Armando Garrido, futbolista campeón con Newell’s en 1974, se encontraba jugando en Atlético Ledesma cuando las fuerzas armadas de la dictadura perpetraron el operativo que secuestró a unos 400 jóvenes en esa ciudad jujeña. Por primera vez en su vida, habla del horror del que fue testigo.

Armando es un apasionado del fútbol desde que tiene uso de razón. Pero fue justamente la pelota la que lo llevó a la lejana localidad del norte argentino en la que padecería los peores momentos de su vida. “Fue monstruoso lo que pasó en aquella época. Vivir o morir era decisión de un hijo de puta al que no le gustaba tu cara, y si te querían limpiar te pegaban un tiro y listo”, dice este ex lateral que se inició futbolísticamente en Morning Star, y que vistió –además de la rojinegra de sus amores– las camisetas de Central Córdoba y Aldosivi de Mar del Plata, antes de recalar en Atlético Ledesma de la mano de don Ángel Tulio Zof, técnico del equipo jujeño en aquel momento.

“Esos días fueron terribles. Yo charlo mucho con mis hijos sobre esto pero estuve casi 10 años sin poder hablar del tema. Tenía como una negación. De hecho estuve con tratamiento psicológico porque las cosas que vi allá fueron increíbles”, rememora Garrido, y añade: “Ledesma es la nobleza, son feudos totales, y mucho más en esa época. Por eso, decir que sólo los militares hicieron lo que hicieron durante la dictadura es una gran mentira, porque el poder civil económico jugó su papel importante”. Para este hombre amable y de hablar seguro, “el quilombo allá empezó en el 75”, y argumenta: “Yo me desperté una noche con el estampido de una bomba que fue monstruosa. Eso fue antes del golpe, y ya habían empezado a meter a gente presa por cuestiones políticas”.

El Ingenio al servicio del mal

Ledesma, antiguo nombre de la actual Libertador General San Martín está situada a 106 kilómetros de San Salvador y es la puerta de entrada al parque nacional Calilegua. A esa localidad, cuna del Burrito Ariel Ortega, Armando emigró con mucha desconfianza en 1975. “Yo había vuelto de Mar del Plata, un día me tocan el timbre en mi casa y era Don Ángel que me quería llevar a Ledesma”, recuerda este zurdo que también podía jugar por el sector derecho de la defensa, y acota: “Les pedí algo que era inalcanzable, para no ir, pero me lo dieron y no me quedó otra. Cuando llegué me quería morir, porque no me gustaba la ciudad y por el calor que hacía. Tengan en cuenta que es un valle y que encima está sobre el nivel del mar, por lo que había temperaturas mayores a 40 grados”. Aunque se encarga de rescatar “la calidez de la gente, que me trataron bárbaro”, Garrido no la pasaría nada bien en tierras jujeñas.

“Yo recuerdo la noche del apagón, que en realidad fueron más de una noche –aclara–. En esa época se hablaba muy poco, había mucho temor y los diarios, obviamente, no decían nada. Pero uno se enteraba por el boca en boca que tal persona había desaparecido de su casa, que a aquella otra la habían metido en un baúl, que se escucharon frenadas y autos acelerando, y todo en medio de una oscuridad total”.

El Kichi, que así es como se lo conoce en el ambiente futbolístico, se refiere a los cortes del suministro eléctrico que se produjeron entre el 20 y el 27 de julio de 1976, ocasionados intencionalmente por quienes llevaban adelante el terrorismo de Estado. Aprovechando la falta de luz y el desconcierto de la población, un operativo conjunto perpetrado por fuerzas del Ejército, Gendarmería y Policía provincial, secuestraron a unas 400 personas (55 de las cuales aún permanecen desaparecidas) que integraban la lista de “los enemigos del patrón”. El patrón, no era otro que Carlos Pedro Blaquier, dueño del 90 por ciento de las acciones del Ingenio Ledesma y que fuera procesado por la justicia federal de Jujuy por haber facilitado las camionetas para efectuar el traslado de los secuestrados a centros clandestinos de detención. Sin embargo, en marzo de 2015, la Justicia dictó la falta de mérito del empresario, uno de los hombres más ricos de la Argentina y que siempre se las ingenió para estar cerca de los poderes de turno. Su esposa, Nelly Arrieta, fue designada por Mauricio Macri como embajadora cultural de la Ciudad de Buenos Aires, en 2009; y su sobrino Luis María Blaquier, que forma parte del directorio del Grupo Clarín, acaba de ser nombrado por el ahora Presidente como titular del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.

