La cantante Ana Prada, nacida en el 71, uruguaya de Paysandú, se presentará este sábado en la explanada del Monumento a la Bandera como parte de la conmemoración del Día de la Mujer que ha organizado el municipio. En consonancia con la evocación, ofrecerá un espectáculo con una fuerte impronta de género, a la sazón, el tópico más saliente de un repertorio en el que ha asumido la primera persona para hablar de identidades, amores y desamores, de “deseo y goce sin culpa”, y de la lucha contra los mandatos impuestos a las mujeres. Son canciones transparentes, de influencias diversas, propias de alguien que ha ido del campo a la ciudad, ha cruzado orillas y no se ha cerrado a lo que ocurría en latitudes lejanas.
Pese a las intensas giras que ha llevado a cabo en los últimos meses, se la nota entusiasmada y con energía al hablar del espectáculo de hoy. Sucede que Rosario es una ciudad que le sienta bien y cuyos músicos fueron determinantes para ella, cuando despuntaba su vocación por la música y era una gurisa que cruzaba hasta la otra orilla para comprar los casetes de “la trova rosarina”. En tiempos de radiograbadores y sin Internet –menos YouTube–, había que salir a buscar la música y en ese cometido ella se encontró con Fandermole, Paez, Baglietto, Nebbia. Nunca los dejó.
Pero, además, en Rosario Ana dice haber sentido, por primera vez, que del público le volvía la canción que estaba interpretando. Pudo haber sido eso de “nada más puedo ser / el vaivén entre pasión y sacrificio / suelo andar, ya me ves, / jugando al tentempié en el precipicio (Tentempié)” o “Estuve un tiempo en la lona / del desatino fui amante / mantuve mi voz chillona / voz cantarina y parlante” (“Dulzura distante”). Lo cierto es que aquí ya tiene un público propio que ha ido creciendo y que goza de esa complicidad que ella va generando, entre tema y tema, colando un comentario sobre las historias cantadas. “A mí me cuesta mucho no hablar en los shows. Tal vez, los espectáculos al aire libre como el que vamos a hacer en el Monumento son un poco más distantes de la gente; pero no necesariamente, porque uno también puede tomarse su tiempo y comunicarse. Y, bueno, a veces me deliro hablando; pero, sí, no puedo dejar de hacerlo, más en un marco tan importante como va a haber este sábado”, dice.
Sobre el espectáculo
Para esta noche, Ana promete un recorrido por sus tres discos solistas –Soy sola (2006), Soy pecadora (2009) y Soy otra (2013)–; pero “buscando aquellos temas que tienen una inclinación hacia la cuestión de género, como una manera de hacer un humilde aporte a esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer”.
Dice que no faltarán Tu vestido –“te doy mi nombre verdadero, te prometo el mundo entero” –, Soy otra o La entalladita, ese corrido mexicano de su admirada Amparo Ochoa, que narra la historia de Teodora y el celoso Roberto Gudiño, a quien “le arde la cara” de que ella “salga vestida con ropa entallada”.
“Me gusta tomar canciones como esa, que han abierto caminos”, dice, y reivindicará a Ochoa, también a Violeta Parra, Tita Merello y a Mercedes Sosa, por la manera en que se ganaron un lugar en la música popular, sobreponiéndose al lugar que se les quería imponer por su condición de mujeres. Por cierto, su lista de cantantes admiradas es muy amplia y, entre otras, incluye a sus connacionales Laura Canoura, Lágrima Ríos y Amalia de la Vega. Mención especial merece Liliana Herrero, quien fue una suerte de “madrina” de Ana, ya que grabó su tema Tierra adentro antes de que ella lanzara su primer disco. Su admiración la lleva a reconocer la claridad al hablar, la inteligencia de Herrero.
Libertad, independencia, goce sin culpa
Consultada sobre qué aspectos de la problemática del género considera más visibles en su repertorio, Ana destaca “la libertad, la independencia, el disfrute, eso que nos cuesta tanto a las mujeres que es nuestro deseo y nuestro goce sin culpa” y lo explica: “Venimos con mandatos de la civilización judeocristiana, por lo que nacemos con un sello de culpa frente al placer y frente al disfrute. Nos cuesta mucho la independencia, nos cuestan mucho un montón de cosas que, de a poco, se van conquistando. No hace mucho las mujeres ni siquiera podíamos trabajar, lo hacíamos si nos dejaban. Son cosas en las que hemos ido avanzando y es algo que defiendo y, a mi modo, trato de luchar también”.
Es sabido que algunas canciones de Prada han sido tomadas como banderas por colectivos de mujeres. Tal el caso de Soy pecadora –“Y ya quisiera tu Dios / ser parte de mi altarcito / que aunque parezca chiquito / de placeres sabe más”– situación que considera “un orgullo y un compromiso”, y concluirá afirmando que lo lindo de su trabajo es “poder decir lo que una siente, lo que piensa, y da una satisfacción enorme, cuando a la gente le gusta y se engancha con alguna de las historias sea de amor o de desamor”.
Planes
Tras la presentación en el Monumento, Ana volverá a rodar. Como ya ha sucedido durante el verano en distintas ciudades del sur y de la costa atlántica argentina, lo hará junto a Patricia Kramer y Ariel Polenta –su tecladista y arreglador– con Canciones Yeguas en el que interpretan temas de ambas. “Estoy copada con ese proyecto. Pata es una cantora con mucha fuerza, tanto compositiva como interpretativa. Hemos compuesto algunas canciones juntas y a la gente les ha gustado. Quizás, antes de hincarle el diente a discos solistas, hagamos algo como dúo”.
“Me crié escuchando la trova rosarina”
“Yo me crié más escuchando la trova rosarina, que influyó más en mí que la música urbana montevideana, porque acceder a lo de Montevideo era difícil. No había internet, no había esa comunicación inmediata, a la música había que conseguirla. Era el vinilo o, después, grabar en casete el último disco de Lito Nebbia o de Fito Páez, o de esa época”, recordará Ana Prada, y dará cuenta de algunas huellas imborrables: Giros, de Páez, Lalalá, de Fito junto a Spinetta.
Ana mantiene vínculos muy fuertes con músicos argentinos, pero lo de la trova parece ser algo muy especial y da cuenta de ello al anticipar que el 8 de abril próximo volverá a compartir escenario con Jorge Fandermole, cuando el rosarino se presente en Montevideo. “Voy a participar de su show. Estoy chocha de la vida y hay planes de hacer algo juntos más adelante”, dice entusiasmada.
Fuente: El Eslabón