Foto: Andrés Macera
Foto: Andrés Macera

El rosarino Ciro Fogliatta, ex tecladista de Los Gatos, volvió a su terruño para presentar su show de blues, en el que repasó perlas del género en castellano y clásicos en inglés. Ciro Fogliatta conversó y posó para las fotos en su visita a la ciudad, semanas atrás, en un show que brindó en el Berlín Café. El ex tecladista de The Wild Cats, y Los Gatos Salvajes, grupos que fueron semillero del incipiente rock argentino de mediados de los 60, contó pormenores de su actual grupo, Las Blusettes, que comparte con tres chicas, que lo acompañaron en la grabación de su último disco. Además, recordó sus días de juventud en Rosario y habló de su relación con el público: “Cuando la gente está escuchando, y cuando hay alguien con pilas ahí tocando, ese feedback es muy importante”.
—¿Qué te genera la ciudad cada vez que venís?
—Rosario es el lugar donde nací, donde viví la juventud, y parte de mi adolescencia, y me emociona mucho realmente venir. Y, sobre todo, encontrar a la gente que conozco y al público nuevo. Tengo amigos hasta del secundario, imaginate.
—¿Cuáles fueron tus influencias?
—Yo de chico tocaba mucho blues y empecé a tocar en una jazz band. Estoy básicamente formado dentro de la música negra, es mi manera de tocar y creo que esta ahí la base. Cuando era chico, además, a mi papá le gustaba el tango, la música clásica, el folclore, todo eso influye en lo que vas haciendo, se te mete por los poros y uno después lo traduce.
—Todas influencias que se pueden adscribir a la música popular, ¿no es así?
—Claro, es muy simple. Sacando los estilos, la música popular está al alcance de toda la gente, y los músicos todo el tiempo la vamos cambiando, uno la va adaptando a sus vivencias. Por supuesto que hay muchas músicas populares, hay algunas que son más serias, como actualmente pasa con la música clásica o el jazz, que en una época era como el tango: se bailaba y se cantaba. Ahora esos estilos se volvieron más elitistas y se van apartando de la música popular. En cuanto a lo que sea el rock, nos hemos influenciado de todo, pero también de chico a mí me gustaba el folclore del Litoral, el folclore del Paraná, con todo su recorrido desde Paraguay a Rosario. Folclore con arpa, canciones con cierto sentido de pertenencia con la zona.
—Volviendo a Rosario, ¿en qué barrio creciste?
—Yo viví en tres lugares en Rosario. Nací en la calle Córdoba, ahí después de la Catedral había unos monoblocks que ya no están, ahí vivían mi mamá y mi papá. Antes de cumplir un año nos mudamos a la placita Pringles. Allí pasé la infancia hasta los seis años, y de ahí me mudé al sur, a San Martìn al 3900, San Martín y Doctor Rivas. Ahí cerca jugué al fútbol en un potrero famoso de calle Sarmiento. Hasta que me mudé a Buenos Aires.
—Te gustaba el fútbol…
—Sí, y lo jugué. Incluso me probé en Newell´s cuando tenía dieciséis años. Me acuerdo que hice un gol en un entrenamiento en el arco que da al Hipódromo. Era curioso, porque ahora es impensable que los juveniles jueguen ahí. Pero en ese tiempo se jugaba en el estadio. Empecé jugando de defensor pero cuando me probé era 8, como el Tata,¡ojalá! Mi vieja me hizo de Ñubel desde chiquito, había visto el casamiento de un jugador famoso de esa época –no sé si era Morosano o Ferreyra–, y le gustaron los colores. Entonces se hizo hincha de Ñubel y cuando yo nací me hizo hincha también. Mi papá, como era entrerriano, era de River; y en Rosario, para llevarnos la contra, se hizo de Central Córdoba. Vivíamos cerca de la cancha del Charrúa y fuimos a verlo cuando salió campeón (en 1957). ¡Qué equipo tenía!
—Actualmente te rodean tres mujeres, Las Blusettes, que te acompañaron en la grabación de El rey del rock’n roll, en 2013, ¿qué planes tienen a futuro?
—Estamos atrás de un nuevo disco que venimos preparando. Yo compongo por ráfagas. Me siento a escribir y escupo y he compuesto mucho en los últimos cuatro o cinco años. Hay cosas importantes para este año pero no puedo decir mucho todavía, de momento sólo puedo decir que vamos a hacer un disco. El año pasado hicimos 12 demos con la banda y este año pensamos hacer un disco en serio con estas canciones.
—¿Cómo surgió la formación actual?
—La banda se dió un poco por casualidad. Fui a hacer un trabajo a Mendoza hace unos años y no tenía banda. Y tampoco podía ir con un grupo porque no había presupuesto, entonces les pregunté a los organizadores si podía llevar un músico y la llevé a Giulliana (Merello), que por esa época tenía 17 años y tocaba muy bien la batería. Cuando volvimos me propuso seguir ensayando y ahí se sumó Aldana (Aguirre), que es la bajista, y empezamos a salir como trío. Después agregamos una guitarra, Florencia (Horita), y nos presentamos en un festival donde iba a tocar con Botafogo, a quien le pedí que me dejara tocar un par de temas con las chicas. En ese momento conocí a mi manager, que le interesó el formato, y desde entonces tocamos juntos.
