17-Pedrito del Litoral edit rr

El experimentado dramaturgo Raúl Quico Saggini reestrena Pedrito del Litoral, historia de un pícaro popular que vive la aventura, la amistad y el amor atravesando nuestros paisajes naturales.

El director, y dramaturgo sanlorencino, que este año fue nuevamente seleccionado para dirigir la obra de la comedia municipal Norberto Campos, haciendo una adaptación de La tempestad, de William Shakespeare, reedita este domingo 15 a las 16, en el Cultural de Abajo –San Lorenzo esquina Entre Ríos- una nueva versión de Pedrito del Litoral, obra teatral infantil, y no tan, a la que define como una de sus “pasiones”.

La historia mucho tiene que ver con los paisajes que lo rodearon durante toda su vida y a la que, en general, según considera, “el rosarino no presta mucha atención”. Y tiene una banda de sonido que navega por las musicalidades del litoral argentino, con las que Saggini se crió, y que sirve de cortinado de la simpática historia de Pedrito, “que no es para imitar, pero tampoco para olvidar”, como así lo señala el dramaturgo en una charla que mantuvo para la última edición del periódico el eslabón.

Pedrito del Litoral es una obra que Saggini escribió hace muchos años. Durante los domingos que restan de mayo, a las 16, presentará una segunda versión. “Una versión más acotada, que ponemos en el marco litoraleño con canciones para niños pero con chamamé, chamarrita y rasguido doble”, según indicó.

“Pedrito viene a ser un Pedro Urdemales, o Pedro Malasartes, como se lo fue llamando por toda latinoamérica y América Central a ese personaje que traen los conquistadores, como un pillo o pícaro. Acá en nuestro país, en nuestra zona, se asemeja a (Las andanzas de) Juancito el zorro, es el pícaro popular que se burla de los poderosos, es el héroe individual, una especie de Juan Moreira”, detalló el también director de la obra.

Burla a la meritocracia
“Este pícaro no es ejemplo a imitar, pero tampoco a olvidar”, aclara Quico Saggini cuando describe a Pedrito y su vida azarosa. “Él llega al boliche y se pone a jugar a la taba, al truco, a las carreras, y pierde todo. No es ejemplo, pero en la compañía de su amigo, que es un pajarito, empieza a encontrarse con gente muy mala, que son los terratenientes y la Vieja Avara, que quiere todo para ella. Pedrito es un pícaro recorriendo el litoral”, sigue describiendo, y alerta en un juego de realidad y ficción: “Está lleno de sinvergüenzas nuestra zona. Pedrito, pobre, como no tuvo la oportunidad de comprarse un Chevrolet, como la meritocracia no le tocó, se las arregla como puede”, ironiza Saggini haciendo alusión al comercial que la automotriz norteamericana ideó con cinismo y promocionó en las pantallas de tv, y que en las redes sociales más bien fue criticada.

—El paisaje sonoro de la obra es determinante en el relato, ¿cuál es tu relación con la música litoraleña?
—El folclore es la música que me acunó. Yo soy de la ciudad de San Lorenzo y a los 17 años me vengo a estudiar ingeniería agronómica a Rosario. Y me quedo acá. Pero es una música que escucho por mi familia, que son correntinos y santafesinos. Un paisaje muy conocido para mí es el río, las islas, el litoral, y estos personajes gauchescos de nuestro río son muy conocidos por mí, ya que yo soy uno de ellos. Estoy totalmente influenciado por Tarragó Ros padre, Tránsito Cocomarola y Ramón Merlo, es la música que se escuchaba todos los días en mi casa, meta chamamé y chamamé. Y, por supuesto, el profundo Raúl Barboza, Isaco Abitbol; ni hablar del Chango Spasiuk, que toca música litoraleña combinada con polkitas de Ucrania y otras zonas. Entonces somos eso, seguimos siendo una mixtura, y eso también se ve en la obra.

—¿Cómo respondió el público en las diversas regiones del país donde se presentaron, teniendo en cuenta que es una obra más bien autóctona?
—Pedrito es un personaje que habita en todo nuestro país, se lo conoce en todos lados. La música litoraleña llegó a todos lados en las décadas del 70 y 80, invadió el país, con Antonio Tarragó Ros y toda esa gente. Cuando aparece el chamamé en Cosquín, la gente salta de las butacas. Lo mismo pasó con los chayeros riojanos. Y en la obra, los pibes y los papás la festejan, y además hay un vestuario maravilloso de Ramiro Sorrequieta, y una gran escenografía de Rodrigo Frías y Lucía Palma. Hay todo un paisaje que tiene que ver con nuestro litoral que es muy fuerte. Uno, aunque no crea, se siente impregnado. Los rosarinos no nos damos cuenta cuando caminamos a orillas del río, es un paisaje que no se ve en otros lugares, empezá a recorrer todo lo que conocés y decime -interpela- a qué se parece. En Córdoba, en el río Suquía, no puede ir ni un barquito de papel; y acá vienen a ver transatlánticos que pasan tres a la vez y quedan enloquecidos. Nosotros no le damos bola.

