Guillermo Montero, decano facultad de ciencias agrarias. Foto: Andres Macera.
Guillermo Montero, decano facultad de ciencias agrarias. Foto: Andrés Macera.

Guillermo Montero, decano de Ciencias Agrarias de la UNR, analizó el arduo debate sobre los agrotóxicos que también se da en la casa de altos estudios donde se forman ingenieros que manipularán nuestros suelos y alimentos. Además, apoyó las políticas nacionales de expansión en Ciencia y Tecnología de los últimos años y sostuvo que allí se encuentra la raíz del crecimiento de la institución.

“Lo que más me apasiona de mi profesión es poder juntar a la naturaleza con la gente”, dice Guillermo Montero desde el patio de su casa, en la zona oeste de la ciudad. Montero es el decano de la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario. Lejos de pararse como una autoridad, invita a los periodistas de el eslabón a un recorrido por su huerta y a una clase de agronomía improvisada sobre cómo y por qué organizó de tal o cual manera su espacio de recreación. El decano habla de manera pasional fuera del micrófono, como un niño que todavía se sorprende por muchas cosas. Con el grabador prendido, la pasión y el interés se mantienen, aunque de manera medida. Guillermo se transforma en un decano, buena onda, pero autoridad al fin, y acepta la invitación a sumarse a un debate que tomó envión con la media sanción de la Ley de Agrotóxicos por parte de la Cámara de Diputados.

—¿Qué análisis hace del tratamiento de la Cámara de Diputados sobre la Ley de Agrotóxicos?

—Creo que fue todo un poco acelerado. Había que debatir más. La Facultad fue invitada a una comisión conformada por este tema, donde distintos actores discutían varias aristas de la temática. Había posiciones, pero no puntos de encuentro y eso faltó en temas críticos, donde me parece que al final tiene que haber una decisión del Estado y los legisladores. Más que juntarnos a todos en una comisión y tratar que lleguemos a un acuerdo, tendrían que haber escuchado las posiciones y ellos tomar una decisión como legisladores. Si no, parece que tenemos que discutir entre instituciones.

—¿Cuáles son algunos de esos puntos críticos que menciona?

—Por ejemplo, con los aeroaplicadores. Tengo mis dudas acerca de los alcances de una aplicación aérea. Yo hubiera planteado una situación mucho más restrictiva respecto a las pulverizaciones aéreas. Por otro lado, me parece que la discusión acerca de la cantidad de metros de las áreas de no aplicación resulta ser mucho más compleja que el tratamiento que tuvo. No hay una obligatoriedad de realizar manejo integrado de plagas en las áreas periurbanas. Si no hay obligatoriedad, la decisión de uso de un producto queda en manos de lo que le parece a alguien. Alguien con más criterio no lo aplica. Pero alguien con menos criterio por las dudas lo hace. El tema necesitaba mucho más estudio. A veces se requiere la opinión de una institución como la Universidad, tratando de lograr una simplificación, si estamos a favor o no. En Ciencias Agrarias existe una comisión que trata estos temas, con especialistas de distintas áreas, y lo que planteamos es que hay una complejidad mayor del sistema. Más a nivel personal, creo que había beneficios muy importantes en el otro proyecto de ley –por el presentado por el diputado José María Tessa– y no vi que haya un esfuerzo por juntarlos y mejorar la posición final.

—En este contexto y en esta provincia: ¿Cuál es el rol de la Universidad y de la formación de los futuros profesionales que trabajen el suelo y manipulen nuestros alimentos?

—La facultad ha tenido un cambio importante en estos últimos años. Estamos planteando cosas que hoy parecen para algunos nuevas pero son cosas que veníamos haciendo durante años. El problema fue la llegada del modelo de producción agrícola marcado por los intereses del mercado, modelo ahora dominante, que nos marcó durante muchos años que era lo único que se podía hacer. Cambiar eso es difícil pero se empieza a ver: la problemática ambiental está marcando que este sistema no es sustentable. Tenemos que permitirnos pensar en una agricultura diferente, en rotaciones agrícola-ganaderas, en rotación de cultivos, en profesionalizar las aplicaciones de productos. El esfuerzo de la facultad es que esto también se discuta con nuestros estudiantes. Creemos que los conceptos agroecológicos no tienen que tener una materia, una asignatura específica, sino que tienen que ser transversales. No es posible producir si no lo hacemos con criterios agroecológicos. No es posible. Ahora, hay que definir esos criterios agroecológicos y trabajar para eso.