El zurdito

De las duras historias que le tocó atravesar durante su estadía en la ciudad norteña, existe una que hoy cuenta entre risas pero que en su momento le pudo haber traído más de un problema. “Yo me había dejado la barba y el bigote, y a pesar de que don Ángel me había pedido que me afeite, no lo hice y él respetó mi decisión”, arranca contando Garrido sobre su aspecto poco apropiado para la época. Cuando viajaban a disputar un partido a la vecina provincia de Tucumán, en el 76, el colectivo que llevaba a la delegación de Atlético Ledesma fue detenido. “Subió un milico a revisar las valijas y cuando pasó al lado mío, se paró y me dijo: «Qué cara de zurdo que tenés vos». Y yo, con la inconsciencia de mis 22 años, le contesté: Sí, soy zurdo, porque le pego con la izquierda, juego de tres”. «No te hagas el vivo», fue la respuesta del ofendido hombre de verde, ante la atónita mirada del resto del plantel en uno de los tantos “controles en el medio de la ruta” que sufrieron, y en los que “caían los soldados y te apuntaban con fusiles Fal”.

Sin saberlo, Armando llegó a compartir aquel plantel con Juan Cruz Kairuz, otro lateral izquierdo que también había vestido la camiseta de Newell’s y que alternaba entre el fútbol y la represión. “El Turco fue compañero mío, nos sentábamos al lado, aunque yo con él sólo hablaba de fútbol porque sabía que era cana. Pero recién hace unos años me enteré que el tipo ya en aquella época batía gente y hasta participó en operativos de secuestro”.

De su admirable memoria, el Kichi también saca el recuerdo de cuando Alicia Hartridge, la esposa del por entonces dictador Jorge Videla, pisó suelo jujeño. Allí se reunió “todo el culorrotaje, en su máxima expresión”, según lo define el propio Garrido. “Nos hicieron poner a todo el plantel en fila para saludar a la vieja pero con un compañero nos hicimos los boludos y nos fuimos al vestuario”, añade el entrevistado, que lamenta no haber podido evitar esa situación. “Nos llevaron de la oreja”, se ríe. Además, rememora que a pocos metros donde se concentraba el plantel, “había un casco de una estancia al que no nos dejaban acercarnos, y con el tiempo nos enteramos que era un centro clandestino de detención”.

Así como la pelota lo llevó a ese punto del norte argentino (“Si hubo un lugar donde se vivió fuerte el proceso, fue en Ledesma”, se encarga de remarcar), también fue la que le salvó la vida en varias oportunidades. “Nosotros teníamos ese plus de que éramos jugadores de fútbol y se daba por entendido que no íbamos a estar metidos en agrupaciones armadas. Por eso siempre tratábamos de andar con un buzo del club y no fueron pocas las veces que eso me salvó”.

Cultura leprosa

Foto: Franco Trovato Fuoco.
Foto: Franco Trovato Fuoco.

Una rotura de ligamentos cruzados cuando apenas tenía 26 años sacó a Armando Garrido de las canchas, para siempre. “Yo quería seguir porque amaba el fútbol, nací con una pelota bajo el brazo”, admite entre lamentos. Pero esa dura lesión no lo alejó de uno de sus lugares más preciados, de su segunda casa: Newell’s.

