Foto: Daniel Carballido
Foto: Daniel Carballido

En el emblemático centro cultural La Toma, la distancia entre actores y espectadores se achica, en el ciclo teatral impulsado por Daniel Olmos Mori, quien reclamó -ante el escenario político actual- la necesidad de un intercambio “cara a cara”.

Durante los meses de mayo y junio, en el espacio Dorado, ubicado en el subsuelo del Centro Cultural de Tucumán al 1300, se pone en escena el primer ciclo de teatro político y popular impulsado por referentes locales de la Asociación Argentina de Actores, con la participación de obras interprovinciales y producciones de países de la región .

La iniciativa va por su tercer encuentro y este sábado 21, a las 19, continuará con Argentina de Golpe (ruidos de rotas cadenas), de Carlos Romagnoli, y Superestar Nacional, de Roberto Iriarte, trabajo oriundo de la ciudad de Pergamino.

Para el actor Daniel Olmos Mori, delegado local de la Asociación Argentina de Actores, el ciclo tiene carácter de encuentro: “Abrimos contando el porqué de la idea de este ciclo, y antes o después de las obras entablamos una charla con el público”, revela en un mano a mano con este periódico, en el mismísimo bar de La Toma.

“El nombre del ciclo -continúa el actor rosarino- es un disparador para hablar sobre el tema, y el término «popular» tiene que ver con los géneros por los que uno transita, adónde va. Por lo general es la modalidad de los grupos que se mueven en espacios convencionales y no convencionales, como el teatro callejero”. Y sostiene: “Está también esta cuestión de desmitificar a los que estamos ocupando un lugar en el escenario y el que está abajo, que si no estuviera no existiríamos”.

El ciclo, que comenzó este mes y seguirá durante todo junio, intenta disparar el debate. “Y si pinta hablar de estética, hablamos de estética; y si pinta hablar de política más dura, también lo hacemos”, aclara el organizador.

El espacio Dorado
Desde hace un tiempo a esta parte, en el subsuelo de La Toma se realizan actividades de jueves a domingos, en el denominado espacio Dorado, bautizado en homenaje al extinto Alberto Dorado, actor, payaso, que fuera miembro del grupo La Partusa.
El sitio funciona como una sala adaptable a distintas puestas en escena, y cobija, los fines de semana, al ciclo de teatro político y popular que este sábado 21, a las 19, pondrá en juego dos obras.
Argentina de Golpe (ruidos de rotas cadenas), de Carlos Romagnoli, ganadora del festival provincial de teatro de este año, relata la historia argentina desde 1880 hasta el fin de la dictadura, a través de seis personajes: un inmigrante y un oligarca de fines del siglo XIX, un obrero peronista, un militar de la Libertadora, un militante de los años 7o, y un desaparecido, en una puesta que incluye imágenes y videos.

Y Superestar Nacional, del actor y director pergaminense Roberto Iriarte, es un unipersonal basado en cuentos y guiones de autores como Haroldo Conti, Roberto
Fontanarrosa, Aníbal Ford, Julio Cesar Castro, Zuhair Jury y Leonardo Favio.
La semana siguiente, el sábado 28 de mayo a las 19, el ciclo continuará con Polito de América, de Alejandro Fideo Sáenz, de San Fernando, provincia de Buenos Aires; y Desvarieté, con los talentosos Cachorro González y Raúl Bruschini.
En sus dos primeras ediciones, las protagonistas fueron la obra chilena Vivir con honor, morir con gloria, que aborda desde una historia cotidiana la figura de Salvador Allende; y una charla que entablaron Germinal Terrakius -que ya lanzó su campaña a presidente 2019–, Gerardo Turco Dajub, y el actor Christian Álvarez, también referente local de la Asociación Argentina de Actores.

Teatro militante
Daniel Olmos Mori era metalúrgico y a los 21 años comenzó a estudiar teatro en la por entonces Casa Discepolín, en los años 80, en plena dictadura militar. Por esos años descubrió el grupo El Tábano, “un semillero” teatral con compañeros como el Turco Dayub, Mónica Parra y el Flaco Palermo, que trabajaba en territorios amplios como la facultad de Medicina y las barriadas rosarinas. “Aunque lo que me gustaba era cantar, en el teatro encontré la veta justa para expresarme, porque era muy inhibido, muy tímido, y el teatro me sirvió para soltarme”, cuenta el actor entre café y medialunas.

“Nunca viví el teatro por fuera de una militancia, porque todo lo que hemos hecho tuvo que ver con lo social. Aunque yo laburé en otras temáticas, experimentando cosas, entiendo que el teatro siempre tiene algo para decir, para dejar. Creo que el teatro es eso”, manifestó, y recordó su experiencia en el teatro callejero, en la dictadura, con compañeros como Miguel Franchi, funciones que hacían en la plaza Pinasco, hoy Montenegro, y en el cruce de las peatonales, según cuenta.
“Germinal (hablando del Franchi) tenía Juan y la deuda, y nosotros hacíamos Del potrero al matadero, una obra que contaba la violencia en el fútbol; había cosas lindas y cosas feas, porque a veces íbamos presos. Éramos inconscientes, decíamos: «¿Qué me van a hacer?»”.

De vuelta a nuestros días, y con el contexto actual como escenario teatral, Daniel afirma: “Creo que hay volver otra vez a la reflexión, volver a mirarnos a la cara y hablar juntos, pero de verdad. Cuando hacíamos teatro décadas atrás, no había tanta tecnología, no había celulares y computadoras, pero se discutía mucho, muy apasionadamente. Claro que son procesos que nos toca vivir, pero es contradictorio, porque yo laburo con el teléfono y la computación, y hoy te acerca, como nos pasó con el grupo oriundo de Chile que vino a presentar la obra sobre Salvador Allende, y que nos contactamos por facebook. Eso es maravilloso, pero también necesitamos volvernos a mirarnos cara a cara.

El emblema de La Toma
El ciclo de teatro político y popular que se lleva a cabo en el subsuelo del edificio situado en Tucumán 1349, tiene un alto valor simbólico: “La Toma es el lugar ideal. Cuando los compañeros toman el lugar, venían de una quiebra del supermercado Tigre y se quedaron sin trabajo, allá por el 2001, con una Argentina caída a pedazos. Y ellos resistieron, y se fueron contactando con la gente del arte, de derechos humanos, con otros desocupados, con cooperativas como Mil Hojas”, reflexiona Daniel Olmos, y subraya esto porque “aunque parece que fuera obvio, hay gente que no conoce la historia de La Toma, se la perdió o se la contaron mal. Hoy hay 35 agrupaciones que son las que sostienen el lugar”, dijo el actor, y contó: “Este año vino el juez, porque hay un pedido de desalojo, estuvo como ocho horas hablando con nosotros. Creo que se llevó una buena imagen, porque se decía que estaba ocupado por 3 ó 4 vagos, y cuando el juez vino y vio esto, la función social que presta el lugar, se dio cuenta el valor que este lugar tiene. Porque si vos querés armar algo solidario te prestan el lugar, y a veces sin cobrarte o pidiéndote una colaboración. Esto es como una cooperativa, no hay patrones. Quiero decir que existe otra sociedad, que es posible, más equitativa, es difícil porque estamos acostumbrados a la verticalidad, pero se puede”.

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