El grupo oriundo de barrio Parque, se mueve al pulso del rock, el swing, y el R&B desde hace más de una década con la particularidad de abrir escenarios en clubes, asociaciones y en diversos espacios públicos.

Anunciándose en los muros de la ciudad, tocando en clubes y hasta en las calles, Perro Suizo emprende una nueva etapa de expansión. Desde su sala de Ituzaingó al 3000, los integrantes del grupo reciben a el eslabón antes de realizar un puñado de shows en un recorrido que comenzará este sábado, cuando se presenten en Arroyo Seco, en el festival Rockura, junto a Salta La Banca, Vudú y Santos de Nadie.

Y mientras tanto, preparan la grabación de su quinto disco. Matías y Fabio Belmonte, saxofonista y tecladista de la banda, contaron sobre sus aventuras musicales, y su cantante, Maximiliano Haidar, compartió su mirada sobre la actualidad y el futuro.

―La historia de la banda comienza en los monoblocks de Pellegrini e Iriondo, allá por el 2003, ¿cómo surgió esa afinidad?
―Matías: Nos juntábamos acá a la vuelta de la sala de ensayo, yo ya tocaba el saxofón y con los chicos jugábamos a la pelota; eramos amiguitos del barrio, todos los días nos veíamos.
―Fabio: No sé muy bien cómo surgió. Uno empezó a tocar la guitarra, después una amiga, Sabrina, se colgó el bajo, y así todo blusero-rocanrol, más o menos el mismo género.
―Matías: Los primeros temas los sacamos gracias a El libro negro de Palanuer, (Jorge Palanuer, ex saxofonista de Abuelos de la Nada, y un ingenioso docente y compositor). Son principalmente estándares de jazz, es un método, están todas las frases ahí, con eso empezamos a estudiar todos juntos, lo mismo. Y él, (señalando a Fabio) leía el libro y sacaba los acordes. Yo sacaba la melodía y después le pasaba los acordes al guitarrista y así armábamos la canción. Cosas de B.B. King, Chuck Berry, Little Richard, Fats Domino, Pappo… Música negra, básicamente.
―Fabio: Todo en una pieza que terminó siendo la de mi hermano más chico, ahí más o menos entrábamos todos hasta que se sumó la batería y desde ese momento pasamos a la sala de ensayo del Bocha, en Oroño y Güemes.

Perros de la calle
En esos primeros años, Matías andaba con su saxo alto, y Fabio, tecleando un “Yamahita”. El Turco, el cantante, ya probaba estrofas propias sobre los estándares de jazz y blues que la banda iba adaptando a sus tonos.

“Sabri estuvo tocando el bajo durante mucho tiempo hasta que se recibió de médica, y no pudo tocar más por su profesión”, cuenta Matías, y Fabio agrega: “Después hubo una seguidilla de bajistas amigos que nos hicieron el aguante, hasta que entró Pepe, que toca bajo y contrabajo. O sea, hay temas que le gusta meterle cosas más pesaditas, con el bajo eléctrico; y con el contrabajo, otras cosas”. “Es muy meticuloso con el contrabajo, y los chicos tocan con equipos valvulares, buscamos ese sonido medio antiguo”, subraya Matías:

―Son una banda muy movediza sobre distintos escenarios, en especial en salas de distintos clubes y asociaciones.
―(F) Se fue dando, un tanto porque rendía un poco más y también porque hay auditorios y salones que son tremendos a nivel de cómo están acustizados, de cómo están las instalaciones eléctricas, y en lugares que capaz que no se usaban desde finales de los años 90.
―(M) Reactivar esos lugares nos costó muchísimo, fuimos de los primeros en tocar en el Banquito Ferroviario, donde alguna vez tocó Pappo. O en el Centro Asturiano, donde tuvimos que hacer bocha de papeles y habilitar el lugar como estadio porque nuestro público superaba las 500 personas, con vallado y todo, y perdimos plata. Fuimos los primeros en tocar en El Club Italiano, en la Asociación Japonesa, poniendo en funcionamiento la sala después de 30 años y en la que no tocaba nadie. Ese lugar tiene un sonido bárbaro, entran como 400 personas, aunque hay que mover la gente hasta ahí, que es un barrio. Tocamos también en el club Racing, de Iriondo entre Zeballos y Montevideo. Ahí tocó Flema y 2 Minutos. Nosotros hicimos un show y los invitamos a los de la Berisso, que ahora juntan como 40 mil personas, y eso fue hace como seis años…

