de los mejores de la música nacional. El intérprete nacido en Moreno, provincia de Buenos Aires, no sólo se quedó en la consideración de la también maestra jardinera sino que le puso su piel a las canciones de la muchacha entrerriana que pasó a la inmortalidad. “Mi propuesta de cantar a Gilda siempre fue una especie de impacto artístico, por lo menos yo lo siento así porque lo hice siempre de corazón. Yo me enganché con ella por su voz, que es alucinante. Gilda es como si fuera Gardel, Marvin Gaye, Stevie Wonder o Nino Bravo. Son esos intérpretes que uno dice: «qué linda voz, qué bien que canta». Gilda es una de las mejores cantantes argentinas, y su carisma y sus canciones son maravillosas. Y son netamente populares, dignificaron a la cumbia. Creo que la cumbia estuvo siempre en un gueto y que a partir de Gilda se pudo escuchar en cualquier clase social. Es difícil encontrar a alguien al que no le guste Gilda, incluso hay roqueros que dicen que no les gusta la cumbia pero que, ante ella, ¡chapeau!».

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