—¿Cómo es la experiencia de tocar con mujeres?
—En España, en los 80, trabajé con Rubí, que es una cantante argentina con quien armamos un grupo que se llamaba Tráfico de Rubíes. Ella cantaba, otra chica tocaba el bajo y un chico la batería. Claro, en este caso son tres las chicas y cada una aplica su personalidad: la guitarrista es muy fina, la bajista también, y la baterista es talentosa. Es lindo tocar con chicas, yo no veo mucho la diferencia pero por supuesto hay una manera de ser del hombre y una de la mujer, yo diría que las mujeres son más dedicadas.
—¿Cuáles fueron los momentos más paradigmáticos en lo musical y humano?
—Los momentos más importantes fueron los primeros, porque yo tenía una banda dónde éramos todos amigos y nos fuimos a vivir juntos a otra ciudad. Eso no se repite nunca más, esa amistad y esa locura que tuvimos por la música, junto a The Wild Cats y Los Gatos Salvajes, creo que fue lo más importante en todo sentido. Y también digo que a través de esto empezamos a tener el oficio de un género muy incipiente como el rock and roll.
—¿Qué es el rock en tu vida?
—Yo soy un músico de rock, evidentemente. El rock no es un género musical, es un movimiento, una cultura, y el género vendría a ser el rock and roll. También podría haberme convertido en un músico de jazz, a lo mejor no llegue a esa altura musicalmente porque para eso tenés que dedicarle mucho más tiempo. El rock, en cambio, era una música popular que estaba al alcance nuestro, entonces ahí sí pude desarrollar el talento. Y posteriormente con el blues, muy en serio y con un repertorio amplio, ya que tengo muchos discos grabados sobre ese género.
—¿Por qué te fuiste a España?
—Era la época de la dictadura, se fue mucha gente. Fui porque tenía trabajo ahí y no me arrepiento, la verdad que fue una época maravillosa. Los 80 en España fueron increíbles.
—¿Escuchás música nueva?
—A veces escucho grupos en directo. En casa también, pero tengo bastante cascado el oído, por el volumen, así que trato de escuchar sin tantas estridencias y pongo cosas muy suaves
—¿Y los músicos de acá?
—Conozco muchos músicos de Rosario. En el Festival de Blues del año pasado en Empleados de Comercio, en el que toqué, más de la mitad de los músicos era de Rosario. Uno de ellos era Franco Capriati, que es un rosarino que vive en Buenos Aires como yo.
—¿Cómo te trataron los más jóvenes?
—Los chicos son muy cariñosos conmigo y la música une a las generaciones. Yo generalmente he tocado con jóvenes, a mí me reciclan y yo aprendo mucho tocando con ellos.
—En las entrevistas no criticás demasiado al estado actual de la música, te percibo más concentrado en tu repertorio y resistiendo por ahí, ¿es así?
—Yo creo que sí. No pierdo mucho tiempo en eso, salvo en algún programa especial de música. Tengo mis ideas, ojo, de la política y todo, pero prefiero estar metido en lo que estoy haciendo y tratando de tener siempre cosas para mostrar.
—Te tocó vivir la dictadura, ¿cómo te pegó esa oscura etapa de nuestra historia?
—Yo creo que todo el mundo está de acuerdo en que la dictadura es lo peor que nos pudo pasar, fueron momentos muy dolorosos. La democracia no es nada del otro mundo, pero no hay otros sistemas que estén al alcance. En otro momento, quizás más adelante, podamos estar organizados de otra manera.
—¿Tenés pensado volver a vivir en Rosario?
—Yo extraño mucho, de los lugares donde viví extraño los barrios. Lo que pasa con Rosario es especial porque nací acá. Y claro que me iría a vivir a Rosario, ¿por qué no? Pero también volvería a Madrid, y ahora estoy viviendo en Buenos Aires pero me gustaría vivir en Nueva York o en Nueva Orleans. A veces la vida te lleva a lugares donde tenés trabajo, o familia.
¿La música y los viajes van de la mano?
—Yo he conocido muchos lugares. De vacaciones normales, sólo puedo los contar con los dedos de una mano, pero he conocido muchísimos lugares gracias a la música.
—Alguna vez dejaste de tocar por alguna razón o circunstancia?
—Sí, los veranos en España. Y acá también, cuando hay poca actividad. Me ha pasado, por ejemplo, que el piano bar donde tocaba había cerrado, entonces hacia otras cosas. Y he tenido mis bajones también pero ahora estoy bastante enchufado y prefiero pensar en lo que voy a hacer ahora.