—¿Qué papel juegan las políticas públicas frente a sus propuestas?

—Estamos muy conformes por el avance en materia de Ciencia y Tecnología de estos últimos años. Ha sido extraordinario. El país ha visto, o por lo menos el Gobierno a través del Estado, que desarrollar de manera autónoma nuestra tecnología nos genera mayores niveles de independencia, progreso y bienestar para todos. Nosotros recibimos apoyo muy importante y ha habido un crecimiento extraordinario en diversas áreas de la facultad. Es nuestro desafío equilibrar las distintas áreas de desarrollo para lograr una agronomía más integral. Entonces, tenemos equipos y laboratorios que han desarrollado enormes acciones ligadas a modificaciones genéticas y a la vez acciones ligadas a la sustentabilidad, como cultivos nuevos, con desarrollo de nuevas variedades, con el desarrollo de forrajes que permitan volver a traer a las vacas masivamente a la pampa. Tenemos un tambo y una producción de cerdos muy importante en la facultad, con eso intentamos que los productores se capaciten y puedan tener producción desde sistemas sustentables y económicamente rentables.

—La facultad de Ciencias Agrarias siempre estuvo bajo la sombra de una idea: que trabaja para las grandes multinacionales. ¿Es así? ¿Qué piensa al respecto?

—Hubo un tiempo en que la Facultad no tenía un compromiso tan fuerte y tan marcado con las ideas. Primaba más lo que pasaba en el medio o se hacía un análisis general de la rentabilidad económica. Eso tiene que ver con el posicionamiento de las personas. Y, en términos generales, nosotros teníamos otra posicion. Intentábamos, y lo seguimos haciendo desde que estamos al frente de la institución, en pensar otras cosas. Por ejemplo: las empresas no pueden decidir qué investiga la Universidad. La billetera de una empresa no puede marcar el rumbo de una política donde se promueva el desarrollo de tal o cual línea. Eso no quiere decir no tener relación con las empresas, sino ser soberano en la toma de decisiones. En la Facultad se pueden desarrollar, y de hecho se hacen, servicios para otras empresas. Esos servicios son aprobados por el Consejo Directivo. Algunos servicios se hacen, otros no. Creo que la Universidad tiene que tener universalidad. No puede tener un solo discurso: tiene que dar el debate de las ideas. Creo que ahí radica el gran cambio de Ciencias Agrarias.

—¿Comparte la idea de que, en un futuro cercano, el debate político, económico y social estará atravesado por las discusiones sobre agricultura, alimentación, ecología, etcétera?

—Sí. Este modelo productivo no es sustentable. Hay una cuestión integral que tenemos que empezar a ver, que excede al agro. Hay que empezar a pensar que estos modelos productivos que el capitalismo nos puso tienen que empezar a cuestionarse. No sé si cambiar, pero al menos cuestionarse. Me parece que tiene que haber una actividad económica más responsable y que hay que establecer un nuevo paradigma productivo y alimentario. En la facultad estamos comprometidos con eso.

—¿Es sólo una problemática del campo o toda la ciudadanía tendría que comenzar a informarse e interesarse sobre estos temas?

—Definitivamente es un problema de nuestra sociedad, trasciende al campo y hay que pensarlo de forma más amplia.

—En relación al contexto político en que estamos: ¿Cómo ve el futuro de la Facultad?

—Estoy muy preocupado. Veo un enfrentamiento cegado en posiciones, poco racional en algunos aspectos. Me preocupa eso en los intelectuales. Si los intelectuales no pueden tener más elementos de análisis par ver que hay determinadas cosas de este gobierno que deberían mantenerse, como la política de expansión en Ciencia y Tecnología, si no vemos lo que fueron los avances, creo que habrá un retroceso muy grande. Ojalá estas políticas se mantengan y ojalá podamos mantener a la Patria por encima de algunos intereses. Yo creo que hay que pensar eso: que la Patria está en juego y frente a eso, estar a la altura de las circunstancias.

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