Foto: Andrés Macera

La muerte por una descarga eléctrica sobre el escenario del Café de la Flor de Adrián Rodríguez, el bajista de la banda Raras Bestias, enlutó a la ciudad y a todos sus artistas, de cualquier palo y generación. ”Podría haber sido cualquiera de nosotros”, repiten como letanía. De pronto, la otra cara del entusiasmo y el sacrificio de los músicos por tocar, cueste lo que cueste, se torna difusa y peligrosa. Entre la pena y la bronca, vuelve una y otra vez la discusión que en Rosario se viene postergando desde hace muchos años y que tiene al mismo tiempo varios frentes. Por un lado, la precarización laboral de los músicos, las condiciones que aceptan para poder tocar y que son impuestas por los dueños de los bares y los organizadores de shows. Por el otro, las responsabilidades indelegables que le caben al Estado. Además, la reformulación pendiente de una ordenanza ya obsoleta, que regule espectáculos nocturnos y las actividades culturales en Rosario.

Del entusiasmo, al abuso

“Todos están fuera de foco”, dice Andrés “Polaco” Abramowski, cantante y guitarrista de El Regreso del Coelacanto, además de periodista. “La Municipalidad sólo aborda el tema desde el punto de vista de los negocios y los bares”, apuntó el también presidente de la asociación civil Qbil, que nuclea a músicos independientes. “Por otro lado –continúa el Polaco– los concejales no tienen idea de nada, insisten con la boludez de que sólo se puede bailar en un boliche y que para ver recitales tenes que estar sentado. Les llevamos ordenanzas ya escritas y no les dan bola. Lo único que hacen son distinciones a los artistas como si fueran (Carlos) Bermejo. Se preocupan por pelotudeces pero por las cosas que importan, no”.

Abramowski también se refirió a las condiciones de trabajo y las adversidades a las que un músico debe enfrentarse para poder subirse a un escenario. “Nosotros nos vamos puteando siempre de todos lados. Lo que dejamos los músicos para tocar, porque dejas realmente todo. Nos tenemos que hacer cargo de muchas cosas extra musicales y vale la pena, los músicos lo sabemos, y en ese sentido es en donde se dan las situaciones abusivas. Más allá de los nombres y responsabilidades, que por supuesto las hay, el problema sigue siendo el modo de hacer las cosas, las prácticas abusivas”, cuestionó el músico.

“Nosotros, que hace 20 años que tocamos, nos sentimos identificados con el entusiasmo de estos pibes que tienen banda desde hace dos años. Ese pibe fue a hacer lo que más le gusta hacer en la vida y si te pones a pensar en eso, todo lo que dije es una boludez. Pero también es cierto que abre una nueva problemática al paquete de las condiciones de nuestra producción artística”, destacó el Polaco.

“El músico está cascoteado”

“Cuando me enteré, yo venía de tener un problema con una descarga, con esa inducción que tienen los micrófonos. Y me shockeó mucho pensar que me podía haber pasado a mí o a cualquiera. Me da mucha pena que le pase algo así a algún compañero, pensé que esas cosas estaban muy lejos de que pasen”, contó Coki Debernardi a el eslabón sobre la muerte de Adrián Rodríguez en el Café de la Flor.

“Nos va a llevar más tiempo tomar conciencia”, reflexionó el líder de Los Killer Burritos. “Por ejemplo, no pagar para tocar. El músico está cascoteado antes de llegar al bar, viendo la cantidad de entradas para vender o pagando para ser soportes de otras bandas. Y cuando llega al bar, tiene que transar con un montón de otras cosas, ya venís flojito de entrada. Pero es feo cuando cagan a un pibe cuando recién empieza. Los estamos preparando para algo feo”.

En este sentido, Debernardi, analizó: “Cuando yo leo que esto es una tragedia del under, no sé. Yo toco en los bares que toca todo el mundo, todos tocamos en los mismos lugares. Lo que cambia son las condiciones que uno tiene de guita u otras cosas, pero no debería ser así. Arriba del escenario no hay mejores o peores según la experiencias o los discos que sacaste, la vida ahí vale igual. La dignidad de los músicos no vale por los discos que grabaste, es una cuestión humana, de la sociedad.  Si por tener alguna chapa uno puede exigir alguna cosa más que otra personas, la termina pagando alguien que recién arranca y que no tiene que saber de electricidad”, dijo Coki.

Reclamo colectivo y organización

A Ani Books, que desde hace tres años es vocalista de Ani Book & Freaking Neeples y Lima Sur, la noticia también la indignó. “Nos duele, pero es como una crónica anunciada. Son muchos años de desidia, te encontrás con muchas injusticias en los locales nocturnos”, comentó la cantante.