Hoy, a sus casi 65 años, la vida lo encuentra dando una mano en el Departamento de Cultura del club del Parque Independencia. “Estoy cómodo, en un lugar donde me siento feliz y donde sé que le puedo dar más al club”, reconoce el ex jugador, que como si le faltara algo a su vida, también tuvo que dar batalla para terminar con la nefasta presidencia de Eduardo López: “Uno de los momentos más felices fue cuando entré al club después de mucho tiempo, porque luchamos mucho para echar a López. Fui amenazado, estuve casi procesado, pero hubo otros compañeros que la pasaron mucho peor que yo. A mí me mostraron revólveres, a otros se los pusieron en la cabeza”.

Sobre la tarea que hoy le toca desempeñar, destaca “los quince talleres que se están dando en Cultura»y remarca: «También le hemos dado un carnet honorario a todos los campeones para que puedan entrar a la cancha de por vida, más un protocolo por si vienen con alguien; organizamos eventos que tengan que ver con la historia; y se hace una visita guiada por el club en la que se muestra en una hora y pico toda la historia de Newell’s”.

Fuente: El Eslabón.

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5 Lectores

  1. Patricia Forte

    29/03/2016 en 9:31

    Kichi querido, fuiste, sos y serás un orgullo para el pueblo leproso! tqm. GRACIAS por pertenecer a nuestro club y honrarlo como lo haces!!!

    Responder

  2. JUAN PERRONE

    29/03/2016 en 14:46

    LO QUE MANIFIESTA GARRIDO ES DE UNA REALIDAD ABSOLUTA EL 13 DE MAYO DE 1977 DESAPARECIÒ EL SECRETARIO GENERAL DE LOS TELEFONICOS JUJEÑOS JUNTO A LA SECRETARIA DE ACTAS DEL SINDICATO, ESTOS NO PONÌAN BOMBAS NI ERA TERRORISTAS, TAMBIÈN SE LLEVARON EL FIAT 1500 EN EL QUE VIAJABAN Y HASTA HOY NO HAY NOTICIAS, SE DEBE ACLARAR QUE LAS ORDENES PROVENÌAN DEL COMANDO DELTERCER CUERPO DE EJERCITO SITO EN CORDOBA A CARGO DEL Gral. LUCIANO BENJAMIN MENENDEZ UN GRAN HDMP CULPABLE DE CIENTOS DE TORTURADOS Y DESAPARECIDOS.

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  3. Ada

    29/03/2016 en 14:52

    Viví en esa época en Ledesma, enfrente del Atlético. Todos hablábamos en voz baja y como éramos jóvenes éramos sospechosos. El día en que fue la vieja de mierda me allanaron: era maestra, rosarina y trabajaba con los zafreros. Nunca supe muy bien cuál es la estrella que me protegió…
    La nueva indignación fue cuando volví en 2008 y me rodeó la seguridad que tiene la casa patronal cuando quise sacar una foto. Nada ha cambiado por allá.

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  4. Jaromir Jaromir Hladík

    30/03/2016 en 1:50

    Recuerdo a Armando Garrido. Yo era pibe. ¡Y de central! Como aún lo soy. Gracias, querido Garrido, por tu coraje de esos años. Gracias por advertir la maldad que guiaba la vida de esas personas. De aquellos días puedo decir las ráfagas de ametralladora en la Avenida de CIrcunvalación. Puedo decir las idioteces que decía la gente que «no estaba en nada». Los que se pasaban la vida diciendo: «En algo estaba». «Algo habrá hecho», ¡¡¡¡Idiotas!!!! Gente como Garrido sabía lo que hacía. Sabía que estos hijos de puta como Macri sólo sirven para entregar nuestra SOBERANÏA a los Yankees. Con personas como las que gobiernan nuestro País en la actualidad: ¡NI OLVIDO NI PERDÓN!!!

    Responder

  5. romina.

    30/03/2016 en 14:03

    Que sorpresa Kichi ! que grande , aunque que triste creer que eso sucedió. Ni Olvido Ni Perdón !!

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