Vivo en Rosario
El pasado sábado 6 de febrero, el tecladista y compositor presentó Blues Argentino, a modo de jam, con músicos locales, en un show en el que incluyó canciones cantadas en castellano, en inglés, y otras combinando idiomas. Fogliata recordó en varias oportunidades al extinto Pajarito Zaguri, con quien vivió y forjó los orígenes del rock argentino, allá por la década del 60, y con quién –según contó– compartió varias noches en los encuentros de blues que sigue organizando todos los jueves en Buenos Aires (Tabaco Jam). Fogliatta evocó a su viejo compinche interpretando Abajo Lucifer y 6 ó 7 cuadras; acompañado por la armónica de Juan Aborigen, un músico local que Ciro conoció en el festival de blues. El tecladista además, hizo una versión de Summertime; reversionó a Willie Dixon, al que señaló como un insoslayable del género; y tocó el clásico de rhythm and blues, Kansas City, entre muchos otros. Siguió con Blues en la noche, un tema de su autoría que grabó con Las Blusettes; y temas emblemas como Rock de la mujer perdida, de Los Gatos, y Un viejo blues, en un repertorio que se extendió hasta la madrugada, con una gran interpretación del músico, en lo que fue una noche mágica de blues y rock.

“Éramos como Los Beatles”
A segundos de subir al escenario, casi como un testimonio off the record, Fogliatta se refirió al primer tema de rock en castellano, algo de lo que se ocuparon una pila de libros sobre ésta cultura musical. La gran mayoría de esas publicaciones, inclusive wikipedia, concibe a Rebelde, la canción grabada en 1966 por los Beatnicks, el grupo de Moris, como el tema fundacional del rock cantado en castellano. Pero La Respuesta, registrada un año antes en Sadaic por Los Gatos Salvajes, formación base de lo que después serían Los Gatos, demuestran definitivamente lo contrarío.
“¡Qué polémica!”, expresó Ciro, ante la requisitoria, aunque aclaró que nunca hubo desde los músicos discusiones en torno a ese tema.“Algunos libros dicen que fueron los Beatnicks, por sus letras más sociales”, ensayó Fogliatta un posible argumento; y sobre Los Gatos, el grupo que desde 1967 compartió con Litto Nebbia, Oscar Moro, Alfredo Toth y Kay Galifi, aseguró: “Nosotros fuimos como Los Beatles, porque antes que nosotros había otras bandas pero la nuestra era una banda sólida”.

Ciro Fogliatta transitó un extensísimo camino en la música. En 1969, mientras Los Gatos editaban Rock de la mujer perdida con la inclusión de Pappo en la guitarra, Fogliatta sacó un disco instrumental: Música para el amor joven.
En la década del 70, el tecladista formó parte de Sacramento, Espíritu, y Polifemo, el por entonces grupo de David Lebón y Rinaldo Rafanelli, y compartió la formación de Los Desconocidos de Siempre con Nito Mestre y María Rosa Yorio. Sobre finales de los 70, se radicó en España. Ya en Europa, en los 80 compartió experiencias con gran cantidad de músicos, incluidos colegas argentinos como Moris y Botafogo. En los 90 formó una banda de blues llamada Los hot Dogs, entró al estudio con Claudio Gabis, y promediando la década se incorporó a la banda estable de Andrés Calamaro, registrando sus teclados en tres de los discos del ex Abuelos de la nada: Alta Suciedad (1997); Honestidad Brutal (1999) y El Salmón (2000). En 2002 volvió a la Argentina y desde ese momento publicó cuatro trabajos discográficos: Miss Parrot (2003); Acordate de olvidarme (2010); En vivo en Murcia (2012) y El rey del rock’n roll (2013)

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