“A veces los que organizan te tratan como si te estuvieran haciendo un favor. Hay que pensar quiénes son los que se benefician con nuestra actividad”, dijo Ani, al mismo tiempo expresó la necesidad y el deseo de que los músicos de Rosario se puedan organizar colectivamente y reclamar mejores condiciones de trabajo. “Eso lleva lucha como en cualquier cosa de la vida”, aseguró la artista.

“En el under pasa de todo”

Gabriel Medina fue vocalista y violero de Los Del Fin, tocó en Operativo Exposición Total y actualmente  integra junto a dos chicas, la banda Santa Fulgora. Viene curtiendo desde hace varios años los escenarios del hardcore y el punk rock de la ciudad. “En el under, que es donde nada tiene una organizaciòn de primera, pasa de todo”, opinó Medina, y recordó la última vez que tocó la banda local Intense mosh, en un teatro de Salta y Alvear: “Nos electrocutábamos todos cuando nos acercabamos a cantar con José Miguel. En el hardcore hay como mucho contacto y nos daba unas re patadas que terminó con micrófonos reventados contra el piso y piñas con el sonidista. Creo que la gran cantidad de músicos del under son gente que quiere tocar como instinto básico, y lo que pasa es que yo no soy ingeniero electrónico. Para mi un par de enchufes y a tocar, nadie se va a morir”, expresó Gabriel, del mismo modo en que lo hacen otros músicos.

Corriente contínua

“Yo una vez me quedé pegado al micrófono unos segundos  y no me olvido más de eso. Nadie se dio cuenta y yo seguí”, recordó el Polaco Abramowski al mismo tiempo que habló de autocrítica. “Hace 25 años que toco la guitarra y no sé lo que me puede pasar. A Dani (Pérez)  una vez le explotó un equipo en Lavarden mientras probaba sonido, puteó y se fue a la mierda. Después volvió y el show se hizo igual, en el mismo lugar donde se cayó un ascensor”. Por otra parte, Abramowski adelantó que desde el Qbil y a partir del siniestro ocurrido la semana pasada, van a programar charlas de capacitación en cuestiones de electricidad relacionados con los equipos.

La anécdota se repite, al menos en todos los entrevistados .“Yo uso micrófono solo y a lo sumo enchufo algún pedal para la voz, y siempre hay una descarga mínima, es algo común si se quiere”, contó Ani Book.

Por su parte, Coki, aclaró: “Yo de electricidad no entiendo nada, pero es común que uno sienta algún cosquilleo en los micrófonos y no le da pelota, aunque cuando es algo mayor siempre tratamos de cuidar que esto no pase, o que alguien lo pueda solucionar, pero ¡NO! pensé que alguien podía morir tocando. Ahora no queda otra que pedirle que te muestren todo. No sé bien qué hay que hacer, pero sé que hay que hacer las cosas bien de todas las partes”, enfatizó el ex Punto G.

“No saben bien qué tienen qué controlar”

Mariano Brizuela es socio y responsable legal del espacio cultural Distrito Siete (D7) y además, estuvo a cargo durante cinco años del mismo lugar cuando funcionaba Mano a Mano.  “Nosotros nos encargamos de tomar las medidas de seguridad en el escenario y del espacio, tenemos terminales en cada fase con cada disyuntor pero eso lo rige la normativa”, comentó. “Este es un debate que se está discutiendo hace muchos años y yo creo que la muerte de este músico es la consecuencia de una cadena de situaciones que tendríamos que analizar todos. Los músicos, los espacios y por supuesto el Estado, ni hablar, con ese único rol que tiene de ser policía y no de garantizar seguridad. Me da la sensación de que esto en algún momento, desgraciadamente iba a pasar y es una locura”, opinó Mariano.

“La Municipalidad lo que quiere es que la gente no baile y no fume adentro. Las cuestiones técnicas de los espacios se controlan únicamente cuando tenes que tramitar la habilitación. No es que un inspector viene, agarra la planilla y dice vamos a controlar los disyuntores. lo que por ahi te pueden llegar a pedir es que tengas matafuegos, como algo de extrema seguridad. No hay protocolo, eso es lo que nosotros relevamos. Queda a criterio de cada inspector. En ese punto los inspectores están descubiertos. No saben bien qué tienen qué controlar, cuando llegan al nuestro no saben qué pasa. La Municipalidad está sólo abocada a controlar la tergiversación de rubro”, contó Brizuela.

Como local que integra Espacios Culturales de  Rosario (Ecur), el D7 participa en la elaboración de un proyecto de ordenanza que estipula la creación de Club Social y Cultural, que contempla los espacios emergentes de la ciudad que no tienen cabida en la norma vigente. “Desde las primeras reuniones del Ecur venimos planteando cuáles son los derechos de los espacios culturales pero también cuáles son las responsabilidades, eso es esencial por parte de la persona que asume el compromiso de llevar adelante un espacio de estas características”, resaltó Brizuela.

Fuente: El Eslabón.

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