Foto: Javier García Alfaro

―¿Cómo fue la experiencia de tocar en la calle?
―(M) Después de lo de Cromañón no se podía tocar en ningún lugar, dijimos «bueno, algo tenemos que hacer». Compramos las cajas de sonido, vimos la forma de obtener energía sin pedírsela a nadie, comprando un generador. Hoy lo hacen muchas bandas, pero nosotros creemos que cumplimos un ciclo en cuanto a eso.
―¿Y qué sacaron de esa etapa callejera?
―(M) Desde lo musical en todo, te escuchás diferente y sonás bien en cualquier lugar. Si aprendés a sonar chiquitito podés tocar en todos lados. Y después avivadas, nosotros hicimos una gira que le llamamos Total Impunidad (risas). Era armar en cualquier lado, ser bicho con la Policía, saber que en todos lados hay un arreglo. Nosotros vamos a tocar a San Telmo y hablamos con la barra de Temperley, con los capos, y le tiramos una moneda, pero también tenés que pegar buena onda, hay que hablar y ver la manera que se puede tocar. En Mar del Plata, en la playa Varese, tuvimos que hablar con el jefe de los manteros, un integrante de la Guardia Imperial, la barra de Racing. Cosas que te va enseñando la calle, porque te preguntás ¿acá está todo bien, te podés plantar? No, tenés que hablar con la gente del lugar, es así. Y en todos los lugares hay una historia. De otros lugares te corren. Y nosotros buscábamos el público, porque en la calle, no esperás que el público te vaya a ver. Vas adonde hay gente. La calle es eso. Nuestra música le gusta a los chiquitos, a la gente grande, le gusta a los barriles(¿porroneros?), entonces con eso nos sustentamos, porque vendemos discos.
―¿Entonces el tema de buscar un público para su música nunca fue un conflicto?
―(M) Pasa que la nuestra no es una música comercial pero es muy popular, que no es lo mismo. Mucha gente grande nos dice que nuestra música le hace acordar a lo que escuchaba cuando era pibe o piba, y agradecen que gente joven como nosotros haga esto. Y nosotros no somos boludos, sabemos que Pappo nunca tuvo una gran convocatoria, pero fue popular.
―¿Y ahora, a qué aspiran?
―(M) Nosotros aspiramos a ser una banda nacional, por eso tocamos en todas las provincias. Ahora, estamos laburando en nuestro quinto disco.

 

Foto: Javier García Alfaro

Nuevo hueso

Sin dejar de tocar ni un solo fin de semana, los muchachos de Perro Suizo, Maximiliano Haidar, en voz; Fabio Belmonte, teclados y sintetizadores; Matías Belmonte, en saxo; Esteban Besteiro y Pablo Luján, en guitarras; Pablo Calore, en batería; Cristian Ballachino, en contrabajo y bajo y Martín Godoy en armónicas, van por la grabación de un nuevo material luego de cuatro producciones: Paradelante (2004), Somos una ola, (2008); Demos tradísimo (2011) ; y Perro Suizo. Vivo en el Color de la Mente (2014).

“El nuevo disco es un poco agresivo, es R&B pero es agresivo porque son tiempos rápidos, es un disco fuerte, no tiene ninguna balada, ningún tema lento”, cuenta Matías, el dueño del saxo, y que también integra el grupo Farolitos. La grabación se hará en Buenos Aires, en los estudios del Abasto. “Queremos probar, nos está yendo bien, y todos grabaron allá. Es medio místico, simplemente por eso. Del disco ya hay un tema adelanto que grabamos en el estudio de Ramoncito Merlo, y se llama El Cachetazo”, agrega el tecladista Fabio.

“Vamos armando un rocanrol más antiguo, un soul, ahora también sale el groove del funk, aunque no queremos salir muy de nuestro eje. Queremos seguir con nuestra marca y para no aburrirnos hace años que no tenemos lista de temas. Estamos terminando un tema y alguno tira tal golpe o tal acorde, porque así lo siente, y el resto lo sigue”, detalla. “En la grabación de los discos tocamos todos juntos, en una sola toma, desde nuestro primer trabajo que grabamos en el Camote, en 2007, y los que siguieron, incluido el que grabamos en un centro cultural en San Lorenzo. Vamos a hacer dos o tres pre producciones del nuevo disco, y después queremos ir al Abasto con Alvaro Villagra”, cuenta Matías.

Foto: Javier García Alfaro

Para el Turco, el cantante de la banda, el objetivo es “lograr que esto sea cada vez más profesional, que sea una herramienta de trabajo. Por eso apostamos a que haya más días de ensayo, a gestionar más fechas, y no es fácil, somos ocho personas que tiran ideas todo el tiempo, y hay que ponerse de acuerdo”.

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3 Lectores

  1. Melu

    10/03/2016 en 11:59

    Vamooo perroooooo (8

    Responder

  2. eme

    11/03/2016 en 0:43

    Paradelante perrooooo!!!!!

    Responder

  3. Pam

    11/03/2016 en 10:25

    Bandooon!

    Responder

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