—¿Qué significa para vos esta obra?
—Pedrito es una de mis pasiones, es un pícaro que siempre reivindica la amistad, porque pajarito es su amigo del alma; y eso de que el amor lo reivindica a él (cuando conoce a Palmirita), y eso de enfrentar a los poderosos burlándose, teniendo en cuenta también que jamás va a burlar a un negro, o a uno de su condición. Y eso de que todo lo que le saca a los avaros o a los peligrosos lo comparte con los negros, con los tapes y con los gauchitos, hacen que sea un personaje apasionante.

Un viaje de aventuras
Pedrito del Litoral, escrita y dirigida por Raúl Quico Saggini se presentó en innumerables pueblos y ciudades del país. Destacadas fueron sus presentaciones en Tecnópolis, en el festival de teatro para niños Paka Paka, en Necochea, y funciones en la provincia de Buenos Aires, en Berazategui, en Formosa y en Santa Fe, en Arroyo Seco, San Jorge y otras localidades, y en múltiples espacios públicos. El elenco lo componen Eli Cori, Magdalena Perone, Sol Porreta, Khamil Nazer, Juan Nemirovsky y Fernando Porcel. Gabriel Romanelli se encarga del diseño de luces y Héctor Pichi De Benedectis de la composición músical. Y de esa base se formó una banda que integran: Juancho Perone, en percusión; Goyo, en acordeón; Martín González, en bajo; y Claudio Bolzani, en guitarra. La puesta también cuenta con los títeres de Ana Montoya, y la asistencia de dirección está a cargo de Héctor Román.
Por su parte, Raúl Saggini lleva consigo cuatro décadas entre la actuación, la escritura teatral y la dirección. Quico, como lo bautizó un vecino de sus padres antes de nacer, coronó momentos teatrales como cuando fue dirigido por el Pelado Reinoso, -extinto integrante de la Mesa de los Galanes- y cuando participó en Inodoro Pereyra, bajo las órdenes de Norberto Campos. Y más acá en el tiempo, su experiencia en El Relojero, esa adaptación de Discépolo que fue parte de la primera obra de la Comedia Municipal que le tocó dirigir. Este año fue seleccionado nuevamente para el teatro público y adaptará La tempestad, del inglés William Shakespeare. “Me siento orgullo por esto, pero más lo siento de haber generado teatro en los pueblos y ciudades del interior, como en San Juan, la Rioja, y Córdoba”.

“El presidente es un sinvergüenza”
Atravesado por la coyuntura política y por los despidos injustificados de decenas de trabajadores en el Centro Cultural Kirchner, incluida su propia hija, Saggini no dudó en describir lo que para él es el gobierno de Cambiemos, particularmente en materia cultural.

“Yo creo que el título debería ser: «sin vergüenza» o «vergüenza ajena». Es gente de muy poca monta, me da mucha pena que destruyan lo construido”, opinó el dramaturgo, sin pelos en la lengua, y agregó: “No estoy defendiendo a un partido ni al kirchnerismo. No voy a defender una ideología, simplemente que los chicos que trabajaban allí no eran ñoquis. El gordito éste –no recuerdo su nombre, perdón–, que usa su hija como escudo… Lombardi, es un sinvergüenza; y el presidente de la Nación es otro sinvergüenza; igual que su padre y su hermano. Para mí son gente mala, no las quiero. Y aquellos que estén en desacuerdo conmigo, no vengan al teatro a ver mis obras”, polemizó un picante Quico Saggini. El director señaló que en el CCK “despidieron a todos”. “Yo no sé a quién han vuelto a llamar, pero a mi hija no, ni a sus compañeros y amigos; y a los hijos de gente que yo conozco, tampoco”. E ironizó: “Decían que el lugar no estaba habilitado y lo llevaron a cenar al presidente Obama. ¿No era que el lugar estaba sin habilitación? ¿O lo querían matar al negrito? Que se le caiga una columna en la cabeza.

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